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Mañana el festival "Atlantidoc" llega a su quinto cumpleaños

Aniversario. El evento tendrá funciones en Colonia, Atlántida y Montevideo

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Con películas sobre el escritor Anderssen Banchero, el músico Eduardo Darnauchans y los artistas Washington Barcala y José Gurvich, comienza mañana el festival Atlantidoc. Hasta el domingo seguirá festejando su quinta edición.

El mundo del documental busca espacios propios y nuevos circuitos de distribución y exhibición. "La ventana del documental es la televisión", comentaba Ricardo Casas, director del Atlantidoc y realizador de Palabras Verdaderas y Darno. Los cinco años del festival de documentales Atlantidoc han logrado abrir un hueco para los realizadores y también para el público, en un lugar infrecuente como Atlántida, cosa que marcó nuevos espacios. De hecho la programación será ampliamente accesible porque habrá funciones todos los días en varios horarios en el Cine de Atlántida (Calle Montevideo y Calle 11), Cine La Floresta (Calle Argentina y Treinta y Tres), Museo Nacional de Artes Visuales (Parque Rodó) y en el Cine Club Nueva Helvecia (Colonia). Además habrá funciones en algunos días en la Casa El Águila (Atlántida, el jueves) y en la Expoplatea de Atlántida (el viernes y el sábado). El extenso programa se puede consultar en el sitio web www.atlantidoc.com.

Con un eje fuerte en una retrospectiva de la obra del argentino Andrés DiTella el festival exhibirá esta semana películas de los más diversos orígenes. DiTella es un reconocido y personal documentalista cuyas obras se verán en Montevideo en el Museo Nacional de Artes Visuales (entre otras se verá su último largo, Hachazos, y un adelanto de ¡Volveremos a las montañas! su próximo film).

Las exhibiciones serán solamente una parte de la propuesta del Atlantidoc, más apta para público en general. Dentro del cronograma también habrá seminarios, charlas e instancias de presentación de proyectos que sirven para la formación de documentalistas, el intercambio y también para que futuras películas comiencen a pisar firme. De algún modo esta iniciativa funciona como complemento de fondos estatales como el Fona, los fondos anuales del Instituto de Cine y más. Sin embargo, Casas hace una puntualización: "Hacer un documental no es más barato. En Uruguay se hace más barato que la ficción porque hay menos plata".

El éxito de algunos documentales extranjeros (como los de Michael Moore) e incluso de algunos uruguayos como Hit, DF y El Círculo, cada uno en su escala, genera la impresión de que el documental vive un momento de popularidad. "La distorsión es del mercado", aclara Casas, quien tiene una visión menos auspiciosa del panorama. "No es que aquí haya más documentalistas ni una escuela documental o que el documental sea más barato. Es que está mal enfocado el tema de la realización en su conjunto: producción, realización y distribución. No es culpa de los realizadores, sino del sistema. En concursos esto hace que a veces el nivel sea bajo. Es ahí donde el instituto de cine tiene que trabajar mucho y las escuelas tienen que trabajar mucho. Y hay que tratar un día de entrar a la televisión, que es nuestro techo. La ventana del documental es la televisión".

Lo cierto es que esta semana la ventana del documental pasa por las funciones de este festival en todas sus sedes. La lista es extensa. Dentro de la sección de mediometrajes y largometrajes se verán en total cincuenta y siete películas provenientes de Francia, Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, España, Dinamarca, Suecia, Alemania, Uruguay y otras nacionalidades.

Entre las producciones de Uruguay destaca El casamiento, largometraje de Aldo Garay que se viene armando desde hace una década y que muestra una infrecuente pero entrañable relación de pareja. Uruguay también aparece visto a través de la lente de una producción argentina: El Polonio. Dirigida por Diana Rosenfeld y Aníbal Garisto, esta película cuenta la historia de una chica que se traslada a Cabo Polonio en temporada baja para recuperarse de una pérdida. El ambiente del lugar y la dinámica de los sesenta pobladores allí son parte de la historia. Para este año los organizadores del Atlantidoc recibieron ochenta y siete cortometrajes como candidatos a entrar en la competencia. Quedaron ocho en carrera (entre ellos uno de Camboya, llamado La droga de Hitler). Según la presentación para la prensa, muchos de estos cortos candidateados sorprenden por su calidad y capacidad para contar historias en poco tiempo.

Casas hace un apunte sobre la supuesta abundancia de material local: "En Uruguay se habla más del documental porque en los últimos quince años Uruguay ha logrado una producción audiovisual que antes no tenía. Se produce más y se habla más, hay como una fantasía de que el cine uruguayo es poderoso e importante, pero estamos con bases muy endebles".

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