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Gurú asesinado era un fugitivo y su pareja está desaparecida

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Casa de Arno Wollensak en Los Cerrillos. Foto: F. Ponzetto

La muerte del alemán Arno Wollensak tiene rasgos de una ejecución; no se descarta venganza por parte de víctimas que sufrieron abusos en su secta

Arno Wollensak, el "gurú" alemán líder de una secta que dominó por el terror y el abuso a las menores que fueron obligadas a ser parte de la misma —según las denuncias realizadas—, y cuyo cadáver apareció el domingo en la playa de La Floresta, quizás presentía que su final estaba cerca. Hace un mes vendió la finca en las afueras de Los Cerrillos, donde vivía con su pareja y una empleada, llenó de ropa las valijas y partió en su Mercedes Benz color "borra de vino", según lo describen sus vecinos.

Nadie supo más desde entonces, hasta que se identificó el cuerpo hallado en la costa. Tenía una bolsa de nylon en la cabeza atada con un precinto en el cuello; la boca estaba tapada con cinta plástica; sus manos habían sido esposadas a la espalda y sus tobillos estaban atados.

Nadie sabe aún qué ocurrió con su pareja, Julie Ravel, ni con la empleada —una mujer que se presentaba como "Anita" y decía ser búlgara—. Lo que sí se sabe es que ambas también habían integrado la secta "Oasis de Luz" que en los años 90 dejó en Europa un tendal de niñas víctimas de violaciones y abusos sexuales. Arno Wollensak (61 años) y Julie Ravel llegaron a Uruguay en 2007, con pasaportes de Suriman, falsos. Estaban huyendo tras las denuncias que la justicia alemana recibió de una joven víctima que se fugó de la secta (ver aparte).

Aquí, el alemán compró un campo en Lavalleja y hace tres años pagó más de US$ 400.000 por la finca de Los Cerrillos, próxima al río Santa Lucía.

Él se presentaba como Mark Neumann (así figuraba en su documento de identidad). Pero años después, en 2015, funcionarios de Interpol que rastreaban su paradero pudieron ubicarlo en Uruguay y obtuvieron su captura y la de Julie Ravel.

La jueza de Crimen Organizado Adriana de los Santos los procesó con prisión por uso de certificado público falso y se envió la información a Alemania; pero como la acusación de "abuso sexual grave" que pesaba sobre ellos había prescripto, según entendió el fiscal Gilberto Rodríguez, la extradición fue rechazada. La pareja alemana recobró la libertad pocos meses después.

Contacto.

"Eran unas personas educadas, amables, con un buen nivel intelectual. Se podía tratar con ellos perfectamente a pesar de que no dominaban muy bien el idioma. Nunca pensé que una persona así pudiera ir a la cárcel", contó ayer Luis Fraga, un apicultor que tiene un campo frente a la casa de los alemanes en Los Cerrillos. Fraga dijo que el único contacto que mantuvo con los extranjeros fue por su trabajo, ya que le permitieron colocar unas colmenas en su terreno. Después las tuvo que retirar porque las abejas picaron a la dueña de casa.

"Debe hacer un mes que no los veía", dijo Fraga.

Hace ocho días, nuevos caseros se instalaron en la casa de Los Cerrillos por la que una persona pagó una seña por la compra.

Hipótesis.

El Juez Letrado de Atlantida Marcos Seijas, encargado de investigar el homicidio del alemán, no quiso revelar ayer los diversos hilos de las pesquisas que se siguen para resolver el crimen.

No se descarta, desde luego, que fuera un acto de venganza, ya que el gurú era poseedor de un tenebroso pasado de abusos sexuales de menores de edad, y de adultos a los que obligaba a entregar sus bienes y propiedades cuando lideraba la secta "Oasis de Luz" (Lichtoase, según su nombre original).

Wollensak había vivido a cubierto en Uruguay hasta que fue arrestado en 2015 y se reveló su verdadera identidad. Sus antiguas víctimas ya sabían dónde se encontraba.

Tampoco se descartan otras hipótesis, porque las relaciones de Wollensak en nuestro país eran dudosas.

Cuando fue procesado, el gurú alemán estuvo alojado en el módulo "La Roca" del Penal de Libertad. Varios traficantes de drogas uruguayos se encontraban allí.

Fuentes del caso confiaron a El País que Wollensak "estaba siendo extorsionado por policías" para vivir tranquilo en Uruguay y se lo vinculó con un narcotraficante uruguayo con el que trabó amistad cuando estuvo alojado en la cárcel, hasta su liberación en octubre de 2015.

Mas dudas.

No ha sido determinado hasta ahora el lugar preciso donde Wollensak encontró la muerte.

El hecho de que su cadáver apareciera en la orilla de la playa en La Floresta puede indicar que lo mataron cerca de Los Cerrillos y su cadáver fue llevado en una lancha a motor desde el río Santa Lucía hasta algún lugar del Río de la Plata; allí se deshicieron del cuerpo arrojándolo al agua, y la corriente terminó arrastrándolo hasta la playa.

El juez penal solicitó a la Policía y a la Dirección de Investigaciones la ubicación del Mercedes Benz de la víctima. También pidió a Migraciones datos para determinar si Julie Ravel y la empleada desaparecida salieron del país. "Adopté otras medidas que no puedo hacer públicas", advirtió el magistrado.

La información respecto a la "empleada" tiene rasgos siniestros. Según el magistrado, "la pareja vivía en Los Cerrillos junto con la madre de la presunta joven que denunció los abusos sexuales en Alemania".

El País no pudo confirmar que la mencionada "Anita" fuera la misma mujer a la que se refirió el magistrado.

Pericias.

De acuerdo con lo que surge de los exámenes preliminares del cadáver, cuando fue encontrado en la playa llevaba unas 90 horas sin vida, por lo que el crimen podría haber ocurrido cuatro días antes, esto es: el miércoles 24.

La víctima carecía de heridas de bala y de arma blanca. La muerte se produjo por asfixia. No se sabe si fue a causa de la bolsa de nylon colocada en su cabeza o por inmersión.

El allanamiento practicado ayer en la finca de Los Cerrillos no arrojó datos que permitieran arrojar luz sobre el misterio.

Denunciante recibió el "premio al coraje"

Lea Saskia Laasner, la joven que denunció los abusos de Arno Wollensak y de Julie Ravel, escribió varios libros que cuentan acerca de su paso por la secta "Oasis de Luz", y cómo logró escapar en el año 2002. En 2005 recibió el "Premio al Coraje" otorgado por la revista suiza Der Schweizerische Beobachter por su valentía al hablar en público. Sus padres fueron quienes la llevaron a formar parte de la secta.

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