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Clima pone en riesgo salud de humanidad

Enfermedades. El calentamiento global de la Tierra provoca una mayor actividad de vectores biológicos transmisores de patologías infecciosas

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DAVID SEGARRA, EL PAÍS DE MADRID

Los efectos del cambio climático sobre la salud ya empiezan a notarse y van a ir en aumento. Olas de calor, sequías, vendavales, aridez de la tierra, inundaciones, cambios en la distribución de las enfermedades infecciosas. El informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático prevé hambrunas y problemas de abastecimiento de agua que motivarán grandes éxodos de población desde los países pobres y problemas derivados de la polución y el calor en los países ricos.

Se piensa en el cambio climático como una amenaza a futuro. Pero hay problemas muy importantes que comenzarán a golpear de forma inminente. Naciones Unidas, por ejemplo, prevé el desplazamiento de 50 millones de personas en 2020. Es decir, dentro de apenas 12 años. Se trata en su mayoría de habitantes del África subsahariana que tendrán que marcharse debido al aumento de la aridez de sus tierras.

El ya famoso informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por la sigla en inglés) no se refiere sólo a escenarios de futuro, sino que habla en presente, e incluso en pasado. El trabajo deja claro que el cambio climático ya ha empezado y ha tenido tiempo de producir efectos visibles sobre la salud. Por ejemplo, las olas de calor se han vuelto más frecuentes. En 2003 murieron 3.000 personas en India y 40 mil en Europa por esa causa.

De acuerdo con las previsiones de los expertos, estos efectos son apenas un ligero aperitivo de lo que nos espera. En el Mediterráneo, la media anual aumentó más de un grado en el último medio siglo. La NASA afirma que los ocho años más cálidos en su registro han ocurrido todos desde 1998. Siguiendo este ritmo, los aumentos de temperatura media previstos en el futuro pueden alcanzar fácilmente los 2 o 3 grados a mediados de este siglo, dentro de apenas 40 años. Y si nada lo remedia se pueden superar los 5 grados de incremento en 2100.

El calentamiento del planeta afecta, en primer lugar, al clima cotidiano, que se vuelve más cálido mientras la aridez gana terreno en muchas regiones del planeta. Pero también aumentan los fenómenos meteorológicos extremos: olas de calor, sequías, inundaciones, tormentas, huracanes, vendavales e incendios. Pero el meollo del problema no está ahí.

El gran temor está en los llamados efectos indirectos del cambio climático. Por un lado, el incremento de las temperaturas y el aumento de la aridez van a originar una menor disponibilidad de agua y alimentos en los países pobres y un incremento de la contaminación atmosférica en los países ricos. Por otro lado, se espera un aumento de las enfermedades infecciosas. Muchos vectores biológicos (organismos que transmiten enfermedades, como mosquitos, garrapatas, pulgas, moscas, roedores, etcétera) serán más frecuentes.

Algunos microorganismos y los parásitos también aumentan su metabolismo y se reproducen a mayor velocidad al aumentar la temperatura. Los casos de diarreas, por ejemplo, se incrementan el 8% con cada grado de temperatura, lo cual hace previsible una mayor incidencia de enfermedades gastrointestinales relacionadas con la higiene y manipulación de los alimentos y del agua.

MALNUTRICIÓN. En consecuencia, cabe esperar, de entrada, un incremento de la malnutrición a escala mundial. Se espera hacia 2080 un incremento de entre 400 y 800 millones de personas con problemas de malnutrición. Por las mismas fechas se calcula que entre 1.000 y 3.000 millones padecerán problemas de suministro de agua potable. África es "la zona donde se esperan peores efectos", explica Cristina Tirado, coautora del capítulo de salud del informe del IPCC y consultora de Naciones Unidas en cuestiones de cambio climático y seguridad alimentaria vinculada a la Universidad de California (UCLA). "La población subsahariana no se podrá adaptar, y esto va a producir el éxodo masivo de millones de refugiados ambientales debido a la sequía y a la falta de alimentos" afirma.

El agua va ser un problema por defecto o por exceso. Cristina Tirado señala: "En los estuarios y grandes deltas del Sureste de Asia, como Bangladesh o Pakistán, puede haber impactos graves por la subida del nivel del mar, que inundará muchas zonas costeras y provocará el desplazamiento de comunidades de subsistencia indígenas que viven en los manglares".

Por si esto fuera poco, la distribución de muchas enfermedades infecciosas se verá alterada. En muchos casos, como el dengue, se cree que la población expuesta a la enfermedad aumentará significativamente. Para 2080 se prevé que habrá unos 6.000 millones de personas expuestas a esta enfermedad, una cifra realmente enorme para una dolencia que no tiene cura -aunque si admite tratamiento- y que ya mata a bastante gente en el mundo (unas 19.000 personas en el año 2001, según la OMS).

El informe del IPCC destaca que las clases más desfavorecidas notarán más los problemas. Los países pobres serán los más castigados, pero los países ricos también se pueden ir preparando. El informe destaca: "La gente mayor, los discapacitados, los niños, las mujeres, las minorías étnicas y la gente con bajos ingresos son los colectivos mas vulnerables y que necesitan mayor atención". Puede parecer que se esté hablando de algún lejano continente, pero estas ideas aparecen en el capítulo dedicado a Europa y América.

VECTORES. Los mosquitos del género Anopheles transmiten la malaria en el mundo. Hasta hace pocos años, estos mosquitos no vivían en las tierras altas de Kenia y Etiopía. Pero ahora "su límite de distribución ha ganado en altitud debido al aumento de la temperatura, y como consecuencia ha empezado a afectar a poblaciones humanas que hasta ahora no conocían la malaria, generando epidemias", explica Miquel Àngel Rodríguez-Arias, investigador del Laboratori de Recerca del Clima del Parc Científic de Barcelona.

La malaria y del dengue son enfermedades que hasta el siglo XX se desarrollaban en Europa. El peligro de su regreso reside en la posibilidad de que algún insecto vector vuelva a instalarse ahí. Y eso es exactamente lo que está sucediendo. El mosquito Aedes albopictus, más conocido como mosquito tigre, es uno de los vectores de dengue, que cursa con fiebres hemorrágicas y puede ser mortal. Este mosquito ha colonizado buena parte de Italia, Francia y Albania, y se encuentra en plena expansión en Cataluña. Aunque la llegada del mosquito no tuvo que ver con el cambio climático, una vez implantado su actividad si que está influida por el aumento de temperatura, que alarga la época reproductora de los mosquitos.

De hecho, a nivel científico ya es considerado posible el regreso a Europa de hasta 32 enfermedades infecciosas, entre ellas la malaria, la peste o el dengue.

El mosquito tigre ya ha dado un pequeño susto al convertirse en protagonista el año pasado de la propagación del virus del Chikungunya en Italia. "Alguien contrajo la enfermedad de viaje en la India. Al regresar a Italia fue picado por un mosquito tigre, y en pocas semanas la enfermedad se extendió por varios pueblos produciéndose una pequeña epidemia con 200 infectados y un muerto", explica Rodríguez-Arias.

Todo parece indicar que este tipo de sucesos irá en aumento. En Estados Unidos preocupa el virus del Nilo occidental (West Nile Virus), que todos los años mata a unas 200 personas. Entró en 2002 por Nueva York y se ha extendido por todo el país. Es una enfermedad emergente que tiene que ver con la llamada "globalización biológica": especies de todo el mundo estén invadiendo ambientes muy alejados de su origen.

En América Latina y el Caribe, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) había suspendido sus programas de erradicación del mosquito transmisor del dengue en 1970. Hoy en América, Uruguay y Canadá son los únicos países libres de dengue "autóctono". Pero aquí cada vez se nota más la presencia de mosquitos en épocas donde éstos no solían abundar. En el estado brasileño de Rio de Janeiro, en lo que va del año ya se ha registrado medio centenar de muertes por dengue, en la peor epidemia de esa enfermedad desde 2002. El jueves de la semana pasada, solo ese día, se confirmaron más de 2.000 casos de nuevos infectados.

¿Podrá la humanidad adaptarse a todos estos cambios? Cristina Tirado cree que "una combinación de medidas de mitigación, adaptación, desarrollo tecnológico e investigación podrían contribuir a prevenir los impactos en la salud asociados con el cambio climático". Esto incluye la consideración de estos riesgos "en los programas de respuesta a emergencias y en la planificación de los sistemas de salud". Como objetivo es deseable; como camino a recorrer, es largo y sinuoso.

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