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Una balada alegre de trompeta

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"A Montevideo llevaremos mucho swing: vamos a tocar duro y fuerte", afirmó.

El Jazz Tour avanza en su plan educativo con invitados de lujo

—Usted comenzó su carrera en 1980, en una época en que no parecía haber mucho futuro para el jazz y en la que como género estaba rodeado de predicciones apocalípticas sobre su pertinencia en el mundo de la música. Las preguntas serían: ¿cómo es que aún tiene tanto trabajo? o ¿cómo hizo el jazz para seguir estando vigente?

—El jazz es una forma artística. Y es por eso que el público gravitará alrededor de él según la calidad de la obra que se haga en determinado tiempo. Y quizás las cosas a veces vayan bien y otras no tanto a nivel comercial, por ejemplo, pero como forma artística siempre permanece porque a través de ella se puede ver en el alma de la gente. Y también porque el jazz es un proceso. Y el mundo se ha acercado cada vez más a los procesos del jazz en los últimos 30 años. Está la internet y la búsqueda de información que lleva a reunir a grupos de personas alrededor de un solo tema. Eso es más o menos lo que es el jazz: es un fenómeno de gente participando alrededor de una estructura.

—¿Cómo se ha expandido esa estructura en los últimos años?

—La estructura se expande según la cantidad de personas que están participando en ella. Porque la estructura es una metodología: la manera en que usamos esa forma como intérpretes. Y de la manera que captamos las respuestas. Eso enriquece el diálogo y la clase de material que tocamos. Por ejemplo están las canciones que interpretamos que las traemos de la antigüedad hacia el futuro. Eso dentro de formas fundamentales que no van a cambiar mucho.

—Usted ha trabajado con muchos artistas de diferentes géneros. Pienso en su reciente colaboración con Eric Clapton, sus trabajos con la música india o con artistas latinos como Chucho Valdez. ¿Eso es parte un interés personal por abrir los límites del jazz?

—No, no es eso. Es verdad que contribuye a cierto tipo de expansión pero eso es todo lo que hacemos. Con respecto a la música por sí misma, siempre he considerado que el próximo paso en el desarrollo del jazz estará en la gente que lo escuche.

—Usted tiene una fuerte ética del trabajo. De hecho siempre está haciendo cosas. ¿Eso también es algo que heredó de sus padres?

—No estoy seguro. Mi padre trabajaba mucho. Y mi madre trabajaba mucho. No sé si se puede llamar a eso ética de trabajo pero no importaba qué se estuviera haciendo en mi familia había que trabajar duro.

—Hablando de su familia que es una de las más tradicionales de la música de su ciudad, Nueva Orleans, y de todo Estados Unidos, ¿sintió alguna vez esa presión?

—Bajo ninguna circunstancia. Nosotros éramos una familia negra luchándola en el sur de Estados Unidos. Para nosotros no hubo ningún tipo de presión, excepto la presión sobre mi padre para alimentarnos. Esa fue toda la presión que sentí en mi vida.

—¿Qué puede esperar el público uruguayo en su presentación en el Teatro Solís?

—Mucho swing. Vamos a tocar duro y fuerte. Tenemos algunos de los mejores músicos del mundo en la banda, conseguimos arreglos que nunca se escucharon y tocamos música de toda la historia del jazz y también originales. Vamos a salir a tocar con todo.

—También habrá toda una parte de su visita dedicada a lo educacional.

—Sí. Habrá también ese intercambio educacional en Uruguay.

—Es que su carrera tiene un acercamiento muy grande hacia lo pedagógico, lo didáctico. Y eso es parte de lo que lo trae a Uruguay, donde dará charlas y master classes. ¿Cuándo se dio cuenta que eso sería una parte de su labor como músico? ¿Estuvo siempre?

—Mi padre me enseñó este arte desde que yo era niño. Crecí en un ambiente en el que la música se enseñaba.

—¿Y ese es también su legado en el arte?

—Correcto. Así crecí y así lo hago.

—¿Vio Whiplash, la película sobre el director de orquesta tiránico? ¿Es usted esa clase de director de banda autocrático y demasiado exigente?

—No. No soy así de ninguna manera. No hay que hacer eso. Ni siquiera con estudiantes. Cuando yo era profesor con 23 o 24 años, yo siempre hacía comentarios negativos a los alumnos, "tenés que tocar así, eso está mal". Y un día un estudiante que tendría 17, 18 años me dijo "¿podría enseñarme desde un tono positivo de referencias?". Esa fue una gran lección para mí porque uno tiene que señalar lo que está haciéndose mal así el alumno puede aprender pero también hay que elogiar lo que está bien. Así que desde entonces mi acercamiento a la enseñanza lo hago siempre desde el lado positivo.

—Parafraseando el título de uno de sus libros: ¿cómo le cambia la vida a la gente el jazz?

—Crea un compromiso más profundo con el mundo que nos rodea. Nos hace interesar más en lo que la gente está diciendo, te hace centrar en tu humanidad, descubrir el valor de la creatividad y entender que hay un rango ilimitado de creatividad en el mundo porque hay tantos grandes músicos de jazz.

—Por ser curioso, y sin intención de ser cholulo. ¿Usted conoció y frecuentó a trompetistas como Dizzy Gillespie, Chet Baker o Miles Davis? ¿Tiene historias con ellos?

—Sí, muchas historias. Los conocí a los tres. Eran muy diferentes entre sí. Dizzy Gillespie era muy gracioso y como maestro era muy generoso. Miles Davis era muy ingenioso e inteligente. Y con Chet Baker nunca hablé mucho. Pero siempre hallé que los trompetistas eran muy generosos y divertidos. Gente que sabe divertirse y con los que siempre uno se ríe mucho. Los trompetistas cuentan buenos chistes.

Dos funciones, workshops y conferencias

l trompetista Wynton Marsalis es mucho más que un trompetista. Compositor, docente, director de la sección de jazz del Lincoln Center neoyorquino, ganador de un premio Pulitzer (fue el primer músico en ganarlo) y nueve Grammy (como músico de jazz y músico clásico), es además una personalidad destacadísima del mundo de la música y la cultura. Ahora, el 23 y el 24 de marzo, actuará en el Teatro Solís con su Jazz at Lincoln Center Orchestra presentado por el Jazz Tour y el Centro Cultural de Música. No es la primera vez que viene a Montevideo: los jazzeros locales recuerdan aún una actuación a teatro lleno en el Plaza en 2005. Esta vez realizará dos funciones en medio de una agenda muy ocupada.

Parte de una de las grandes familias musicales de Nueva Orleans, su ciudad, Marsalis es hijo del pianista Elis Marsalis y hermano del saxofonista Branford, el trombonista Delfeayo y el baterista Jason.

Nacido en 1961, Wynton Marsalis siempre fue considerado un prodigio de su instrumento. En 1979 ingresó a la exigente Julliard y un año después ya formaba parte de los Jazz Messengers de Art Blakey, en el comienzo de una serie de participaciones en grandes bandas del género. Desde entonces ha tenido una carrera fulgurante con más de nueve millones de discos vendidos en todo el mundo. Su acercamiento es al jazz más tradicional. Ha sido además, un ferviente promotor del género, con programas de televisión, documentales, libros y cursos y master classes en todo el mundo. También las hará en esta visita a Uruguay.

En una charla telefónica con El País, Marsalis habló de su vida, de la vigencia y de por qué los trompetistas son personas generosas y de buen humor. Este es un resumen de ese diálogo.

n Los conciertos previstos para los días 23 y 24 de marzo en el Teatro Solís, son presentados por el Jazz Tour y el Centro Cultural de Música, respectivamente. La Jazz At Lincoln Center Orchestra con Wynton Masalis está conformada por Marsalis en el rol de director musical y trompeta, Ryan Kisor, Marcus Printup y Kenny Rampton también en trompeta, Vincent R. Gardner,Elliot Mason y Chris Crenshaw en trombón, Sherman Irby en saxos, Ted Nash, Walter Blanding, Victor Goines y Paul Nedzela en saxos y clarinete, Dan Nimmer en piano, Carlos Herniquez en bajo y Ali Jackson en batería.

Las entradas para la función del lunes, pautada para las 20.30 horas se venden en Red UTS en locales de Red Pagos, Tienda Inglesa y boletería del teatro, mientras que para el martes a las 19.30 horas el remanente de las localidades destinadas al Centro Cultural de Música se liberarán al público general el 19 de marzo. Los precios van desde $ 800 hasta $ 2.500.

En este marco, el Jazz Tour avanzará en el plan educativo que se propone llevar adelante y está previsto que Marsalis y la orquesta participen en conferencias, workshops, una jam session y una sesión de preguntas y respuestas para estudiantes.

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"A Montevideo llevaremos mucho swing: vamos a tocar duro y fuerte", afirmó.

wynton marsalis

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