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Confusiones de alcoba

| Experto argentino en conflictos afirma que ahora las parejas se basan en lazos líquidos y no sólidos. La mayoría de las crisis maritales se desarrollan de noche.

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MARÍA INÉS LORENZO

Atrás quedaron aquellos tiempos en los que el casamiento se formaba, en muchos casos, sin amor, por pactos que hacían las respectivas familias para conservar una determinada posición socioeconómica. Tanto la realidad cultural como los desafíos matrimoniales cambiaron por completo. La sociedad avanzó en la últimas décadas y la autonomía que adquirió la mujer, sumado a las responsabilidades comunes de la pareja para criar a sus hijos, reestructuraron en parte las relaciones conyugales. Como todo, tiene sus aspectos positivos y negativos.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la cantidad de contratos matrimoniales descendió alrededor del 25% en los últimos diez años en Uruguay y más de la mitad de las parejas que se casan por año se divorcian tiempo después. Sin embargo, el matrimonio como institución no ha perdido peso porque tal como sostiene el argentino Cristian Conen, Doctor en Derecho Matrimonial, las personas por lo general siempre desean casarse. Pese a que un 60% más de personas optan por la unión libre, en comparación a 10 años atrás, el rechazo que la sociedad siente no es hacia el matrimonio sino hacia una idea confusa que se tiene sobre éste.

FRAGILIDAD. ¿Por qué cada vez hay más conflictos entre los matrimonios? Para explicar esa realidad, Conen parte de una idea del sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Según el experto, la sociedad contemporánea atraviesa una etapa de crisis, correlativamente con la de la familia. A su vez, ésta tiene conflictos porque los vínculos en los que se encuentra formado son líquidos, y no sólidos. Y comprender la diferencia entre esos dos conceptos es vital para que una relación matrimonial no se deteriore con el tiempo, expresa el doctor Conen.

¿POR QUÉ? Tanto la vorágine diaria como el consumismo que rigen la vida actual casi siempre se trasladan a las relaciones interpersonales, y eso lleva a que el matrimonio se desintegre o desestabilice. Cuando sucede se habla de amores líquidos y frágiles que, a diferencia de los sólidos, se evaporan. "La vida entre dos personas ya no es hasta que la muerte los separe sino hasta que la vida los separe", reflexiona Conen.

Actualmente la relación de pareja se rige por una visión fragmentada del amor, asegura el experto, "pero paradójicamente las personan desean construir relaciones de amor sólido". Y la necesidad de ser respetado y correspondido se refleja claramente en los jóvenes, ya que cada vez más, los novios, prefieren "probar" y vivir en pareja antes de casarse. Alrededor del 26% eligen la unión sin papeles.

El problema es que no se puede comparar una entrega total, como lo es el matrimonio, con una parcial, como la convivencia, explica el doctor Conen. Justamente las etapas que generan más roces en una pareja son muy variadas como la llegada y educación de los hijos, la pérdida de un trabajo, o la cantidad de años que llevan juntos.

Ahora, ¿cuál es la receta para conservar un matrimonio luego de tantos años? Según Conen, la clave consiste en lograr una integración entre las relaciones profesionales y familiares. Quizá resulte fácil a simple vista, pero no lo es tanto ya que depende del tipo de crisis que enfrente la pareja.

ANORMALIDAD. El doctor distingue dos tipos de conflictos matrimoniales: los normales y los anormales. En los primeros aparecen por factores culturales, como por ejemplo los cambios de personalidad de un hijo, la menor o peor cantidad de tiempo que comparte la pareja por las presiones profesionales.

Los anormales son aquellos que no dependen del entorno, sino de problemas patológicos o falta de amor, es decir, cuando las parejas no tienen capacidad para enfrentar las situaciones de la vida diaria y buscan ayuda profesional.

"Ambas crisis matrimoniales son muy frecuentes. Lo que se debe tener claro es que los conflictos son naturales y no empobrecen una relación. Por el contrario, las discrepancias enriquecen a la pareja, porque tanto el hombre como la mujer descubren aspectos psicológicos y emocionales del otro", explica el especialista.

Lo primero que la pareja debe plantearse es si realmente está enamorada; si se da cuenta de ello luego es sencillo. Para el doctor el secreto resulta de entender, aceptar y respetar esas diferencias. Tal como expresó: "nuestras afectividades deberían ser inteligentes y nuestras inteligencias afectivas". ¿Qué significa ello? Ante una situación de crisis o de toma de decisiones, no hay que dejarse llevar ni por la razón o por el sentimiento a la exageración, ya que ambos extremos son malos.

La mayoría de las veces, las parejas se estancan en el proceso de maduración de la relación e incluso llegan a confundir un flechazo a primera vista con el verdadero amor. Lo cierto es que el flechazo trastorna la atención. El problema es que, como esa fascinación hacia el otro desaparece de manera rápida, la persona cree que se perdió el sentimiento. Entonces, se busca nuevamente otra persona que lo fleche.

"Más que amar a una determinada persona se ama la sensación que ésta genera. Es un círculo que va en contra de la cultura del matrimonio", finaliza el doctor Conen.

El dato

80% Es la cifra que refleja el incremento de la cantidad de divorcios que se registraron en los últimos diez años en el país.

Paso por paso; amor sólido, realidad y más

Los cambios en la familia se han dado de manera muy rápida en los últimos años y ello repercutió en la sociedad. De ahí la necesidad de educar para que las relaciones de amor entre los jóvenes sean sólidas.

Existen tres aspectos fundamentales para hacerlo: la información, es decir, tener ideas claras acerca de lo que está bien o mal en materia de amor y sexualidad; la formación, importante para inculcar valores humanos; y el liderazgo o testimonio de la experiencia vivida por los padres, explica Conen.

En 2004 el 50% de la población española que se casó se divorció el mismo año. En Uruguay, hace más de 20 años la relación entre casamientos y divorcios era de 12 matrimonios por cada divorcio. La cifra fue creciendo a tal punto que se han igualado.

Alrededor del 15% de los hombres que se divorcian luego se vuelven a casar o conviven con nueva familia.

Según el Instituto Nacional de Estadística, alrededor del 20% de las mujeres eligen vivir solas con sus hijos.

Actualmente, muchos de los matrimonios en crisis optan por dormir en camas separadas para convivir en armonía. Según los expertos, esa tendencia no significa que la vida sexual de la pareja sea mala. Es una alternativa para aliviar las tensiones entre la pareja, ya que la mayor cantidad de roces aparecen en la noche, cuando se descargan las tensiones.

Según Conen, es importante que el hombre y la mujer sean amigos ya que los sentimientos se cultivan compartiendo distintas experiencias. Así es que el recuerdo va poblando la memoria de las personas casadas, y determina en muchas casos, el fin o no de una relación. Tal como sostienen algunos psicólogos, las separaciones se dan cuando la pareja no tiene buenos recuerdos.

El doctor de Derecho Matrimonial, el argentino Cristian Conen, dictará una conferencia sobre la conflictividad, el sábado 24 de marzo, a las 20 horas, en el Hotel Ermitage.

Hijos juegan rol vital en el matrimonio

Los conflictos matrimoniales casi siempre se trasladan al resto de la familia e influyen en los hijos. Tanto el hombre como la mujer deben tener en cuenta esos aspectos y actuar en consecuencia. "Lo primero que hay que hacer es aceptar el conflicto y analizar sus causas. Si bien los hijos muchas veces generan situaciones de estrés, propias de cada edad o personalidad, no son los verdaderos culpables de las crisis. Quienes producen los roces son los padres, que están desorientados y no saben cómo enfrentar las etapas de crecimiento de sus chicos. Ellos no deben involucrarlos, porque no sólo les afecta psicológicamente sino también se corre el riesgo de empeorar un conflicto", explica el argentino Cristian Conen, Doctor en Derecho Matrimonial.

Según el INE hace 20 años, 7 de cada 10 niños uruguayos eran hijos de padres casados. Actualmente, el porcentaje disminuyó sustancialmente. El matrimonio debe adaptarse al cambio y actuar de manera inteligente para no desintegrar la familia, sugiere Conen.

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