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El libro y el homicidio

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El País

Juan E. Fernández

LA EDICIÓN en castellano del Diccionario de las religiones, de Mircea Eliade e Ioan Couliano, desencadenó un renovado interés periodístico y detectivesco sobre sus autores en diversos países. El motivo de tanto alboroto es doble: se trata de un libro muy valioso sobre lo sagrado, que ofrece el resumen de una vida dedicada al estudio de las religiones, y su concreción estuvo signada por la muerte y la intriga que derivó en el misterioso asesinato de Couliano en Estados Unidos en 1991, crimen que el FBI sigue sin poder aclarar. La saga en torno al libro tiene importantes componentes de espionaje político, exilios, amenazas de muerte y esoterismo arcaico.

MISTERIOS RUMANOS. Mircea Eliade, el intelectual rumano más influyente del siglo XX, trabajó en un posible borrador de este diccionario hasta su muerte ocurrida en abril de 1986 en Chicago. Próximo a cumplir 80 años sentía que su salud se había debilitado pero seguía empeñado en completarlo. Quería un texto de síntesis, más compacto que sus anteriores trabajos enciclopédicos sobre las religiones publicados en varios volúmenes. Debía presentar la información con entradas ordenadas alfabéticamente y ser de fácil lectura para un público no especializado.

Durante su último mes de vida se encontró a diario con Ioan Couliano, su dilecto discípulo por más de una década, de quien se había distanciado por desavenencias políticas e ideológicas. El maestro quería discutir a fondo el proyecto y encargarle tareas de elaboración y redacción que él ya no podía desarrollar. Eliade invirtió mucha energía no sólo en la preparación de los borradores de ese libro sino también en la recomposición de su relación con Couliano. Ambos eran rumanos y estaban muy comprometidos políticamente, en diferente forma.

La figura de Couliano, asociada al trabajo intelectual de Eliade, había crecido en forma autónoma, y no sólo en el mundo académico. Además de su propia línea de investigación, Couliano sostenía una nutrida agenda como profesor y conferencista, y además escribía notas de opinión política en numerosos diarios y revistas tanto de Europa como de Estados Unidos, como activo opositor al régimen comunista de Ceausescu, y luego de su caída, al gobierno de Ion Iliescu, a quien consideraba un mero continuador de las políticas del defenestrado dictador, a pesar de que se habían celebrado elecciones democráticas y se renegaba en toda Rumania del comunismo.

En sus últimos encuentros con Couliano, Eliade le confió numerosos secretos e intentó aconsejarlo tal como hacía siempre. Finalmente se pusieron de acuerdo en el diseño discursivo del libro, pero la muerte del viejo profesor congeló el asunto.

Luego de la muerte de su maestro, Couliano reclutó nuevos colaboradores, negoció con los herederos los derechos de autor y el libro fue terminado en 1989. Sin embargo este diccionario recién fue publicado dos años después por HarperCollins como The Eliade Guide to World Religions (La Guía Eliade para las Religiones del Mundo). En 301 páginas y 33 entradas compendiaba las tradiciones religiosas de todos los tiempos. Su publicación fue un verdadero acontecimiento, muy reseñado en la prensa. Pero junto a esas notas comenzaron a mezclarse otras que daban la noticia del misterioso asesinato de Couliano mientras trabajaba en la Universidad de Chicago.

Las crónicas del crimen ganaron espacio en la prensa internacional y ameritaron investigaciones especiales del FBI, que terminaron filtrándose a la opinión pública. El caso se estaba convirtiendo en uno de los homicidios irresueltos más enigmáticos del fin del siglo XX en los Estados Unidos.

La muerte de Couliano tenía todos los ingredientes de un gran thriller: un tiro en la nuca, intrigas políticas, investigadores universitarios de primera línea con vinculaciones en varios continentes, documentos reservados sobre religiones esotéricas, amenazas telefónicas, agentes secretos merodeando, y un drama sentimental como telón de fondo.

SACRALIDAD CÓSMICA. La edición española del Diccionario de las religiones fue concebida como una obra doblemente póstuma, planificada para conmemorar la memoria de ambos autores y celebrar de paso el centenario del nacimiento de Mircea Eliade (1907-1986), un autor excepcionalmente prolífico e influyente que supo elaborar una obra diversa y plural que sigue despertando pasiones e interrogantes.

Eliade no fue sólo un gran erudito, y según muchos especialistas el mejor historiador de las religiones sino un autor heteróclito de relatos fantásticos, novelas, obras de teatro, artículos periodísticos, ensayos políticos, diarios y memorias, escritos deliberadamente en su lengua materna aunque hablaba y escribía correctamente en otros siete idiomas: francés, alemán, inglés, italiano, persa, hebreo y sánscrito.

Mircea Eliade nació el 9 de marzo de 1907 en Bucarest, donde realizó estudios universitarios de filosofía, especializándose en la filosofía renacentista italiana. Para complementar sus conocimientos consiguió viajar a Italia, país donde inesperadamente tomó contacto con la novedad académica del momento, los noveles estudios europeos sobre hinduismo.

Su nuevo interés lo llevó hasta la India, donde permaneció desde 1928 hasta 1931, estudiando la cultura y tradiciones religiosas de ese país. Allí practicó intensamente yoga y leyó la literatura clásica que aún no había sido traducida.

El contacto con el hinduismo despertó su interés hacia las experiencias místicas de lo sagrado, esa "religiosidad cósmica" presente en el origen de todas las culturas. Ese exótico bagaje intelectual y experiencial le permitió ganar una plaza docente a nivel universitario en su ciudad natal donde ejerció hasta 1940, año en que fue nombrado agregado cultural en la embajada rumana en Londres y luego en la de Lisboa. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se trasladó a París para ocuparse de una Cátedra en la Escuela de Altos Estudios, desarrollando una gran influencia sobre la intelectualidad francesa de posguerra. Allí consolidó una nueva visión comparada de las religiones, profundizando en la función social de los mitos y las experiencias extáticas, estableciendo además originales relaciones entre diversos momentos históricos y contextos culturales.

A fines de los años 40 fue convocado por Carl Gustav Jung para integrar el selecto Círculo de Eranos, una organización interdisciplinaria muy exclusiva y con aires de logia, que se abocaba al análisis filosófico de las relaciones entre Oriente y Occidente. Los miembros del Círculo de Eranos se reunían anualmente durante una semana de agosto a orillas del Lago Mayor entre Italia y Suiza para discutir las cosechas estivales de ensayos de sus integrantes desde perspectivas complementarias previamente acordadas.

En 1957 aceptó una Cátedra en la Universidad de Chicago, la que ocupó hasta su muerte y desde donde desarrolló una fuerte influencia en la naciente contracultura norteamericana: fue el gran referente académico del orientalismo hippie y cimiento filosófico de la new age.

SOCIEDADES ARCAICAS Y MODERNAS. La obra de Eliade presenta dos características que la singularizan: es extremadamente prolífica y revela un gran poder de síntesis. A él se le debe, por ejemplo, el concepto de hierofanía, de amplio uso en las ciencias sociales, con el que procuró definir toda manifestación de lo trascendente y lo sagrado (del griego hieros = sagrado y faneia = manifestar); es decir todo acto u objeto que revele lo sagrado para una comunidad.

Como señaló el propio Eliade en su Tratado de Historia de las Religiones para referirse a todo lo que se revela como sagrado a través de algo mundano: "Para aquellos que tienen una experiencia religiosa, la Naturaleza en su totalidad es susceptible de revelarse como sacralidad cósmica. El Cosmos en su totalidad puede convertirse en una hierofanía. El hombre de las sociedades arcaicas tiene tendencia a vivir lo más posible en lo sagrado o en la intimidad de los objetos consagrados. La Sociedad Moderna habita un Mundo desacralizado".

Eliade dedicó su vida a desentrañar los sentidos asignados por las diferentes culturas a esa "sacralidad cósmica". Fue un investigador apasionado del fenómeno religioso y de sus componentes rituales y simbólicos. Es un fenómeno que tuvo lugar en todas las sociedades a lo largo de toda la existencia humana y que condujo a un curioso proceso de secularización que llega hasta la actualidad.

En grandes zonas del planeta se ha desarrollado la idea de un mundo inteligible y controlable que puede valerse por sí mismo, es decir, que ha dejado atrás una etapa infantil en la que se requerían explicaciones sobrenaturales para lograr una cierta seguridad existencial. No obstante, el intento de vivir sin dioses ha desencadenado nuevos vacíos y desasosiegos, privando al mundo de sus viejas brújulas.

Eliade desarrolló una perspectiva de análisis comparativo de la historia de las religiones logrando sintetizar conceptos y tendencias en nuevas perspectivas teóricas que posibilitan la comprensión de las antiguas formas de pensar y de participar en la sociedad.

Su obra ensayística es enorme, habiendo logrado instituir numerosos clásicos del pensamiento humanista contemporáneo, tales como Mito y realidad, donde valiéndose de ejemplos mitológicos varios (griegos, romanos, de aborígenes australianos, hindúes, etc.) y de referencias artísticas contemporáneas (Ionesco, Joyce, Picasso, etc.) defiende la tesis de que el mito es una realidad y no una mera imagen del pasado. Dejando de lado la labor monumental de Historia de las creencias y las ideas religiosas, cabe destacar otro trabajo, Lo sagrado y lo profano, donde discute los efectos sociales de la secularización del comportamiento religioso; o El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, referente obligatorio de todos los estudios etnobotánicos posteriores.

Puliendo el mismo enfoque metodológico abordó cuestiones muy disímiles. En Herreros y alquimistas, por ejemplo, consideró los mitos y rituales de los mineros y forjadores ancestrales, para analizar los modos de transmisión generacional de sus saberes, mediante estrategias iniciáticas que tuvieron luego continuidad en la alquimia. Prácticas religiosas de un mundo preindustrial en el que se combinaron la experimentación con la materia (para arrancarles nuevos secretos) con protocolos mágicos, místicos, y litúrgicos, que Eliade advirtió como irreductibles a los enfoques científicos actuales.

Como todo buen investigador consciente del valor histórico de sus trabajos, Eliade documentó permanentemente su labor, dejando nutridos diarios íntimos y un amplio registro de su trabajo de campo (Memoria I. Las promesas del equinoccio: 1907-1937; Diario íntimo de la India: 1929-1931; Diarios de Portugal: 1941-1945; Diario: 1945-1969).

En forma paralela al devenir de su tarea académica supo desarrollar una obra literaria significativa, nutrida principalmente de novelas y relatos cortos.

La noche de San Juan, su novela más leída, refleja convenientemente los amores y obsesiones de su autor. Ambientada en una Bucarest intrigante y misteriosa, repleta de símbolos y mitos, cubre un ciclo de doce años del período de entreguerras, retratando con una cierta cuota de ironía el drama de la juventud rumana culta e intelectualizada, sometida a tensiones locales e internacionales que desencadenaron finalmente una Guerra Mundial, la dictadura de la Guardia de Hierro, el ascenso del comunismo y una fuerte represión ulterior.

Un paisaje humano que guarda relación con la exploración simbólica de su amada Bucarest es ensayada en los relatos de El burdel de las gitanas, donde sus personajes deambulan por calles melancólicas buscando respuestas a sus inquietudes y sentidos para sus vidas.

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS. La vida intelectual de Ioan Petru Couliano mantiene numerosas similitudes con la de Eliade, su mentor. Ambos fueron académicos políglotas que se destacaron tempranamente y que no se conformaron con el ensayo filosófico; requirieron de la narrativa para transmitir sus ideas.

Con cuarenta y tres años de diferencia entre sí, los dos en su juventud se apasionaron por la cultura renacentista y por los viajes, derivando luego en un interés creciente por las relaciones entre la magia y el erotismo, la religión y la historia, al tiempo en que los medios de prensa los buscaban como politólogos críticos de la Europa del Este.

Couliano nació en Iasi el 5 de enero de 1950 y estudió en la Universidad de Bucarest. Al igual que Eliade, a los 21 años consiguió un viaje de estudios a Italia para profundizar en el renacimiento italiano. Mientras estaba en Perugia solicitó con éxito asilo político, logrando luego graduarse en la Universitá Católica del Sacro Cuore en Milán. Posteriormente obtuvo algunas plazas académicas que lo llevaron a Francia y a Holanda hasta emigrar finalmente a Chicago, donde consiguió una beca como estudiante y luego un puesto de profesor de teología en la Universidad local.

A los 25 años estableció contacto académico regular con Eliade, dando inicio a una fructífera relación de trabajo y a una amistad de más de una década que cristalizaría en un contrato como investigador asociado del maestro. Eliade necesitaba un ayudante que entendiese su perspectiva y un redactor primario de sus trabajos y Couliano calificaba con honores en todos los ítems.

Paralelamente a los trabajos que realizaba para su mentor, Couliano logró publicar en Italia y Francia sus primeros ensayos sobre Eros y magia en el Renacimiento así como otros sobre las relaciones de poder instrumentadas desde los aparatos religiosos. El reconocimiento obtenido con estos trabajos le permitió en poco tiempo brillar con luz propia.

A los 37 años logró su tercer doctorado en la Universidad de París IV con la tesis Investigación sobre los dualismos de Occidente. Análisis de sus principales mitos. Por entonces ya era competente en seis idiomas, había escrito numerosos relatos de ficción, publicaba regularmente artículos políticos en diarios de distintos países, y se lo consideraba una autoridad mundial en estudios comparativos del misticismo renacentista.

En los últimos años sus intereses se habían deslizado gradualmente hacia la física y las ciencias duras intentando reformular algunas hipótesis y metodologías de trabajo.

Poco antes de morir Couliano había atravesado por una tormentosa separación de su primera esposa e iniciado una nueva relación con Hillary Wiesner, una joven graduada de Harvard de 27 años con quien pensaba casarse.

UN ASESINATO CONTROVERTIDO. El 21 de mayo de 1991, el profesor Ioan Couliano fue encontrado muerto de un balazo en la nuca en el baño del tercer piso, en el departamento de estudios teológicos del Swift Hall de la Universidad de Chicago. La identidad del asesino y los motivos del asesinato nunca quedaron claros. El disparo fue a corta distancia y no le robaron nada. Ese mismo día, mientras estaba en la universidad, alguien entró en su casa y revolvió todo.

Las sospechas más fundadas señalan como responsables a los servicios secretos de la Securitate rumana. El crimen ocurrió un año y medio después de la Revolución Rumana, que permitió el juicio y ejecución del dictador Nicolae Ceausescu y de Elena, su consejera y esposa, en la Navidad de 1989.

Al asumir la presidencia del Consejo de Ministros en 1967, Ceausescu había iniciado un movimiento de monopolización del poder que lo llevó a liderar con mano de hierro al Partido Comunista Rumano durante 22 años, implantando una dictadura cruel, personalista y autárquica, que persiguió salvajemente toda manifestación religiosa.

En su prolongado exilio Couliano mantuvo una actitud militante en contra del régimen comunista rumano, escribiendo numerosos artículos de denuncia de la represión instrumentada por Ceausescu. La calidad de estos trabajos lo volvieron uno de los opositores rumanos más leídos en Occidente.

Luego de la revolución el gobierno quedó en manos de un Frente de Salvación Nacional presidido por Ion Iliescu, otro antiguo y encumbrado miembro del Partido Comunista, de dudosa reputación, que generó un nuevo período político de transición signado por las denuncias internacionales de corrupción. Pese a las protestas, denuncias, e inicio de un éxodo masivo de jóvenes rumanos a otros países de Europa, Iliescu fue refrendado en su cargo mediante las urnas en 1990 y luego en 1992.

Tras la muerte del Ceausescu, Ioan Couliano continuó publicando ensayos políticos y concediendo entrevistas en donde criticaba y condenaba el régimen posrevolucionario de Iliescu, señalando la continuidad política de gran parte del nuevo equipo de gobierno y el mantenimiento de sus prácticas represivas. De igual modo denunció que el nuevo servicio de inteligencia rumano, sucesor político de la vieja Securitate, no era más que el mismo perro con un nuevo collar.

En sus artículos Couliano procuraba demostrar que en el nuevo régimen poscomunista había cristalizado una nueva y peligrosa alianza de los sectores ultranacionalistas y neofascistas con la extrema izquierda rumana.

Tomó distancia de su antiguo mentor y maestro luego de haber encontrado pruebas de que Eliade había colaborado con la Garda de Fier (Guardia de Hierro), movimiento fascista, antisemita, y ultranacionalista, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Esas evidencias hicieron que Couliano abandonase la defensa política de su maestro, actitud que lo había caracterizado hasta ese momento. De todas formas, el aprecio y respeto intelectual que sentía hacia Eliade lo llevaron a mantener un discreto silencio sobre este punto. No duró mucho: luego de la desaparición física de su maestro, Couliano comenzó a divulgar sus sospechas sobre el pasado de Eliade, ganándose una legión de nuevos enemigos.

En los últimos años de su vida se volvieron frecuentes las amenazas telefónicas y las expresiones de rechazo de muchos compatriotas. De acuerdo con algunas versiones del FBI difundidas años después, la policía estuvo investigando por entonces a un peligroso grupo de agentes de Europa del Este que operaban secretamente en los Estados Unidos. Cuando se hizo pública la noticia del homicidio, algunos políticos de la derecha rumana celebraron públicamente el asesinato.

En el transcurso de los últimos quince años los trabajos de Couliano empezaron a ser difundidos tanto en su país natal como en el resto de Europa. Sus ideas ameritaron no sólo tesis de posgrado sino que también atrajeron la atención de figuras de primera línea como Umberto Eco. Dentro y fuera de los Estados Unidos, las versiones sobre la verdadera identidad del asesino siguen siendo motivo de especulación y controversia.

Aspiraciones y realidades

ELIADE LE CONFESÓ una vez a su amigo Ernst Jünger (filósofo e historiador alemán) que consideraba a la historia de las religiones como una disciplina imposible pero que igual tenía que intentarlo.

La propuesta de síntesis de este diccionario de Eliade y Couliano revela justamente los límites de tal empresa. Organizado en treinta y tres capítulos ordenados alfabéticamente, presenta ciertas aspiraciones de universalidad pero en amplias áreas se queda demasiado corto.

Los primeros cinco capítulos laminan la cuestión geográficamente. Los siguientes veintiocho profundizan en forma algo arbitraria en las religiones más estudiadas por los europeos. Hay un capítulo dedicado a los eslavos y bálticos, y otro a los hititas, aunque también se reservan capítulos independientes a Grecia y a las religiones helenísticas (post-Alejandro Magno). Es decir, no es un texto para leer en forma continua sino para consultar puntualmente.

Los capítulos más largos corresponden a excelentes análisis de la evolución del judaísmo, cristianismo, hinduismo y budismo. Aunque en la división geográfica inicial quedan planteadas las dificultades de una visión organizada en términos continentales, hay expresiones religiosas de amplias zonas del planeta muy poco atendidas.

Si bien Eliade había escrito una célebre Introducción a las religiones de Australia, esta región es despachada superficialmente en apenas dos carillas. Con África y con las Américas sucede lo mismo, aunque en todos los casos hay indicaciones bibliográficas para una posible profundización.

En plan más regionalista, y sin llegar a la pretensión casi pueblerina de que en algún momento se mencione a los charrúas (de hecho no lo hacen) al menos podrían haber abundado un poco en las religiones de la familia lingüística tupí-guaraní y no dejarlo como una referencia casi al pasar.

Desde los primeros habitantes prehistóricos de América del Sur, numerosos cultos se han tejido y fusionado de este lado del Atlántico. Sería deseable pues, que el continente no quedase representado casi exclusivamente por incas, mayas, y algunos indios de los grandes lagos del norte.

DICCIONARIO DE LAS RELIGIONES, de M. Eliade e I. Couliano, Ed. Paidós, Barcelona, 2007. Distribuye Planeta, 366 págs.

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