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"La Justicia entregó a mis dos nietos a la familia del asesino"

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Beatriz Olivera, madre de Valeria Sosa. Foto: Darwin Borrelli
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La madre de Valeria Sosa, asesinada por el policía, reclamará la custodia.

Beatriz Olivera, madre de Valeria Sosa, la joven bailarina de 29 años que fue asesinada de un tiro en la cabeza el pasado lunes de noche, afirma que es "una locura que los niños estén con la familia del asesino".

El homicida, un policía de 42 años, luego de matar a su ex pareja en presencia de sus dos hijos, de 7 y 10 años, se llevó a los niños de ambos hasta la casa de sus padres. Aunque el policía fue procesado con prisión por el alevoso crimen, la jueza de Familia de 8° Turno, Alicia Vega, concedió la custodia provisoria de los dos hijos a los abuelos paternos.

Beatriz Olivera reclama que sus dos nietos estén junto a ella y apelará la decisión judicial, confirmó a El País.

La madre de Valeria narró también las reiteradas denuncias que se hicieron a la Policía por las agresiones que su hija sufría desde hace más de un año, y aseguró que "nunca se movió un papel por eso".

—¿Cuándo comenzaron las agresiones por parte de la ex pareja de Valeria?

—En 2015, en varias ocasiones la había amenazado, no solo a ella, sino a toda la familia. Nos decía que nos iba a matar a todos a tiros, así nomás.

—¿Y cuál era el motivo?

—Le dio rabia que mi hija estuviera viviendo conmigo, ella se fue de la casa donde vivía con él, pero el tema está en que este hombre nunca aceptó que Valeria se haya ido de su casa. Ahí empezó con las constantes amenazas, siempre con los niños de por medio, y llamadas telefónicas para insultarla a toda hora.

—¿Y usted qué hizo cuando se enteró de que Valeria era golpeada?

—Automáticamente hicimos la denuncia del hecho, eso fue lo que hicimos. La primera vez que le pegó, recuerdo que fue en el año 2015. Ahí el problema fue que él no le quiso llevar los nenes al punto de encuentro que tenían acordado. Ella los fue a buscar hasta la casa de él, y ahí el tipo le pegó. La agredió verbalmente y después la mamá del homicida la agarró de los pelos.

—¿Después de esa primera denuncia qué fue lo que pasó?

—Hubo tres denuncias más por violencia doméstica. La primera denuncia fue en la comisaría 6ta, pero nunca siguió el curso que tenía que seguir, esa denuncia quedó estancada en el escritorio.

—¿La Policía nunca llamó al hombre para que declarara por las denuncias que ustedes habían hecho?

—No, no le hicieron pericia psiquiátrica, no lo citaron a declarar, no le retiraron el arma de reglamento con la que mató a mi hija, no hubo nada, se encajonaron las denuncias y nunca se movió un papel por eso.

—Y cuando iban a la comisaría, ¿qué les decían los oficiales?

—Solo nos tomaban la denuncia y nada más. Es obvio que esto quedó ahí trancado porque él era Policía, no puede ser que cuatro denuncias queden trancadas y nunca se haya movido nada.

—¿Cuándo empeoraron las agresiones que Valeria sufría?

—Cuando nos dimos cuenta con mi hijo que él la seguía a todos lados que iba. La llamaba a cualquier hora, la insultaba, le decía de todo. Lo claro acá es que él se puso así porqué no soportó haber sido dejado por mi hija.

—Sus nietos ya no viven más con usted. Están en la casa de sus abuelos paternos. ¿Le parece injusto?

—Totalmente. Después de lo sucedido, a los chicos los pudimos ver recién el miércoles en la casa de los padres de él. Estaban muy mal, callados, no preguntaron nada, estaban totalmente en shock.

—¿Y qué van a hacer?

—Vamos a apelar la decisión del juez para que los niños estén con la familia de la madre, no puede ser que estén viviendo en la casa de la familia del asesino. Como abuela le diría al juez que se ponga la mano en el corazón y que me devuelva a mis nietos, simplemente eso, que piense bien.

—¿Sus nietos han recibido algún tipo de contención profesional o asistencia por parte del gobierno por este hecho?

—Para nada. Los niños aún no han recibido ningún tipo de ayuda psicológica o profesional después de lo que pasaron. Por el momento no hubo nada, pero creemos que lo mejor sería que cuanto antes los niños sean atendidos por profesionales.

—¿Quisiera decirle algo al padre de sus nietos?

—No, no me sale nada. No puedo decir nada porque me saldría cualquier disparate, prefiero dejar esto así, que el tiempo trate de curar este dolor que nos dejó para el resto de nuestras vidas.

“Solo dolor”.

Richard Olivera, hermano de Valeria Sosa, aseguró que lo que le pasó a su hermana fue producto de la ineficacia con la que actuó la Policía frente a las denuncias de violencia doméstica que se habían llevado a cabo. “Lo que nos queda ahora es dolor, solo dolor; y pelear porque mis sobrinos estén con nuestra familia”, dijo. En la tarde del jueves, una multitud se movilizó para repudiar el crimen de la bailarina de 29 años. Marcharon por las calles con banderas y tambores, leyeron una proclama y realizaron un minuto de silencio en su homenaje.

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Beatriz Olivera, madre de Valeria Sosa. Foto: Darwin Borrelli

CASO DE VIOLENCIA DOMÉSTICADIEGO PÍRIZ

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