PAYSANDÚ | SANDRA KANOVICH
Un grupo de vecinos de la Plaza Artigas, en la ciudad de Paysandú, se está reuniendo para buscar soluciones a su drama cotidiano: los ruidos, las molestias y la actitud hostil de los jóvenes que se reúnen allí.
Como toda su familia, las hermanas Nelly y Estela Molinari han vivido toda su vida en el entorno de la Plaza Artigas.
Son testimonio de los cambios que ha sufrido el barrio, desde que el espacio público se transformó, hace unos años, en punto de encuentro de jóvenes y escenario de espectáculos.
Sus vidas cambiaron: aseguran que no descansan por los ruidos molestos, que las veredas, garajes y entradas de sus casas son "tomados" por los jóvenes, que muchas veces exigen el pago de un peaje para poder atravesarlos.
Además, relatan, ensucian, rompen y con frecuencia ocasionan disturbios, peleas y accidentes de tránsito que agravan la situación.
El drama no es exclusividad de los Molinari. Hace 15 días los vecinos de la plaza comenzaron a reunirse. Unos 30 acudieron al primer encuentro y ahora, aseguran, son muchos más los que participan del movimiento por buscar soluciones y recuperar la tranquilidad que disfrutaban en la zona. Están planteando la problemática a todos los candidatos a intendentes, fueron recibidos por el Jefe de Policía, la semana que viene lo harán las autoridades de la Junta Departamental y aguardan que la intendenta Helena Heinzen les conceda la entrevista solicitada el 18 de marzo.
"LLEGAMOS AL LÍMITE". Jorge Rubial vive frente a la plaza. Reconoce que el problema no es nuevo, pero entiende que recrudeció en los últimos meses y especialmente los fines de semana: la inundación de fines de 2009 inhabilitó "el cantero" del Balneario Municipal que reunía a buena parte de la juventud y evitaba la concentración en zonas residenciales. La plaza Artigas pasó a ser el lugar alternativo preferido.
"Hemos llegado al límite, ya no se puede vivir, nos afecta la salud, uno tiene miedo de encontrarse con alguien orinando al abrir la puerta de su casa; a veces hay que salir a trabajar casi sin dormir, nos tocan timbre en la madrugada y no sabemos en qué va a terminar esto, algunos vecinos ya han tenido problemas", dijo a El País Estela Molinari.
Rocío Portas coincide: si no se toman medidas, "esto terminará siendo la ley de la selva, con el triunfo del más fuerte", dice. Se siente "rehén" de las barras que ocupan las veredas. Para evitarlas, no saca su auto del garaje a ciertas horas y hay noches que se muda de dormitorio para poder dormir.
No obstante, Portas aclaró que la intención de los vecinos no es disputar el espacio público, que reconocen debe ser de uso común, y tampoco provocar un enfrentamiento generacional. Saben que los jóvenes deben tener espacios para expresarse y recrearse. Lo que reclaman es que el uso de la plaza no sea incompatible con su calidad de vida, en sus hogares.
El tema, agregó, es que "no están en la plaza, se estacionan con sus motos en las veredas, ocupan y se meten o se quedan en las entradas de las casas". Además, provocan ruidos con los escapes libres de motos y autos y equipos de música de alta potencia, grafitean paredes, rompen vidrios, toman alcohol y dejan las botellas rotas, papeles, envoltorios y hasta satisfacen sus necesidades fisiológicas en cualquier sitio. Se enojan si se les dice algo y después quienes limpian son los vecinos, porque los barredores responden que la orden es ocuparse solamente de la plaza. Lo máximo que pueden hacer es llamar a Radio Patrulla, que acude en forma inmediata, afirman. Pero una vez que la Policía se va, las barras regresan.
Al menos, se consuelan, el barrio no ha sufrido robos, pero sostienen que la plaza es también centro de distribución y venta de drogas. También han detectado jóvenes que acampan y viven por días en la plaza.
Admiten que existen parámetros sociales, culturales y educativos que no son exclusividad del barrio ni tampoco de Paysandú, y que hacen más compleja la situación y dificultan su solución.
Pero el grupo se anima a una propuesta simple: que cada organismo cumpla con sus obligaciones y haga cumplir las leyes y reglamentos comprendidos en sus potestades.
Siguen el consejo del Jefe de Policía
Los vecinos no entienden cómo la Intendencia habilita espectáculos en la plaza, que no tiene infraestructura apropiada como baños, en lugar de exigir su realización en sitios adecuados y equipados, como el anfiteatro o el teatro de verano. Tampoco conciben que la organización de esos eventos no prevea operativos de seguridad, ni de tránsito. Además, reclaman que el INAU controle la venta de bebidas alcohólicas a menores.
"Nos dicen que falta coordinación entre ellos, que es como sacarse el fardo de encima; nosotros decimos que si cada uno -la Policía, la intendencia, el INAU- ponen su granito de arena, de a poco algo se va a ir haciendo", opinaron.
Los vecinos trabajarán en la propuesta del Jefe de Policía, Roque Arámbula: les sugirió formar una Mesa Local de Convivencia y Seguridad Ciudadana. "Nos pareció una buena idea, una manera de formalizar el reclamo y de involucrar a quienes deben tomar medidas", explicó Jorge Rubial.