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Los sobrevivientes de una semana violenta

Crímenes. Hablan los familiares de las víctimas de homicidios ocurridos en los últimos siete días Los casos más cercanos fueron crímenes cometidos por delincuentes Dos de los cinco sin aclarar

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V. RUGGIERO Y R. ROSSELLO

En los últimos siete días la sociedad fue sacudida por cinco muertes violentas. Familiares y allegados de las víctimas sobreviven al dolor y, en dos de los casos, todavía continúan esperando que se haga justicia.

Pascual Zarrillo (74) se encontró en la calle con un antiguo conocido que le propuso un negocio y le pidió que lo acompañara. Jenifer Cuña (10) fue a pasar el fin de semana en la casa de su abuela. Luis Tabárez (56) volvía al amanecer de su trabajo en bicicleta por la Ruta 101. Mario Crespo (60) se disponía a cerrar el almacén luego de atender a los últimos clientes. La vida seguía su curso para estas cuatro personas, pero algo se interpuso violentamente en cada una de ellas.

Los familiares, los amigos, los compañeros de trabajo, los vecinos, todos de un modo u otro son sobrevivientes de estas tragedias. A estos casos se suma el de Mauricio Javier Álvez (24), que estaba con un grupo de amigos en una esquina de Manga cuando fue alcanzado por dos disparos. Estos cinco casos ocurrieron durante la semana que acaba de concluir.

Cada uno de ellos, por sus respectivos perfiles y las circunstancias que rodearon estas muertes, conmocionaron a las poblaciones de Montevideo, Canelones, Durazno y Rivera.

En sólo tres de estos cinco casos la Policía y la Justicia lograron identificar y encarcelar a los homicidas. En otros dos, el del almacenero de Flor de Maroñas y el del joven de Manga, las investigaciones policiales continúan abiertas.

Algunos de los familiares de estas víctimas, todavía sobreponiéndose al dolor, aceptaron relatar sus peripecias. Otros prefirieron mantener el silencio y darse un tiempo más para reconstruir sus vidas después del quiebre trágico. Dinero, venganza, o mera perversión fueron los móviles que animaron a los autores de esta serie de crímenes recientes.

Mario Crespo (60) tenía desde 1994 un modesto almacén en Flor de Maroñas. Abría a las 8 de la mañana y se iba a las 7 de la tarde, cuando llegaba su hermano Sergio (55). El miércoles pasado Mario se quedó a cerrar el local porque Sergio, que sufre de cáncer, estaba internado.

Sobre las 22.15 horas un vecino, que vive a pocos metros del almacén, fue al comercio para hacer compras de último momento. Cuando estaba llegando a la puerta le pusieron un revólver en la espalda, le exigieron que levantara las manos y que entrara al local. "Caminá, estamos fugados y jugados", dijo uno de los delincuentes.

"Los veo entrar y ya estaban revolviendo todo. Fue rapidísimo. Agarraron $ 40 que estaban arriba del mostrador, revisaron la caja registradora y querían sacarle a Mario la plata que tenía en el bolsillo. Él se resistió y tuvieron un forcejeo. Ahí yo saqué una caja chica y les dije que tenía más plata. Cuando Mario zafó, agarró el arma. Tiró y le erró. Ahí hubo un intercambio de tiros y uno le dio a Mario en el cuello", relató Sebastián (26), empleado del comercio desde hace dos años

Según el joven, los delincuentes, que aún siguen prófugos, estaban bien vestidos y acompañados por una tercera persona que los esperaba a una cuadra del lugar en una moto de color oscuro. "Yo salí para correrlos y cuando entré, Mario estaba recostado contra el mostrador y se iba desmoronando lentamente hasta que cayó al piso. Le explotó una arteria, porque le salía sangre como una canilla y empezó a quedar blanco", relató Sebastián.

Instantes después llegaron los primeros móviles de Radio Patrulla. Uno de ellos trasladó al comerciante malherido hasta el Hospital Pasteur, donde falleció minutos después.

"Vivía acá adentro y estábamos remándola porque el terreno donde está el almacén está embargado. Ahora ya está, esta gente terminó con todo porque yo no puedo seguir solo", reflexionó Sergio. El local se llama "El gordito", en referencia a Mario que siempre fue un hombre robusto. En los últimos meses, con mucho sacrificio, había bajado unos kilos porque se lo había recomendado el médico.

"Era un tipo buenísimo, humilde y trabajador. Lo conocía y lo quería todo el barrio", aseguró su hermano, quien no se cansa de decir que ese tiro era para él. "Era yo el que tenía que estar acá esa noche".

CICLISTA. Luis Tabárez (56) era ciclista y aficionado a las bicicletas. Todos los días iba a trabajar en su amado birrodado. Pedaleaba desde su casa, en la ruta 8 kilómetro 25,500, hasta el Aeropuerto de Carrasco donde se desempeñaba como guardia de seguridad en el turno de 22 a 6 horas.

El domingo 21, cerca de las 5.45 horas, su esposa, Violeta Molina (52) lo llamó a su celular para contarle que había aparecido la moto que le habían robado a su hijo mayor. Tabárez se alegró con la noticia, pero le dijo que no gastara teléfono que él llegaba en 40 minutos.

Quince minutos después del llamado, terminó su turno. Se puso los guantes de ciclista, zapatillas, los pantalones capri y emprendió viaje por la ruta 101. Exactamente 22 kilómetros era lo que tenía que recorrer para llegar a su hogar. Pero ese día no era uno más. Una pedrada en la cabeza, que le ocasionó un traumatismo severo y una hora después la muerte, lo dejó tirado en el kilómetro 22,500 de ruta 101, cerca de Colonia Nicolich. El motivo de la agresión: robarle la bicicleta.

Su esposa, que veía como pasaban los minutos sin que Tabárez llegara a casa, se empezó a inquietar. Ese fue el principio de horas y días de angustia y dolor. Darwin, el hijo menor del matrimonio, sospechó que algo podía haber pasado y llamó al celular del ciclista. Nadie respondió. A las 8 un efectivo de la Seccional 18ª llamó para avisar que el hombre había sufrido un accidente y que debían presentarse en la comisaría. "Él tenía una chapa de identificación y el celular, por eso nos ubicaron rápido. Nos preguntaron en qué venía, porque al principio, como la bicicleta se la habían llevado, pensaron que lo habían atropellado", comentó Darwin.

Un joven de 21 años confesó a la Policía que él había asesinado a Tabárez. Un hombre de 34 fue también procesado, por haber comprado la bicicleta robada. "Me sacaron la mitad de mi vida porque hace 35 años que estamos juntos. Con sólo mirarnos ya nos entendíamos. Era excelente padre, marido y amigo", aseguró su esposa.

Se conocieron en el barrio cuando eran apenas dos niños. En 1989 vendieron una bicicleta profesional que tenía Tabárez y empezaron a construir su casa. Años después llegaron los hijos. Actualmente la familia se había agrandado. Tabárez tenía un nieto de 8 años y una nieta que cumplió un mes el día de su fallecimiento.

Darwin, que ahora se transformó en el hombre de la casa, dice que cinco días después recién está tomando conciencia. "Es difícil, mataron a mi padre y me trastocaron la vida", repite incansablemente.

SECUESTRO Y MUERTE. La familia de Pascual Zarrillo (74) padeció durante cinco días la doble condición de víctimas de una extorsión. Más que en casi ningún otro tipo de caso, la condición de víctima excede al propio rehén de un secuestro y se extiende a toda su familia.

Con entereza y acompañada por sus hijas Estela y Mónica, la esposa de Zarrillo, Lilia, rememoró las horas fatales. Todo comenzó el miércoles 17 por la tarde. "Él me llamó a las seis de la tarde, yo estaba nerviosa, me llama y me dice: `Vení a Pando, a La Pasiva, que se me rompió la camioneta`", relató Lilia.

Un instante después llamó a su hija Estela para pedirle que la acompañara. "Presumimos que lo que había pasado era un accidente, porque como la camioneta está a nombre de ella, dijimos `lo que pasó es que chocó y te precisa a vos por los papeles`", comentó Estela.

Pero al llegar a Pando no hallaron ni rastros de don Pascual. Ni de él ni de su camioneta. Preguntaron en la comisaría local, sin éxito. Y comenzaron a hacer conjeturas. "¿No será que me hicieron salir de casa?", le comentó Lilia a su hija.

Y comenzaron a llamar al 911. Luego a la comisaría 16ª. No obtuvieron respuestas. Hasta que resolvieron regresar cuanto antes a la casa de la calle Teófilo Collazo. "Cuando abrimos la puerta estaban todas las luces encendidas, ahí ya nos dimos cuenta de que algo había pasado", recordó Estela.

Fuera de ese detalle, la casa lucía en orden. "Fueron adonde él tenía plata escondida, que ni nosotros sabíamos, y a buscar en el ropero, que hay un estante donde guardaba los títulos (de propiedad). Y la foto de los nietos", dijo Estela Zarrillo.

Hasta ahora es un misterio el propósito de la sustracción de la fotografía de Pascual y su esposa con los siete nietos.

Esa misma noche, sobre las 21.30, recibieron la primera llamada de los secuestradores. Atendió la hija mayor de Estela, que pudo escuchar por última vez la voz de su abuelo como "prueba de vida" de los secuestradores. La joven entendió que pedían 35 mil dólares de rescate. En la segunda llamada, que tuvo lugar ya en la madrugada del sábado siguiente, el rescate era de 300 mil dólares.

Para entonces, el Departamento de Delitos Complejos había tomado cartas en el caso y un oficial se había instalado junto a la familia. Estela era quien debía hablar con los secuestradores. "La verdad que Delitos Complejos son palabras mayores, nos sentimos muy acompañados y seguros de que todo iba a salir bien con ellos", aseguró Estela.

La investigación policial avanzó en pocas horas y ya en la noche del domingo los investigadores habían atrapado a los tres secuestradores. Pero sólo pudieron llegar hasta el sitio donde habían enterrado a don Pascual, en el parque Davant de Villa del Carmen, Durazno.

La esposa de don Pascual recordaría luego que conoció circunstancialmente al hombre que engañó a Zarrillo para hacerlo caer en la trampa. Se trataba de un mecánico al que Zarrillo había llevado a arreglar una moto que luego, dijo, le fue robada. "Una vez me vino a tocar timbre acá. Yo desde el primer día que lo vi le dije a mi marido: es un delincuente. Y mi marido me dijo: ¡ah! vos a todo el mundo lo ves como delincuente", recuerda Lilia.

Un golpe de intuición que ahora la familia lamenta no haber atendido a tiempo. Los autores del brutal crimen, el mecánico y los dos policías, ya están en prisión. Para los Zarrillo, en cambio, la pena no tiene fin.

Los casos ocurridos en 10 días

12 de febrero: William Kenneth Bolger (52) murió en Malvín luego de ser agredido por otro hombre con antecedentes penales, Freddy Óscar Iribarne Saracho (35), que fue enviado a prisión.

17 de febrero: Pascual Zarrillo Turiello (74) fue secuestrado por tres sujetos, dos de ellos agentes de Policía, que exigieron US$ 300 mil a la familia como rescate. Esa misma noche lo ultimaron y lo enterraron en Durazno. El Departamento de Delitos Complejos detuvo a los autores.

21 de febrero: Se registran los homicidios de Luis Tabárez (56), con el móvil de robo, y de Mauricio Javier Álvez (24), este último caso pendiente de resolución.

24 de febrero: Mario Crespo (60), un almacenero del barrio Flor de Maroñas, fue muerto por tres rapiñeros adolescentes, que entraron a asaltar el comercio. Aún no fueron detenidos.

Proyectan reparar a víctimas

Un diputado salteño electo por el Frente Amplio, Andrés Lima, presentará su primer proyecto de ley sobre reparación a víctimas de delitos que toma modelos de Canadá, Nueva Zelanda y EE.UU. El texto consta de 13 artículos.

"Artículo 1: Concepto de `víctima`. Se entenderá por víctima a las personas físicas que individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales reconocidos constitucionalmente, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente, aun cuando no tuvieran conocimiento de ello".

"Artículo 3: Las víctimas tendrán derecho, por medios formales e informales, a la reparación rápida e igualitaria de los daños que le han sido causados".

"Artículos 4, 5 y 6: Las víctimas recibirán toda la información necesaria sobre los recursos a su disposición (...), para su participación en el proceso penal y sobre los plazos, progresos y el resultado final de éste (...), el aparato penal indagará sobre opiniones y preocupaciones de las víctimas...".

"Artículo 8: De creerlo necesario las medidas serán tomadas para asegurar la seguridad de las víctimas de delitos y de sus familias, protegiéndolas contra todo acto de intimidación y represalias".

"Artículo 10: Las víctimas serán informadas de la existencia de servicios de salud, ayuda social o de otros servicios pertinentes, para recibir ayuda médica, psicológica y social que necesiten en el marco de los programas y servicios existentes".

"Artículo 12: Reparación. El Estado desarrollará sistemas de reparación económica a las víctimas de delitos, incluso con la participación de los victimarios, respetando los derechos de estos".

(Fuente: diario El Pueblo, Salto)

El Centro de Atención a las Víctimas actuó en estos casos

El Centro de Atención a las Víctimas de la Violencia del Ministerio del Interior desarrolla un programa aún en estado de piloto. Su director, Agustín Deleo explicó a El País cómo funciona.

"En algunos casos contactamos a las familias, en otros respetamos los primeros días de duelo, incluso en algunos casos nos han pedido ese tiempo. También hay casos en los que hay personas afectadas desde el punto de vista clínico y esperamos esa recuperación", señaló Deleo.

Los equipos de psicólogos y asistentes sociales trabajan en tres grandes áreas. Víctimas de los denominados delitos urbanos: copamientos, arrebatos, hurtos, familiares de víctimas de homicidios, intentos de homicidios. Una segunda línea de atención se dedica exclusivamente a empleados del transporte público -ómnibus y taxis- y sus familiares. Y la tercera son las víctimas de delitos sexuales y de trata de personas.

"En nuestro sistema judicial se pierde de vista muchas veces el rol de la víctima, que lo asume el fiscal, y la víctima queda desdibujada. En algunos casos, además, las secuelas no son inmediatas sino que quedan en evidencia tiempo después", señaló Deleo. Y muchas veces esas personas quedan desprotegidas o por fuera del alcance de un servicio de esta naturaleza.

Aunque el director de esta unidad especial evitó referirse a qué casos específicos se ha dedicado el CAVV, algunas de las propias víctimas comentaron a El País los resultados de estas intervenciones.

Tal el caso de los familiares de Pascual Zarrillo. "Vinieron a casa dos psicólogos, nos dejaron los teléfonos. La verdad que nos vino excelente porque nos orientaron en varias cosas con los chicos, con los más chicos", explicó Mónica Zarrillo.

Mónica y su hermana Estela explicaron que el gran dilema que tenían hasta entonces era cómo decirles la verdad a sus hijos más pequeños, sobre todo con el inminente comienzo de clases. "Les explicamos que al abuelo quisieron robarlo, y como el abuelo era muy fuerte, peleó con ellos, pero como eran tres lo mataron. Les dijimos la verdad de una forma que pudieran entenderla", relató.

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