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El Carnaval vive gracias a la murga joven y a la televisación

| La historiadora habló sobre su nuevo libro "Memorias de la Bacanal", y sobre su vinculación con el Carnaval montevideano, que investiga desde los años 80. Un camino que oscila entre la experiencia de un Carnaval disfrutado "con alevosía" y la investigación minuciosa que revela a la sociedad a través de sus fiestas. Sus memorias personales incluyen los últimos tablados vecinales, seguir a los tambores de la mano de Hugo Alfaro, y un broche de oro: recibir como regalo la canción "Colombina", de Jaime Roos.

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Ximena Aguiar

Sentada, con la carpeta en la que guarda el original del libro que presentará este jueves apoyado en la falda roja, Milita Alfaro explica lo que eran las troupes de los años `30 empezando a cantar. "Suena lánguida en la noche / una quena de bambú... ¿No? Y Viejo barrio que te vas... Ah, esa sí. Bueno, esa integró el repertorio de troupe Oxford en 1930, la compuso Ramón Collazo cuando se demolió el bajo, acá a unas cuadras". Entre explicaciones y anécdotas la profesora de historia e investigadora del Carnaval pasa los capítulos que integrarán las "Memorias de la Bacanal".

-¿Cómo es este nuevo libro?

-Tiene un formato completamente diferente a los anteriores, con muchas imágenes, textos breves, es bien de divulgación, anecdótico. Va desde 1850 a 1950; seguirá en un segundo tomo.

-Tus libros de Carnaval en el siglo XIX también terminaron con la promesa de continuar.

-Sí. Fue quedando, el 2000 vino complicado, enviudé en el año 2003, me quedé sin ganas de trabajar... Y cuando ya creía que no iba a volver, empezaron a insistirme en Banda Oriental, que en coordinación con el programa "Huellas" de Coca-Cola tenían una colección en la que querían tomar temas muy populares, y querían que yo hiciera el de Carnaval.

-¿El auspicio de Coca-Cola te incomodó en algo?

-No, para nada. Primero por la absoluta libertad. Yo dije todo lo que quería decir, ellos vieron el libro cuando estaba pronto. Y he presentado en varias oportunidades, por ejemplo en la CSIC (Comisión Sectorial de Investigación Científica), proyectos concretos de investigaciones, como la articulación entre política y Carnaval, y jamás nadie me dio un peso para nada.

-¿Cómo empezaste a acercarte al Carnaval?

-Me crié en el Cordón, muy cerquita de Piedra Alta y Cerro Largo, donde estaba el que fue el último tablado con muñecos. Todo eso lo viví mucho, lo disfruté mucho. Y en cierto momento, estando en el IPA, empecé a sentir que ahí había una historia de los uruguayos para contar. Cuando le decía a mis colegas lo que quería hacer, me miraban con una cara... Agarré impulso en el `84, porque ese Carnaval fue impresionante. Los tablados fueron los primeros lugares en que la gente se expresó masivamente en contra de la dictadura. Cuando salió el libro de José Pedro (Barrán, Historia de la sensibilidad, 1989), fue como la legitimación de que sí se podía investigar el tema. No se puede hacer la historia sólo con esto, pero tampoco se puede hacer una historia en serio sin esto, sin ver lo que las mujeres y los hombres hacen todos los días con su vida. Y el Carnaval te permite encontrarte año a año con eso.

-¿Te influyó tu padre, Hugo Alfaro? El tenía también un interés serio por lo popular.

-Sí, sin duda. Mi padre era muy cercano a la generación del `45, intelectuales para los cuales el Carnaval era una mala palabra espantosa y lejos de ser una manifestación cultural era el mejor ejemplo de lo inculto que era este pueblo. Y sin embargo mi padre no tenía esa visión, aunque era un tipo muy refinado culturalmente. Es que lo popular tiene mucho refinamiento, para un buen oído. Recuerdo de chica, con mi padre, ir de la manito siguiendo a los negros que salían mucho a tocar tambores.

-¿Cómo surgió tu libro sobre Jaime Roos?

-Es un libro que lo quiero mucho. En ese momento la editorial Trilce tenía una colección, "Espejos", en la que se hacía "fulano por fulano", como Mario Benedetti por Hugo Alfaro. A mí me gustaba mucho Jaime, y su música tiene mucho que ver con esos temas. Yo no sabía si le interesaba, pero le propuse y le pareció bárbaro.

-¿Después continuaste la relación? En tus otros libros le agradecés sus sugerencias.

-Sí, seguimos una amistad con Jaime muy fuerte. Aparece en este libro también, en el prólogo, sin nombrarlo.

-¿Y él te regaló una canción?

-¡Mirá! Sí, nada menos que Colombina, maravilloso... Tengo ganas de ponerlo en el curriculum. Un día me dijo `te quiero cantar una canción que terminé recién`, cantó esa canción maravillosa y yo no podía creer. A los pocos días me llamó por teléfono y me dijo `Colombina te la quiero regalar, es para vos`. ¡Ah! Es de esas cosas que decís `valió la pena vivir`.

-¿Cómo ves hoy al Carnaval?

-Hay 11 meses en que yo podré trabajar sobre el Carnaval, pero hay uno en que me meto como un espectador más y lo vivo con toda la alevosía del hincha. Me parece fantástica la capacidad que el Carnaval ha tenido de reformularse y de lograr sobrevivir, y hoy lo veo particularmente vivo, a partir de dos hechos. La murga joven, que le devolvió la juventud a los tablados. Y otra cosa, bastante más polémica pero que es también fundamental para volver a ponerlo en el centro de la opinión pública, que es la televisación del Carnaval, su presencia en el "ágora electrónica".

Perfil

Nombre: Elizabeth Emilia Alfaro

Profesión: Es profesora de historia, e investigadora de la historia del Carnaval.

Pasión y razón de la cultura popular

Milita Alfaro es egresada del IPA, docente de Historia Contemporánea en la Facultad de Ciencias Sociales.

Publicó "Jaime Roos. El sonido de la calle" (Trilce, 1987), y los libros de historia "Carnaval, Una historia social de Montevideo desde la perspectiva de la fiesta", en 1991 y 1998, además de varios artículos.

Fue jurado del concurso de Carnaval en el rubro Textos e Interpretación en 2006, año en que ganó en el rubro murgas La Catalina. En 2007 su nombramiento fue cuestionado por dos conjuntos que fueron descalificados en la liguilla, explicó. Hubiera puesto a Falta y Resto en primer lugar.

Sus próximos proyectos: un libro de divulgación de figuras del Carnaval, y uno de investigación sobre las letras de murga en el siglo XX.

En las bibliotecas de su casa en la Ciudad Vieja se mezclan figuras de murguistas y tallas de candombe con libros de historia y tomos encuadernados del semanario Brecha. En la mesa, cuatro libros: sobre Peloduro, Figari, Solari y Renoir.

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