Proposición uno: el tiempo es un hombre,
el espacio es una mujer.
Proposición dos: el tiempo es un asesino.
Proposición tres: asesina al tiempo y vive para siempre.
(La pasión de la nueva Eva)
EN 1970 Angela Carter recibe un premio literario por su tercera novela. Acaba de cumplir los 30, y está terminando un matrimonio de una década. El premio se entrega con la condición de que quien lo reciba lo invierta en viajar por el mundo, y Carter decide que las 500 libras la iban a llevar al sitio más lejano posible. Le alcanzaron para llegar hasta Tokio así que allí se quedó, varada por un tiempo, ganándose la vida de una u otra manera, incluyendo trabajar en un bar, contemplando las cosas. Al no hablar japonés, esa contemplación era un intento por "tratar de comprender las cosas simplemente por mirarlas muy cuidadosamente, un aprendizaje involuntario en la interpretación de signos". Era la época en que el boom económico japonés comenzaba, y Angela Carter quedó fascinada con lo que vio. Su primera intención había sido "vivir por un tiempo en una cultura que no fuera ni hubiera sido nunca judeo-cristiana, para ver a qué se parece". Lo que encontró en Japón fue una sociedad que, como feminista, le pareció a la vez repulsiva y maravillosa, el tipo de ambigüedad sensorial que por el resto de su vida le complacería explorar.
Las cosas que se dedicaba a mirar atentamente en Japón incluían las casas de tatuajes, los comics pornográficos, el teatro tradicional, los festivales arcaicos y casi todo lo que le pasara frente a la nariz, pero en particular el papel de la mujer en la sociedad nipona. En un artículo periodístico de la época cuenta cómo una amiga suya, profesora de inglés, le pregunta a un alumno qué era lo que pretendía de una esposa. "El estudiante, un joven abogado graduado en una de las mejores universidades de Japón, replicó con toda seriedad: ‘Esclavitud. Puedo conseguir todo lo demás que necesite de una moza de bar’." Esa y otras muchas observaciones la llevaron a decir que "en Japón aprendí lo que es ser una mujer, y llegué a radicalizarme".
VIDA. Angela Olive Stalker nació en Inglaterra, en Eastbourne, el 8 de mayo de 1940. En mitad de la guerra fue evacuada al campo, como tantos otros niños ingleses, y pasó a vivir con su abuela, una matriarca de clase obrera feminista, que se convirtió en una de las principales influencias para el resto de la vida de Angela. Uno de los recuerdos más nítidos de su niñez era el de estar sentada de noche junto al magro fuego de época de guerra, en la cocina de su abuela, mientras ésta, sentada en una mecedora y con un chal de lana en los hombros, le contaba sus versiones de cuentos de hadas clásicos.
Luego de la guerra Angela volvió a vivir con su madre, quien se había separado de su padre, un periodista escocés que trabajaba en Londres. A los 19 años comenzó a escribir para el diario Advertiser de Croydon, donde trabajaba su padre, y a los 20 se casó con Paul Carter, de quien tomaría el apellido que conservaría por el resto de su vida. Al mismo tiempo comenzó estudios de inglés en la Universidad de Bristol.
En 1966 publica su primera novela, Shadow Dance, y en 1967 La juguetería mágica (The magic toyshop), por la que ganaría el primer premio literario de su vida, el Jon Llwellyn Rhys Prize. "Puedo fechar en esa época, y en ese sentimiento de conciencia social aumentada que había a mi alrededor en el verano de 1968, mi propio cuestionamiento de la naturaleza de mi realidad como una mujer. Cómo esa ficción social de mi "femineidad" fue creada por medios ajenos a mi control, y encajada en mi como si fuera lo auténtico".
Ese cuestionamiento la llevó a divorciarse de Carter y a utilizar el dinero de su segundo premio, el Somerset Maugham Travel Award, en su viaje a Tokio, donde vivió dos años ("Maugham se hubiera sentido feliz de saber que usé el dinero de su premio para huir tanto de Inglaterra como de mi marido"). Desde 1967 estaba colaborando regularmente con el semanario de actualidad y cultura New Society, donde escribió por más de veinte años, y donde publicó sus notas sobre Japón, sobre su infancia, sobre la "sociología de la moda", sobre los años sesenta ("cuando el principio del placer se encontró con el principio de la realidad como una fuerza irresistible chocando con un objeto inamovible, y las reverberaciones de esa colisión aun están resonando sobre nosotros"), sobre la pornografía, sobre el ser inglés y sobre la condición de la femineidad. Varios de esos artículos fueron recopilados en 1982 en el volumen Nothing Sacred, y otros en 1992 en Expletives Deleted.
Entre 1973 y 1976 Angela vivió en Bath Spa, escribiendo para el New Statement y finalizando estudios sobre Literatura Inglesa. En 1977 se casa por segunda vez, con Mark Pearce, y se instalan en el sur de Londres. En los años siguientes Angela será profesora, lectora y escritora residente de varias universidades de Inglaterra, Australia y Estados Unidos. El resto de su vida transcurre apaciblemente entre el mundo académico y el literario. A pesar de su pasión por los viajes y los traslados continentales, y de su lugar destacado en los debates de la década de los 80 sobre feminismo y posmodernismo, su vida personal carece de detalles dramáticos o intensos que justifiquen una biografía extensa. Lo principal de la vida de Angela Carter fue un viaje interior, del que quedó como testigo su obra literaria. Sus reflexiones sobre sexualidad, género, literatura, sociología y el peso de vivir en una época de cambios ("Soy el producto de un avanzado, industrializado, pos-imperialista, país en decadencia") están reflejadas en su ficción, de manera más profunda y fascinante que en sus escritos periodísticos o académicos.
OBRA. La primera novela publicada por Angela Carter, Shadow Dance, es una especie de historia de detectives donde se cuelan las interrogantes sobre sexualidad que luego serían característicos de su obra. La juguetería mágica entra más de lleno en su estilo posterior, al contar la historia de una huérfana que llega a vivir a casa de sus tíos. Todo el libro tiene un aire denso y cargado que roza con la fantasía, pero que no abandona el terreno de lo real. Melanie, la adolescente huérfana, se mueve en un mundo que parece sacado de un cuento de hadas (hay un padrastro-ogro malvado, un primo-príncipe azul, un tesoro-juguetería en el sótano) pero que está anclado en la vida proletaria y en el simbolismo clásico, donde Melanie en repetidas ocasiones se transfigura en una Leda de carnaval para concretar su pérdida de la inocencia. Varias percepciones (Several Perceptions, 1968) es otra magnífica novela de aprendizaje, pero esta vez totalmente realista, centrada en un joven diletante, Joseph, que se aventura en un Londres cosmopolita y decadente en busca del significado de la vida.
Ya Héroes y villanos (Heroes and Villains, 1969) es una incursión declarada en el terreno de la fantasía. Angela fue admiradora confesa de varios de los autores de ciencia ficción de la década de los sesenta, particularmente de Michael Moorcock y sobre todo de J.G. Ballard, y su cuarta novela está situada en un mundo post apocalíptico donde los restos de la civilización, los Profesores, mantienen un enclave cerrado que es asediado por los Bárbaros. Por su temática y su ambientación, Love, de 1971, es similar a sus primeros trabajos, y está centrada en un triángulo amoroso por igual sensual y enfermizo.
Con El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo (The Infernal Desire Machines of Doctor Hoffman, 1972) comienza la parte más interesante y emblemática de la obra de Carter. La novela es también decididamente fantástica, pero de una fantasía esperpéntica e imaginativa. El Doctor Hoffman está en guerra contra el sentido común y la razón, y sus armas son unas máquinas inventadas por él que vuelven realidad las ilusiones. El joven Desiderio emprende una cruzada para intentar detener al doctor, y devolver la cordura a su ciudad. La imaginería del libro es asombrosa, y por momentos recuerda a El Bosco. También son frecuentes las citas y referencias al Marqués de Sade, un autor que es central en la obra y en el pensamiento crítico de Angela.
La pasión de la nueva Eva (The Passion of New Eve, 1977) es su manifiesto definitivo sobre la identidad de los roles sexuales, y una sorprendente obra de ficción. En un mundo desintegrado y barroco, el joven inglés Evelyn emprende un viaje por unos Estados Unidos fantasmales en busca de un emblema del sueño americano, la decadente actriz de Hollywood Tristessa. Al inicio de su viaje Evelyn es secuestrado por una secta, y un cirujano demente le realiza una mística operación de cambio de sexo "con su bisturí de obsidiana". Evelyn se transforma en Eva, una mujer renacida que debe realizar el aprendizaje de su nuevo rol mientras atraviesa el destrozado país y llega a California, donde en medio de una guerra civil alcanza la iluminación junto al mar.
La pasión de la nueva Eva es contemporánea en su escritura al de su célebre ensayo The Sadeian Woman (1979), un provocativo texto en el que analiza el papel de la mujer en la obra del Divino Marqués, y sorpresivamente lo defiende. Carter admira la lucidez y sinceridad de Sade, contrapuesta al demencial mundo de la pornografía del siglo XX: "Una cosa sobre Sade es que él sabía que era un pervertido. Mucha gente en el negocio de la pornografía está bajo la impresión de que son gente normal, y él sabía perfectamente que era un pervertido". También lo usa como punto de partida para analizar y cuestionar las imágenes de la sexualidad aceptadas culturalmente, y el rol femenino en estas imágenes: "No es muy placentero para las mujeres informarse acerca de cómo son representadas en el mundo. Averiguan mucho acerca de cuál es su real estatus existencial en la pornografía, y eso es muy desagradable. Es suficiente como para hacerlas renunciar a la raza humana". El cinismo y el desencanto siempre revoloteaban por encima de su visión del mundo y de la humanidad, pero su humor irrespetuoso los ilumina, como cuando afirma "que una de las cicatrices de nuestra cultura es que tenemos una opinión demasiado alta de nosotros mismos. Nos alineamos con los ángeles, en lugar de con los primates superiores".
En 1974 publica Fuegos de artificio, (Fireworks Mine Profane Pieces)una selección de sus primeros relatos, divididos en una sección ambientada en Tokio y otra en Occidente. Su segunda recopilación de cuentos, La cámara sangrienta (The Bloodie Chamber and Other Histories, 1979) es una recreación de cuentos y fábulas clásicas, desde Charles Perrault a Shakespeare y a Lewis Carroll, pasadas por el tamiz de su feminismo feroz y juguetón. En este libro figura "En compañía de lobos", un breve relato que subvierte las premisas clásicas del cuento de Caperucita Roja, y que se convertiría en su única obra llevada al cine como largometraje, con ella misma escribiendo el guión (The Company of Wolves, 1984, dir. Neil Jordan). Venus Negra (Black Venus, 1985), su tercera recopilación, aplica un método re-mitificador similar al de La cámara sangrienta, pero esta vez dirigido a ficcionalizar caracteres femeninos reales, desde la amante sifilítica de Baudelaire hasta Lizzie Borden, una célebre asesina del siglo XIX que a los 12 años descuartizó a sus padres con un hacha. El personaje de Lizzie Borden fascinó a Carter toda su vida, y siempre manifestó la intención de novelizar su vida. Nunca llevó a cabo su idea, y del proyecto sólo sobrevivieron dos historias, la incluida en Venus Negra y otra publicada póstumamente.
Noches en el circo (Nights at the Circus, 1984) es una de sus novelas más ambiciosas. El personaje central, Fevvers, es una inmensa mujer alada que se convierte en la sensación del vaudeville de fines del siglo XIX, recorre las capitales de Europa, enamora a príncipes y estadistas, es pintada por Toulouse Lautrec y finalmente se embarca en un viaje por las desiertas planicies nevadas de Siberia, para recibir el nuevo siglo. El personaje de Fevvers le fue sugerido a Carter por una cita de Apollinaire, quien se refiere a la Juliette del Marqués de Sade como una mujer "que tendrá alas y renovará al mundo".
La última novela de Carter, Niños Sabios (Wise children, 1991), incluye un homenaje a otra de sus pasiones, el cine. Se trata de la historia de dos gemelas, Dora y Nora Chance, que ya octogenarias rememoran la enloquecida y rocambolesca historia de su familia, gente de teatro. A pesar de lo trágica que la historia se vuelve en ocasiones, a su edad las hermanas Chance siguen manteniendo intacta su alegre demencia juvenil, y el relato es festivo y mágico. La saga de las Chance y sus parientes, repleta de lentejuelas, alegre sexualidad, locura y un fugaz pasaje por Hollywood que dejaría minúsculo a Cecil B. De Mille, funciona como contraparte del sofocante ambiente familiar de La juguetería mágica, otra historia familiar con muchos puntos en común con Niños sabios, pero de signo totalmente opuesto. Según Salman Rushdie, la prosa de Niños Sabios "cacarea alegremente mientras empala al siglo sobre sus chistes".
Y DESPUÉS. Angela Carter murió en febrero de 1992, debido a un cáncer de pulmón. En su testamento literario dejó instrucciones detalladas a su agente para que hiciera "cualquier cosa con tal de obtener dinero para sus muchachos". Sus muchachos eran su esposo Mark y su hijo Alexander, y con cualquier cosa se refería a no importa qué proyecto se quisiera llevar a cabo con cualquiera de los quince libros que publicara en vida, que podían, si cuadraba, "ser musicalizados, o representados en patines sobre hielo". Luego de su muerte se publicaron dos recopilaciones de cuentos inéditos, Fantasmas de América y maravillas del Viejo Mundo (American Ghosts And Old World Wonders, 1994) y Burning your Boats (1996), además de una selección de notas periodísticas, Shaking a Leg (1998), en la que demuestra mantener su vigencia como la "terrorista literaria avant-garde del feminismo", según una de sus apólogas: "a fin de cuentas, ¿por qué está una chica linda como Simone de Beauvoir perdiendo su tiempo lambeteando al viejo aburrido de J.P. Sartre?".
La literatura de Carter cuenta con la admiración de muchos escritores y críticos, incluyendo a su amigo Salman Rushdie, quien al fallecer Angela le dedicó una sentida necrológica en el New York Times. Al tener su vida poco de interesante per se, y al estar centrados sus logros en su literatura y sus observaciones (realizadas "como si fuera una turista intrépida examinando las rarezas de Occidente") abundan los análisis de su obra, pero no los de su vida. Más de 20 años luego de publicado, The Sadeian Woman sigue siendo objeto de estudio y de controversia. En cuanto a su obra literaria, sigue estando disponible para ser disfrutada y descubierta una y otra vez. Afortunadamente, al escribir, Angela Carter tenía mucho más que ideas claras y conceptos novedosos. Tenía estilo, imaginación, claridad y amor por las palabras, y un sentido inmenso de lo que significa el placer de la lectura. Su prosa tiene algo de animal, de sensual y de sofocante, y a la vez de depurado, alegre y luminoso. Y sobre todo de femenino, en un nivel que deja atrás cualquier facilismo, clasificación o intento de encasillamiento. Por encima de cualquier etiqueta, Angela Carter fue una escritora soberbia.
Sobre Angela Carter
Fue lo opuesto a una provinciana. No había límites para su curiosidad. Quería conocer todo y a todos, y cada lugar y cada palabra. Disfrutaba enormemente la vida y el lenguaje, y se regocijaba en la diversidad. (Margaret Atwood)
Algunos críticos han visto a Carter como una seguidora del realismo mágico: más que eso, ella es la heredera natural de una tradición gótica norteña. Sus historias miran atrás a las fantasías barrocas de escritores irlandeses y británicos como Lord Dunsany, Arthur Machen y Walter de la Mare (y más lejos aun a las Confesiones de un opiómano inglés de Thomas de Quincey). (Alison Lurie)
Con la muerte de Angela Carter, la literatura inglesa ha perdido a su hechicera mayor, a su benévola reina-bruja, una artista del burlesque de genio y anticuado encanto. Aquellos de nosotros que hemos perdido a una amiga apenas podemos creer que no habrá más charlas telefónicas de dos horas con esa voz que podía remontarse a alturas de pasión escatológica o desbarrancarse, en sus más letales momentos, en una suerte de arrullo de pequeña niña. Privados de la Reina Hada, no podemos encontrar la magia que nos hubiera aliviado. Ni tampoco queremos ser aliviados. Nos sentamos a mirar el inmenso hueco que su muerte ha dejado, y mientras miramos en el cráter de nuestra pérdida, recordamos. (Salman Rushdie).