El gerente general de Tonka, una empresa B paradigmática de Argentina, disertó en Montevideo.

Tonka SA, compañía argentina dedicada a crear accesorios para artefactos de gas, fue certificada como empresa B en 2014, pero su historia de compromiso con la sociedad y el medio ambiente data de mucho antes. «Cuando nos certificamos, lo hicimos sin incluir nada especial, fue formalizar lo que estábamos haciendo», dijo Pedro Friedrich, su gerente general, quien visitó Uruguay para disertar en la actividad «Un día B».

Pero el certificado dio paso a cambios que pueden incluso llegar a la propia matriz productiva. «Comenzamos a trabajar en tres áreas: autoabastecimiento de energía, felicidad en los empleados y responder a la pregunta: ¿cuantos más productos hago, es mejor para el planeta? Y como en la industria tradicional del gas no era posible responder positivamente a la pregunta, comenzamos a virar el negocio hacia energías renovables», explicó. Y Friedrich augura un giro radical. «En algún momento nuestro negocio se abocará totalmente a energía solar, porque el gas será mala palabra», afirmó.

Esta realidad ya le está dando dividendos. A entender de Friedrich, ser una empresa B se transformó en una ventaja competitiva para Tonka, ya que el paradigma de las industrias del futuro es la energía renovable. Prueba de ello es que con la recesión, el negocio del gas bajó un 30%, mientras que el solar creció exponencialmente y permitió mantener el mismo nivel de facturación.

Así, entre las nuevas áreas de negocio, Tonka incursionó en sistemas de bombeo de agua para riego o uso hogareño con energía solar. Las bombas son de origen alemán, pero ciertos componentes se hacen en la compañía así como el rediseño de la instalación. La empresa también comenzó a investigar la confección «de la parte electrónica» de un comando para termotanques solares y a gas que maneje la interfase y «diga» si utiliza solo energía solar para calentar el agua o debe complementar con gas.

Pero las ventajas van más allá de la producción. Friedrich entiende que los consumidores del futuro valorarán más a las marcas que tengan un compromiso con la sociedad y el medio ambiente y los trabajadores estarán más motivados si están en una empresa «que hace un bien».

En su capítulo de colaboración con el medio ambiente, la empresa apostó por generar su propia energía en base a paneles solares. Comenzó con el área administrativa, pero lo está expandiendo y espera abastecer el consumo total de la planta. La inversión es de unos US$ 30.000 y se repaga en unos pocos años, reconoció el empresario, pero la importancia del proyecto «radica en hacer las cosas bien».

El segundo proyecto relacionado al cuidado del medioambiente está relacionado a la huella de carbono que la empresa emitió desde su creación, en 1969. «Lo tomamos como una deuda con las generaciones futuras, y encargamos un proyecto para reforestar la selva misionera con monte nativo. El objetivo es abarcar una superficie desmontada que permita capturar el mismo nivel de carbono que emitimos. Serían hectáreas lindantes a un parque nacional en Misiones. La idea es comprarlas, donarlas al parque y cuidarlas».

Un viaje a Bután fue el puntapié del proyecto que impulsa la felicidad de sus trabajadores. «Vimos que le prestan más atención a la felicidad que a la satisfacción y trajimos ese índice de felicidad y lo adaptamos a nuestra cultura», recordó Pedro Friedrich, de Tonka.

El plan para este año es detectar qué impide ser felices a los trabajadores. «Por ejemplo, si alguien necesita más tiempo con la familia, consumir cultura, más educación, ver qué podemos aportar». En este momento, junto con una consultora, se confeccionó el cuestionario que evaluará el tema. «No mediremos productividad, porque creemos que quien trabaja feliz produce en forma feliz y mejor».

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