Barrio Marconi: la inseguridad le ganó a los vecinos y comerciantes

Seguridad pública. Desplazó al Borro, Unidad Casavalle y 40 Semanas en el ranking de las zonas más peligrosas de la capital Policía instala en el barrio la mayor cantidad posible de agentes

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EDUARDO BARRENECHE

El barrio Marconi lidera el ranking de los más peligrosos de Montevideo, según la Policía. Nadie se siente seguro allí. Abunda el mercado negro de venta de motos, ropas y championes robados.

"En forma periódica realizamos operativos de saturación en los barrios periféricos. Generalmente trasladamos policías de otras zonas. El único lugar que no podemos dejar sin policías es el barrio Marconi", dijo a El País el director de Seguridad de la Jefatura, Carlos del Puerto.

El funcionario explicó que, en este momento, el barrio Marconi desplazó al Borro, 40 Semanas o a Unidad Casavalle como las zonas más inseguras de Montevideo.

Los límites del Marconi son Aparicio Saravia, Timbués, Bonava, Enrique Castro, Juan Acosta, Abel Chifflet y la cañada Miguelete.

Giovanna N., una asistente social que trabaja para el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), expresó que la pasta base ha cambiado los códigos de los ladrones que viven en el barrio. "Acá la vida no importa nada. Ellos, por sobrevivir, te matan por $ 50", indicó.

El miércoles 30, Carlos Barrera salió de su casa a las 6.00 horas para trabajar en una metalúrgica.

Su cuerpo fue encontrado sin vida en la esquina de Niágara y Enrique Castro. Tenía una herida de bala en el tórax. La Policía busca a tres rapiñeros.

Todavía persiste en el recuerdo de los lugareños un tiroteo entre policías y delincuentes ocurrido hace 10 días a dos cuadras de Enrique Castro y Aparicio Saravia. El problema comenzó entre dos vecinos. La propietaria de un almacén resultó desfigurada a golpes cuando una familia vecina copó su casa. Los intrusos le sacaron una heladera hacia el exterior y la destrozaron a tiros. También prendieron fuego su auto. La Policía fue a buscar a los agresores. Varios patrulleros resultaron con los vidrios rotos por las pedradas. Debieron intervenir grupos de choque y uno de los delincuentes resultó herido.

Hace un mes, el Departamento de Orden Pública desbarató una red de narcotraficantes que operaba en el barrio Marconi. En más de una oportunidad, los policías intentaron llegar a los lugares donde presuntamente se comercializaba pasta base. Sin embargo, cuando ingresaban a esa zona eran detectados por un servicio de vigilancia de los narcos.

MUERTE. Las historias de violencia están a flor de piel y se entrecruzan en el Marconi. En un predio baldío ubicado en Enrique Castro y Aparicio Saravia hay una carpa armada con nylon y toldos viejos contra una pared de una vieja edificación.

El adolescente Oscar Fernández, que atiende un puesto de frutas y verduras ubicado por Aparicio Saravia, relata que allí viven "pasta baseros" que recién salieron de la cárcel.

En la tarde del jueves 8, tres de ellos compartían un cigarrillo armado sentados en el cordón de la calle bajo la sombra de una inmensa acacia.

Un vecino relató que los pasta baseros son "rastrillos": se dedican a robar todo lo que encuentran a mano. Sin embargo advirtió que estos no son agresivos. "Si tienen un arma, la venden enseguida por poco dinero para conseguir pasta base. La mayoría de ellos tienen antecedentes penales por hurto. Se ve que están mal de la cabeza porque el otro día llovía a cántaros y recogían cosas del arroyo como si hubiera un sol espectacular", dijo.

El puestero Oscar Fernández contó a El País que los "rastrillos" del Marconi le proponen todo tipo de objetos a precios regalados. Una moto Winner 125 a $ 15.000; una Honda CG, a $ 2.000 o un celular con cámara a $ 200. También le ofrecen championes Nike por $ 200 o ropa nueva robada de las ferias de fin de año.

A metros de la carpa de los pastabaseros se encuentra un depósito de materiales reciclados de la basura. Uno de los techos del depósito se derrumbó.

El 13 de junio de 2006, el propietario de ese comercio, José Machado, de 57 años, mató a su hijo José Enrique, de 28, de un disparo en la cabeza.

José Enrique era consumidor de pasta base. "Durante dos años el padre soportó al hijo que le robara casi diariamente. Esa noche el padre fue a buscar unas cuerdas que el hijo le había robado. No tenía intención de matarlo. Le pidió las cuerdas, pero ya las había vendido y discutieron. Extrajo el revólver y lo mató. No es cierto que lo mató porque era drogadicto como dijeron", relató Domingo Aguilera, quien vive enfrente del depósito.

En este momento Martínez continúa encarcelado. Se nota su ausencia en el depósito. En 2006, el negocio tenía dos auto elevadores, dos camiones y tres máquinas enfardadoras.

Aguilera señaló que el depósito "se vino abajo" y agregó que la esposa de Martínez "se vio obligada a vender los autolevadores y los camiones. De las máquinas enfardadoras, solo queda una".

El vecino recordó a Martínez como un hombre solidario. "Ahora se está secando en la cárcel", indicó Aguilera.

Caballos. Decenas de niños juegan en las calles del Marconi. En tanto que pequeños grupos de adolescentes charlan en las esquinas pese a que son las cuatro de la tarde. El ocio campea en el barrio.

La cumbia suena en varias esquinas. Algunos dueños de los carros charlan sentados encima de un tronco mientras beben una cerveza al mismo ritmo de que transcurre la tarde.

Decenas de equinos pastan en los patios o en los frentes, mientras que los carritos parecen robots desarticulados con las pértigas hacia arriba o contra el suelo.

En el Marconi debe haber la mayor cantidad de caballos en áreas urbanas del país: en tres cuadras habían cerca de 50.

Tres testimonios

Comerciante: "en cualquier momento te balear"

Juan Brufado, dueño del almacén "Estela", dice que no le da "ventajas" a los ladrones. "Al atardecer cierro y atiendo por la ventana. Tengo rejas por todos lados y un perro al fondo", cuenta. "En el barrio no podés salir tranquilo. No sabés cómo los gurises van a reaccionar. En el comercio vivo inseguro; en cualquier momento te la pueden dar", relata. Pese a la seguridad que tiene el almacén, unos ladrones cortaron la chapa del techo del comercio e ingresaron. Se llevaron una balanza y mercadería.

Vecino: "No arreglo mi casa por miedo"

Domingo Aguilera, un vecino que vende objetos usados por la calle Enrique Castro, señaló que la pasta base "fluye" en el barrio, lo cual lleva a los adolescentes y a los jóvenes a hurtar cualquier cosa. "Mi casa es un ranchito y quiero que siga como está. Un cliente me ofreció los materiales para arreglar el frente de mi casa. Le dijo que no me interesaba. Porque si la dejo coqueta me vienen a robar", dijo Aguilera. En todo caso, agregó: "prefiero invertir en comodidades dentro de la vivienda. Los chorros no las ven".

Puestero: "Los ladrones lastiman por nada"

Oscar Fernández atiende un puesto de frutas y verduras propiedad de un vecino.

Dijo que a él no le roban porque conoce a todos los ladrones y que si necesita, cruza al almacén del propietario del puesto y solicita refuerzos. "Los chorros roban a los de afuera del barrio. Ahora andan con `cortes`. Si no tenés dinero o celular, te roban los zapatos. Hasta eso sirve para cambiar por pasta base", explicó. Agregó que los delincuentes son agresivos: "Lastiman a las personas por nada y luego venden lo robado a un precio bajo".

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