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"Somos pocos los que no se compran"

| Llevó lo que él llama un boicot, a los juzgados, y promete que pagarán los que lo inhabilitaron. Su estilo frontal molesta, dice. Fustiga a Morena, a Casal, a Passarella y al periodismo deportivo.

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El País

MAGDALENA HERRERA

Nunca fue amigo de Casal y desde 2001 cortó toda relación. Está enfrentado en juicio con la Asociación Uruguaya de Fútbol y la que nuclea a los directores técnicos porque no lo habilitan a dirigir, tema al que se refiere como un boicot. Confiesa que no es parco, pero que tantas piedras en el camino cuando le tocó dirigir a Nacional lo llevaron a no tener ganas de reír frente a cámaras. De Morena dice que fue un goleador espectacular, y un entrenador que subsistió gracias al amor que le tiene Peñarol. De los rumores de su homosexualidad se ríe, "me volví mediático luego de ganar cinco grandes campeonatos a los 22 años, y con eso me llegó la homosexualidad. A alguien le molestó que tocara el cielo con las manos en el deporte". Hugo de León hace honor a su apellido, en cuanto ruge su verdad sin pelos en la lengua.

-¿Cuándo vuelve a la cancha?

-Estoy reacio.

-¿Por qué?

-Por un lado, fue una gran satisfacción volver a Nacional, reencontrarme con mi gente, e incluso marcar un estilo. Pero frente al boicot que recibí durante muchos años llegó un momento que no tuve más remedio que decir `basta`. Tanto es así que estoy en un juicio. Me sacaron la chispa y alegría por lo que hacía. Igualmente me siguen llamando, y fácil he dicho a 20 equipos que no. En realidad, no hay ningún proyecto que me encienda la llama como para ser técnico nuevamente. Se me apagó el brillo de estar ahí. Por eso no he vuelto.

-¿Se refiere a boicot por todo el tema de la habilitación para dirigir?

-Sí, me refiero al tema de la no habilitación, el manoseo mediático, gente que sabe que reglamentariamente estoy habilitado y no lo dice, y todo lo que sucedió. Por ser de Nacional y por mi estilo de vida, tengo mucha gente en contra.

-¿Por qué no hizo o hace el curso, y se acaban los problemas?

-Porque no tengo que hacerlo. Si debiera, ya lo hubiera hecho. Esa es la sencilla razón, no es de cabeza dura ni nada. Yo hice cursos en Brasil, y tenía que acreditarme en Uruguay y me acredité. Luego se dijo que había que tener tres años de dirigencia, y yo tenía ya cuatro. Igualmente siguen sin habilitarme, cuando ellos habilitan a un ayudante de campo de un entrenador de la selección. Todo es dirigido, pero bueno, en el juicio nos vamos a ver la cara y veremos cuánto daño me han hecho. También se verá reflejado en números los daños y perjuicios, lucro cesante, daño de imagen y muchas cosas más.

-¿Por esa razón se enemistó con Fernando Morena o el encono venía de cuando jugaban en equipos contrarios?

-Nunca fui amigo de Morena. Participé junto a él, yo por la Mutual, él por los entrenadores, de reuniones para hacer los cursos diferenciados en Educación Física en el año 94, antes de hacer mi segundo curso en Brasil. Ahí tuve alguna relación. Luego, cuando la Asociación que nuclea a los directores técnicos se volvió en contra, se generaron los problemas. Al no entrar más entrenadores, ellos siguen trabajando en un convenio que va contra las leyes laborales y está muy mal hecho. Ha subsistido por el corporativismo que existe, la complacencia de los dirigentes y de la prensa. Se está avalando algo que fue y es totalmente nefasto para nuestro fútbol. Morena es uno más de ellos; le tocó hablar. En realidad, la única forma que tenía para hablar era de mí. ¿Sobre qué lo iban a entrevistar en ese momento? Fueron mediáticos gracias a mi trabajo.

-¿No hay rencores anteriores?

-Jugué tres clásicos contra él; fue un goleador espectacular, que lamentablemente como entrenador no existió, subsistió 20 años gracias al amor que le tiene la gente de Peñarol. Pero bloquear a sus ex compañeros en su trabajo le ha dado una imagen tristísima. Él, que fue ídolo, que participe de algo tan nefasto, es triste. Pero es su vida, cada uno es como es. Y él es triste.

-Ha dicho que tuvo varias ofertas, ¿cuáles fueron las últimas?

-Ahora mismo, cuando estaba con la Mutual en Caracas, me llamaron de equipos de Paraguay, de Colombia y de Brasil.

-¿Por qué no acepta? ¿No llegan a lo que pretende en lo económico?

-No, no es eso. Con el único que discutí de números fue con Cerro Porteño. Como no me pagaban lo que pedí para mi cuerpo técnico, no fui. A los otros no les doy la chance de discutir lo económico porque no me veo en el proyecto del equipo y tampoco creo que puedan llegar a pagar lo que vale el cuerpo técnico.

-¿Le gustaría volver a Nacional?

-Ahora voy a terminar este juicio, y luego veré qué voluntad me queda para entrenar o no. Asimismo, ver si la gente de Nacional me vuelve a solicitar o no. No es solo que yo quiera. No he vuelto porque no me han llamado. Cuando termine, veré como estoy anímicamente, y en qué situación está el club.

-¿Qué significa Nacional?

-Mi vida, mi casa, los sentimientos más profundos, las mejores victorias, el mejor relacionamiento con su gente. Porque defiendo a Nacional como si fuera mi propia casa. Eso le gusta al hincha, y es lo que me ha hecho diferente de muchos que han estado en Nacional.

-Una oferta millonaria de Peñarol...

-No, no todo es dinero en la vida. Con dinero no se compra todo. Sirve para algunas cosas pero no compra sentimientos, ni tranquilidad y tampoco a ciertos profesionales. Hay un grupo que estamos fuera de eso. No muchos, pero estamos fuera. Somos cada vez menos.

-¿En el fútbol se da mucho?

-Sí, porque todo se mueve por dinero. Algunos todavía mantenemos esa cosa lírica de aferrarnos a los sentimientos, a los clubes que amamos. Pero el mundo ha evolucionado, y la plata a veces ha opacado y pasado por arriba de los corazones, los sentimientos, de todo.

-Ha dicho que el fútbol no solo se juega en la cancha, refiriéndose a las presiones externas de ese negocio. ¿Siempre fue así, o cuando usted jugaba no lo era?

-Siempre fue así, pero como no había televisación, no se veía. Siempre hubo presiones y quienes tenían los mejores contactos llevaban ventaja o poderío económico. Es mentirse y engañarse en la vida decir que el poderoso es igual al que no tiene nada. El tráfico de influencias funciona en todos los niveles, y en el fútbol también. Hoy, la televisión, lógicamente, y con repeticiones, muestra más los horrores que no son errores. Entonces ahí queda la duda. Hasta dónde fue error humano, o está direccionado. Se han decidido muchos campeonatos fuera de la cancha. Quedamos eliminados del Mundial 82 porque Perú había arreglado los arbitrajes. Nos robaron en el estadio, y afuera. Lo sentimos en carne propia. Ahí empezamos a entender lo que era un arbitraje direccionado. Cuando yo salgo echado -bien, porque era la segunda amarilla- y los compañeros le reclaman al árbitro, él dice que el partido tiene que terminar cero a cero. Porque así clasificaba Perú. Y ese juez arbitró en la Copa del Mundo del 82. La eliminatoria del 81 me marcó: conocí otra faceta del fútbol. De ahí en más lo pasé a entender, lo viví y lo sufrí.

-En el libro de Bardanca, "Yo Paco", usted dice que los llamados de futbolistas para la selección le llegaban de Casal. ¿Es así?

-¿Precisa que Bardanca diga de dónde venían? Todos en el fútbol sabemos de dónde salían. Hubo un momento en que la selección no se manejó directamente desde la Asociación. Sucedieron cosas atípicas, tanto que en ese período muchos jugadores renunciaron porque no entendieron el juego de las citaciones. Se vivió un capítulo que no fue nada bueno para la selección. Una pena que Bardanca no se preocupara de dar los nombres de quiénes hicieron los mandados. Atacó al chancho y no a quien le rasca el lomo.

-En algún momento estuvo cercano a Casal, y luego se alejó...

-No, nunca estuve cerca.

-Bueno, cuando la huelga de futbolistas usted era uno de los abanderados...

-No tiene nada que ver. Hice la huelga convencido de lo que había pasado, y lo mantengo hasta ahora. Todo lo que sucede afuera no tiene nada que ver con lo que es el espectáculo, los futbolistas o el cuerpo técnico. Hay equipos que han perdido campeonatos por líos que pasan fuera del estadio. Lo considero absurdo. Hay que llevar a los vándalos a las comisarías, como hacen en cualquier lugar, y que no vayan a molestar y armar lío. Pero no sacar puntos y hacer perder a instituciones que se proyectan, gastan mucho y que, por cierto reglamento, pierden jugadores en la cancha por cosas que pasan fuera. Si es adentro del estadio estoy de acuerdo. Los únicos torneos en el mundo que arrancan en negativo son en Uruguay. Porque lamentablemente somos muy negativos.

-Le preguntaba sobre su relación con Casal.

-Una cosa es conocerlo, estar con él, y otra, participar de su núcleo. Yo lo conocí, y participé en alguna de sus reuniones. Desde 2001 no participo de nada, porque nuestros caminos son muy diferentes. En ese momento, hice un desvío total.

-¿Qué cambió en usted con respecto a él?

-Cada uno es como es. Le tuve que hacer caso a un hermano mío que falleció, sobre cosas que me había dicho y que, con el tiempo, me di cuenta de que tenía razón. Mi camino y estilo de vida es tan lejano al de Casal, que sentí que no tenía que pasar muy cerca de él, nada más. Cómo es, o deja de ser, es su problema. Yo no trabajé con él, no soy parte de su familia o sus amistades. Mi única experiencia profesional fue cuando me llevó a River, contra mi voluntad porque no quería ir, y me prometieron un dinero, del cual él era el responsable, y terminé cobrando menos de la mitad. Fue la única experiencia, para nada buena.

-¿Cuál fue su reacción cuando le dijeron por primera vez que se decía que usted era homosexual?

-Mirá, no sé si se empezó a decir cuando salí mejor jugador uruguayo en el 79, cuando gané la Copa América, el campeonato uruguayo, el Mundialito o cuando fui a Brasil y Gremio gana su primer título. Fue demasiado seguido, me volví muy mediático, se ve que molesté a alguien y quedé homosexual. ¿Qué puedo hacer yo frente a alguien que se ve que quedó frustrado porque yo llegué? ¿Le voy a explicar a cada uno para qué uso el pito? Si voy a estar aclarando aquí y allá, no vivo. Que digan lo que quieran. Esto es el resultado de que alguna vez toqué el cielo con las manos en el deporte. Yo vivo mi vida, y que cada uno haga lo que pueda. ¿Voy a estar preocupado? Preocupados están ellos porque mi estilo de vida les molesta. Lamentablemente hasta que me muera voy a ser una molestia, porque cada vez me voy a divertir más.

-¿Está solo ahora?

-Sí. Soy muy exigente. No encuentro a mi copilota de vuelo. Como buen pisciano viajamos mucho mentalmente. No es fácil, pero espero encontrarla. Me gusta estar en pareja.

-¿Le pegó el cincuentazo?

-Nooooo. Ni el cuarentazo. A mí no me pega nada. Aparte, eso es lo que dice la cédula, yo vivo con otra edad.

-¿Cómo es la relación con sus dos hijas?

-Divina, divina. A veces me critican por mis relaciones pero...

-¿Porque son de la edad de ellas?

-Sí (se ríe). Les digo `papito se conserva muy bien, no sean posesivas, dejen compartir`.

-¿Por qué dio siempre ante la prensa esa faceta parca?

-La gente quería que yo me riera cuando daba entrevistas y estaba trabajando, cuando yo sabía que el entorno estaba esperando para pegarme. Un entorno que no era favorable a Nacional. Entonces, ¿cómo iba a estar riéndome, cuando sabía que estaba rodeado de enemigos que estaban deseándome el mal? Yo estaba aferrado a Nacional, fui súper profesional, defendiéndolo con uñas y dientes, para sacarlo adelante. Sé que mi estilo de vida y mi manera de decir las cosas choca, pero es la verdad, y solo así puedo vivir tranquilo. No dependo de nadie, no tengo que mentirle a la gente, que es lo normal acá, que mientan todos los días. Claro, eso choca. Porque se miran al espejo y dicen: `Mirá todo lo que yo tengo que hacer para vivir y éste que va en contra de todos igual vive bien`. Molesta. Entonces, había que pegarme, sacarme de ahí. Conozco bien el juego mediático; los que, en prensa, son profesionales y los que no, los que mandan mensajes subliminales, los que son hinchas de uno u otro cuadro. Mi vida iba por otro lado, no tenía nada que ver con mi profesionalismo y mi manera de encarar ese palco iluminado que viví un tiempo y que hoy estoy fuera. Como técnico estuve en un palco, luego apagué la luz y volví a mi vida normal.

"Me pegan porque digo que mienten"

Hugo de León es muy crítico de la falta de profesionalismo del periodismo deportivo; dice que lo sintió, lo vivió y lo puede asegurar con todas las palabras. Afirma que la prensa ha jugado y juega un rol preponderante y que la mayoría son de Peñarol. "Lo salí a decir para que el hincha lo supiera. ¿Pero qué descubrí yo? Lo que todo el mundo sabía y nadie se anima a decir. Pero es un problema de los jefes que los contratan. El llamado al orden lo tendría que dar el jefe y decir: `Mire, se le está saliendo un poco la camiseta, remánguela, sea más objetivo`. Así es la historia, los conozco a todos, con algunos me relaciono, con otros no".

Cuando se dice la verdad, señala De León, se duerme tranquilo, "y al que le llega es porque sabe que está en falso". "A los profesionales de verdad no les llega lo que digo. Pero los que hacen esos mandados y se nota su camiseta, saben que les estoy hablando. Vivo diciendo mis verdades y a muchos les molesta porque viven mintiendo. ¿Sabés lo triste que es vivir mintiendo? Ser pago y, la mayoría del tiempo, deshonesto con la profesión. Y encima, que lo diga uno como yo, que estoy en contra de todo, que no tengo padrinos e igual hice mi carrera. Les molesta. Pero lo hago y más en este fútbol decadente, que cada día vemos cómo lo entierran más.

-¿Cuáles cree que son las causas?

-La falta de dirigencia. Hay que preguntarse para qué están: `Usted está aquí ¿para qué? ¿Si no hace nada? ¿Cual es su función?` Ver cómo se hunde el fútbol. No hay un familiar que les pueda decir la tristeza que dan como dirigentes. Algún misterio deben tener ciertos sillones que atraen tanto.

-¿Los técnicos no se equivocan? ¿No le erró al desplazar a Lugano?

-No. En ese momento, Lugano no había explotado como jugador, como para que tuviera la posibilidad. Fue mucho después. Él estaba cumpliendo un proceso, pero había jugadores que ya estaban titulados, tenían más experiencia que él. Me he equivocado, pero ese no es un caso puntual. Erré en la manera de plantear partidos, en sacar o poner a algún jugador. Pero lo importante es asumir los errores y corregir. Es parte de la profesión y creo que le erré lo menos posible. Es imposible no fallar y más cuando se maneja un grupo de 25 jugadores. Pero en el balance, me he equivocado lo menos posible de acuerdo a los jugadores que tenía. Y tengo hinchada porque soy un bolso que dirigí Nacional como les gusta a los bolsos. Esa es la verdad.

"Passarella temblaba con la camiseta de Uruguay"

"Nacional no está jugando bien, pero está ganando. Si mañana encuentra un equilibrio con un mejor fútbol, los resultados le favorecerán", dice De León.

Defiende al "Chengue Morales" en su pasaje por el club albo: "Fue una carga demasiado pesada la que le pusieron. Lo quisieron utilizar en demasiadas cosas y a veces no se está preparado. El `Chengue` podía ser el ídolo de Nacional, pero no el bastión, el que pasa todo por él, el que tiene que reclamar los sueldos, o pelearse con todos. Tampoco estaba preparado para la frustración de perder un clásico, pero venía con un cúmulo de mochilas que le cargaron, y lo superaron. Defendió a Nacional de la manera que lo sintió, cometió un error, pero bueno, nadie es perfecto".

-¿Cómo fue su relación con Pasarella en River como futbolista y luego aquí, él como entrenador de la selección y usted en Nacional?

-Estuve 15 días en River. Antes de tener problemas, aproveché que la selección estaba preparándose y pedí volver. Tabarez y Gesto me citaron y me vine. Si me hubiera quedado habría tenido problema porque él me quería en el banco, y yo no iba a aceptar. Evité tener lío. Después lo vi en la Selección aquí. Fue a visitar a Nacional, estuve reunido con él porque tenía cuatro o cinco jugadores que también jugaban con la celeste. Hasta que un día, estábamos concentrados en Punta del Este, me quiso pasar por arriba con el peso del poder, diciéndome que le tenía que dar los jugadores los días que quisiera. Y le respondí: `Hasta acá llegamos con esta relación, defendete vos, que yo me voy a defender. Te voy a dar los jugadores los 5 días como dice el reglamento. Si los otros equipos por amiguismo y porque creen que tenés más poder te quieren dar 7 u 8 días, te felicito. Pero a mí no me vas a llevar a los sustos, y a Nacional menos`. Se los dimos en fecha y forma. El renunció porque no las tenía bien puestas, porque no le tenía fe a los jugadores para clasificar, y la imagen de él le preocupaba. Esa es la realidad, y no Vicente Sánchez ni nada de eso. Fue un tema de que se miraba al espejo y temblaba con la camiseta de Uruguay. No las tenía como para dirigir una selección como la nacional. Y lo demostró.

Hombres en la mira

Enzo Francéscoli. "Un jugador que realizó una carrera impresionante en Argentina".

Richard Morales. "Un jugador que traje a Nacional, al que le tengo respeto y admiración, y una relación de buena amistad".

Rúben Sosa. "Sin palabras. Un `bolso` de alma, un tipo con una alegría y entusiasmo que contagia, un ser muy especial".

Miguel Restuccia. "Quien me enseñó el sentimiento de Nacional. Un dirigente con unos valores y una dedicación hacia el Club, y también hacia los jugadores. Los que aprendimos a conocerlo supimos que don Miguel fue un hombre muy especial para todos los que lo disfrutamos como presidente".

Dante Iocco. "Tuve dos facetas con él. Primero como jugador, pero me termina reconociendo lo que yo hacía por Nacional cuando ya era técnico. Siempre tuve una buena relación, pero no tan allegada como cuando luego vio cómo defendía a Nacional como técnico. Ahí pasó a entenderme. Un gran presidente y una gran persona".

Washington Cataldi. "Fue un hombre importantísimo para Peñarol, para el fútbol uruguayo, con una visión futurista que los dirigentes de hoy no tienen".

Eugenio Figueredo. "De los dirigentes más inteligentes que ha habido aquí. Sólo él pudo haber llegado y estar a donde está, gracias a su inteligencia".

Jorge Da Silveira. "No existe, subsiste".

Cr. José Pedro Damiani. "Falleció lo más grande que tuvo Peñarol después de Cataldi".

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