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SI SALVADOR PUIG (1939-2009) -firmaba así sus poemas por consejo de Ángel Rama, dejando el primer nombre, Bécquer, para sus documentos, sus oficios de locutor y periodista, su familia y amigos- hubiera escrito sólo La luz entre nosotros (Alfa, 1963, hoy inhallable), igual tendría un lugar en la historia de nuestra poesía. Libro raro, que aunque se titule con una cita del Evangelio de Juan, trasunta una serena y sentida certeza de muerte, que asombra al lector, por la juventud del poeta -la alegría de vivir, cauta a la vez que juguetona, vendrá con la madurez. Libro en el que se nota, junto a las de Eliot y Cernuda, la influencia de Jorge Guillén, en el ritmo y el español nada montevideano, pero no en el júbilo sensorial de Cántico ni en el dolor, la furia y la ironía de Clamor, con lo que se ve que desde el inicio -había publicado algunos poemas en Marcha- ya caminaba con sus propios pies.

El libro está dedicado a Don Vicente Basso Maglio, poeta riguroso y hermético, pero además periodista y fundador, entre otros medios, de Radio El Espectador, donde Puig comenzara su carrera de locutor. Allí inició su amistad, profunda aunque intermitente, con un colega, Alfredo Zitarrosa. Basso sería un mentor para ambos, más allá de diferencias estéticas.

SEGUNDO PASO Y SILENCIO. Siguió un poema memorable, "Comandante Ernesto `Che` Guevara", de 1967, más conocido por su primer y último verso, "Las palabras no entienden lo que pasa", político hasta el tuétano, sin panfleto, cuerda que Puig continuó afinando en sus libros de madurez. El ritmo y el metro -casi por entero endecasílabo- de este texto marcan una continuidad estilística con La luz entre nosotros. En posteriores opus, Puig experimentará con la sonoridad, las imágenes y los tonos, por lo que esta obra junta deparará al lector que se acercara por primera vez a este poeta la agradable sorpresa de que cada uno de los siguientes siete libros es, sin desmentir la personalidad poética de Puig, antes bien, construyéndola, muy diferente a los anteriores.

Pero esta experimentación poética comenzó a gestarse con un silencio de más de una década. Puig quemaría sus escritos de esos años, por considerarlos fallidos. Esta ausencia de pasos intermedios, aumentó el impacto que Apalabrar, de 1980, produjo en los lectores. Revisitado ahora, el texto se mantiene vital.

APALABRAR. "Que ni el hastío ni la desesperación son situaciones reales", termina el primer poema, lo que debía escribirse en año tan terrible, porque era la verdad, que luego dirían las urnas. Pero eso fue recién el último domingo de noviembre de 1980, y los primeros sorprendidos fueron muchos votantes del NO. Leer la así llamada apertura democrática en el diario del lunes es un picnic, lo difícil fue transitarla como uruguayo de a pie. Y para entender lo que pasaba en cada momento había que ser adivino o profeta. Los poetas lo son de vez en cuando.

Escribe Alicia Migdal (en la cronología al final del libro) sobre la participación de Puig como locutor en la primera campaña del Frente Amplio, que años después el poeta se desencantaría de la política. Pero es un desencanto sano: es dejar de hacerse ilusiones, por definición falaces, sin perder la esperanza, modesta y cauta pero realizable. Ese "desencanto" es clave para entender el costado político -inseparable del ético- de la obra de Puig luego de Apalabrar.

Hay otros hallazgos. En lo amatorio, por ejemplo. Dos muestras: en "Retrato de una mujer" escribe "Debo decir que había en los músculos de tus piernas/ La tensión requerida para un salto de pensamiento", entre otras imágenes igual de contundentes; en "Carta triangular", donde el yo lírico dirige una carta a otro hombre, con el que tiene en común haber amado a la misma mujer, escribe que ella tiene su edad, la de ambos hombres cuando la amaban "Y la de toda la tristeza junta."

Como en muchos libros de poesía de los 80 -incluso de poetas más jóvenes- Puig teje en sus textos una compleja red de citas y alusiones a obras de arte y artistas. El decir directo era entonces riesgoso hasta lo imposible: había que trabajar con lo sobreentendido. Esto le da al libro -y en buena medida a los siguientes, con la excepción, hasta cierto punto, de Memorias del habla, libro póstumo que se publica en este volumen, con prólogo de Roberto Appratto- una cierta dificultad, porque requieren del lector mucho conocimiento y atención constante. Pero el trabajo se recompensa con la riqueza de sugerencias culturales, donde las referencias eruditas se hacen en un registro coloquial, invitando a averiguar, y se entrecruzan con otras más populares -el tango en general y Gardel en particular, el candombe, Chaplin- creando una cierta complicidad entre la voz poética y el lector.

Apalabrar es para algunos críticos y muchos lectores, "el" libro de Puig, que hasta "le hace sombra" a los otros. Cotejarlo con ellos en un mismo volumen permite apreciar el valor de cada libro y la unidad de la obra, aun pese al salto estilístico entre los textos de los 60 y este segundo libro.

DUDAS Y APUESTAS. En 1984, con Lugar a dudas, otra vez Puig acierta con lo difícil de ver. En medio del entusiasmo por la democracia inminente, dice a la vez el dolor, la esperanza y la duda -dura de confesar- de los sobrevivientes. "La realidad/ Entre lo que queremos y lo que lloramos/ Por los siglos de los siglos", escribe en el poema homónimo, que abre el libro, indicando que la dictadura dejará, y más en quienes la vivieran de modo directo, cicatrices definitivas. Señala el desconcierto de los nacidos en otro Uruguay, e incluso cierta culpa de haber sobrevivido ("Normal es haber nacido/ Pero no tanto estar viviendo"). El horror de presenciar tanto crimen y tener que callarlo ("…andábamos (…)/ Como fantasmas por el mundo/ Sin poder ni decir/ Lo que veíamos"). Y la distancia insalvable entre el que se era antes del desgarro y el que se termina siendo luego. Sin embargo, el mero seguir vivo ya es victoria: "Todo eso y sin embargo/ No hay mundo sin nosotros", concluye el poema.

Este tono, podría decirse, de optimismo informado, se continúa en Si tuviera que apostar (1992) que se abre con un texto ("Salida de emergencia") que el poeta caracteriza de "módicamente pesimista", pesimismo módico que es, por el reverso, la evolución natural del optimismo ante la experiencia. Poeta lúcido desde el arranque, la madurez, tanto vital como poética, le blinda de realismo la esperanza, siendo el humor elemento no menor en la aleación de la coraza. Podría decirse que el poeta llora sin ser llorón, y sonríe y hasta ríe con el debido pudor, sin frivolidad. Se hacen recurrentes los retruécanos, juegos de palabras y rimas internas, pero sin caer en el exceso.

Sabiendo desde el inicio que "allá en el fondo está la muerte", se atreve sin embargo a apostar a la vida y a la poesía. La madurez, que nos despierta de algunos sueños, no es abdicación, como ya podía verse en el poema a Yves Montand de Lugar a dudas, donde le reprocha al cantante francés que, junto con lo que de inmaduro tuvieran las utopías en la juventud, hubiera desechado, en aras del éxito y la comodidad, el carozo ético, ese sí indestructible, que las sustentara. Por eso es que, abriéndose con "módico pesimismo", el libro concluye volviendo a publicar, veinticinco años después, el poema al "Che" ya referido.

DECIR. Por así decirlo (2000) marca continuidades y virajes en la obra de Puig. Persiste en las citas y alusiones, con las que se construye al mismo tiempo un contexto cultural y una cofradía interior -al "hacerse acompañar" por artistas de las más variadas disciplinas, registros, períodos y procedencias-, pero aumentan los textos en que la comunicación con el lector es más directa.

Prosigue la asunción de la duda, también como oportunidad para que la poesía construya -tanto da si reales o ficticios- argumentos válidos para no querer morirse. El poeta da cuenta de sus angustias y sus gozos, de sus búsquedas y hallazgos, que remiten a quien lee a los suyos propios. Nada sugiere que la indagación por el sentido alcance respuestas a salvo de duda, pero permite hermanarse con los que también se interrogan. En "Nocturna", se plantea que un perro ladra para preguntarle cosas a la luna, un segundo perro se le suma y concluye: "…en la pregunta del segundo/ hay algo de consuelo/ para la pregunta del primero." En muchos de estos textos, a propósito de situaciones cotidianas, Puig conjuga brevedad, sencillez y reflexión, nota en la que insistirá, sobre todo en su último libro.

En paralelo, sigue haciendo girar muchos textos alrededor de referencias cultas, aunque uniendo lo académico y lo popular, como se ha señalado. Destacan textos como "Cantor", de Por así decirlo, que reúne a Gardel y al tenor sueco Jussi Björling con el recuerdo del canario en el patio de la infancia, o "Polis", de En un lugar o en otro, que a propósito de unas declaraciones de Vittorio Gassman da una lección sobre cómo el artista puede conjugar su compromiso ético y estético con el político, sin comprarse castillos en el aire ni componer de encargo panfletos en los que -cínico- él mismo no cree.

ESCRITORIO. "Limpiar los ojos/ para que vean siempre/ por primera vez/ lo viejo/ aún en el espejo", comienza "Limpieza", de En un lugar o en otro (2003). El texto ilustra un camino poético: madurar y rejuvenecer al mismo tiempo, respetar una tradición -lo viejo es viejo- para renovarla experimentando, jugar (pero en serio), ir muriendo a conciencia y por eso mismo vivir con ganas, ser lúcido de sí mismo y que el texto le sirva de espejo al lector, para que se autoindague. Escritorio (2006) es otro paso en tal camino, que alcanzará su meta en Memorias del habla, libro último y póstumo al que, con acierto, Roberto Appratto define como el signo de toda una obra.

Sobre este libro -y sobre todo el trabajo de Puig- ha señalado Jorge Liberati que, en un tiempo en que el verso tiende a perder la musicalidad que lo diferencia de la prosa y le permite sugerir por la vía indirecta del oído, Puig sabe manejar, partiendo de las bases métricas del renacimiento español, variados y sutiles recursos fónicos que dejan claro que el texto resulta de un ejercicio de escritura pero tiene su raíz última en el canto. Un reflexionar con cierta música de fondo que lo sostiene, podría decirse. De paso: esta poesía abunda en alusiones al tango, la música culta, el jazz -herencia de una madre amante de la música, casada con un actor y amante de los libros. Sobre la biblioteca de su padre escribió: "Si no hubiera nacido en una casa con una biblioteca tan grande no me hubiera sido tan fácil relacionarme con la literatura.". Pero también: "Mi padre no se relacionaba con otra cosa que con los libros."

ÚLTIMA PALABRA. Memorias del habla justificaría el volumen. La calidad es pareja a lo anterior, pero el modo es diferente. Para ir a un aspecto clave, que destaca Milán, debe notarse que la frecuencia de las citas y alusiones es menor, sin que las que sí hay dejen de ser importantes, oportunas y sutiles. Quien hubiese seguido la evolución del poeta confirma algo de lo que ya tenía indicios: este hombre podía también ser llano, su cultura no era vanidad ni barniz, sino elemento de una personalidad poética.

Sin mengua del rigor, sin concesiones ni facilismos, este es el libro en que Puig implica de modo más directo al lector. En "Trabajo de poeta" escribe: "El poeta/ carpintea la noche para ver si amanece.// Del otro lado del espejo/ el lector debe hacer como que asoma". El poeta se asume trabajador -humilde esfuerzo, sí, pero orgulloso oficio- hace coautor imprescindible al lector y, gracias a la elipsis -no dice qué es lo que asoma, si el sol o el lector- muestra al poema a la vez como milagro y acto de comunicación. Por si fuera poco para cuatro versos, el "como si" recuerda que esto, tan sentido, sigue siendo un artificio, una ficción. Si hubiera que recomendar puertas de acceso al autor, este libro les serviría tanto al lector a secas como al aprendiz de poeta.

En este libro se consuma el tema, ético, estético y político, de un civismo cauto, un poco pesimista pero muy comprometido, cruzado con la apuesta a seguir viviendo de quien sabe que ya ha pasado no la mitad, sino los tres cuartos y hasta los cuatro quintos del camino. Como los veteranos del texto inicial: se juntan a hablar de política -entre largos silencios- y recuerdan tiempos "casi siempre habitados/ por espirales de revoluciones", pero conscientes de que eran ilusorios. Asumen también que no es mala del todo -es agridulce, diríase- la idea "de una muerte tranquila y en la cama", y son capaces de hallar la chispa que los hace brindar y compartir un asado. Una lectura imprescindible para el uruguayo del siglo XX que, aunque perdido y perplejo en este siglo dietético y atroz, ande buscando con qué apuntalar sus ganas de no rendirse.

SOBRE LA EDICIÓN. El prólogo de Eduardo Milán es orientador, no sólo respecto a la obra de Puig, sino también sobre algunas características de la poesía uruguaya del 60 para acá, en especial el uso de citas y alusiones en los textos poéticos. El de Appratto a Memorias del habla señala con claridad que ni el poeta ni la obra se anquilosaron.

La cronología de Alicia Migdal es precisa y respetuosa: los datos y anécdotas necesarios para justipreciar los textos. Su trabajo de corrección, que continúa el de Puig, es excelente: sólo se escapa un pequeño error, "Campistrano" por "Capistrano", en un poema que alude al regreso de las golondrinas. El diseño es muy cuidado. Es feliz el contrapunto entre la foto de Bécquer Puig joven, en la tapa, y el dibujo de contratapa, en que Ombú lo captura en su madurez.

APALABRADOS / POESÍA COMPLETA, de Salvador Puig. Edición y cronología de Alicia Migdal. Prólogos de Eduardo Milán y Roberto Appratto. Linardi y Risso / Biblioteca Nacional / Dirección de Cultura (MEC) 2012, Montevideo, 616 págs.

Tres poemas

Salvador Puig

TIERRA

No, no:

Lo que se dice

Queda dicho

Reaparece

Más tarde o más temprano

Mientras la tierra hace su trabajo

Lo que se dice

Dice

Justifica nuestra penosa

Nerviosa eternidad

A las palabras se las lleva el viento

Y el viento permanece

Es más:

El viento crece:

Hay más palabras que realidad en la

/tierra

Este planeta Stradivarius

* * *

ADOLESCENTE

Como no te destroza

Corrobora

De algún modo

Tu haber nacido

O te destroza pero

No eres tú el destrozado

Ahí estás

Esa foto

De ternero degollado:

Pasó lo más terrible

-Parece que pensaras-

Ahora viene lo peor:

En la segunda parte de la historia

-La tercera salida-

Querrás dejar tu nombre impreso

/en el aire

* * *

ME PREGUNTARON POR LA MUERTE

Sólo volver a lo que fuimos antes

De nacer:

Unas cuantas palabras

Que se desprenderán de la sintaxis

De mi cuerpo

Y las otras

Las que no me apropié pero

También fueron mi música.

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