La escultura "La mano", conocida en general como "Los Dedos", fue levantada sobre la arena de la Playa Brava de Punta del Este en el verano de 1982. Es obra del chileno Mario Irrazábal y con el paso de los años se fue convirtiendo en elemento emblemático de nuestro principal balneario. Ahora nos encontramos que tras varios ataques vandálicos que la pintarrajearon reiteradamente, ha sido víctima de uno más: dos de los dedos de la obra de arte, fueron agujereados a mazazos.

Se está buscando a los responsables y considerando las circunstancias, no sería nada raro que no pudieran ser identificados. Pero más allá de esto, corresponde destacar que estamos ante un triste fenómeno característico de nuestro tiempo: el vadalismo, entendido como destrucción o deterioro deliberado de propiedades y patrimonio cultural.

Una y otra vez nos encontramos con estatuas que son mutiladas, frecuentemente para comercializar su bronce. Hay otras manifestaciones, como la de los adolescentes que hace pocos meses destrozaron el parque municipal de la ciudad de Florida. O bien la de los menores que con palos y hierros rompieron 20 autos estacionados. Tal vez el vandalismo más ubicuo sea el que protagonizan quienes cubren con "graffiti" realizados con pintura "spray", paredes, muros, edificios, monumentos y mil cosas más.

La palabra vandalismo, en su sentido actual nació cuando en tiempos de la revolución francesa, Henri Grégoire, obispo de Blois, la usó para describir algunos aspectos reprobables de la conducta del ejército republicano. Claro que los actos vandálicos en sí mismos nacieron mucho antes. Incluso antes de que en el año 455 los vándalos saquearan Roma. Nos referimos a cosas como la mutilación, por Alcibíades, de las estatuas de los Hermes de la ciudad de Atenas.

Pero aunque el asunto pueda estar cargado de evocaciones históricas, no es posible negar que lo de Punta del Este es un episodio de falta de respeto cultural, típico de los tiempos que corren. Una instancia más, de algo que por desgracia ha ido creciendo en nuestra sociedad y que debe revertirse. Tanto mediante sanciones a los culpables, como a través de la educación.