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Julio Bocca: "No estoy seguro que no vaya a sentir nostalgia"

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CARLOS REYES

Será la despedida de Julio Bocca del público uruguayo, y lo hará con Adiós hermano cruel, un espectáculo que el artista dirige y baila el rol protagónico, junto a Cecilia Figaredo. Irá cerrando así una carrera descomunal, que tendrá su punto final el domingo 22 de diciembre, cuando al pie del Obelisco de Buenos Aires ofrezca un megaespectáculo al que se estima asistirán unas cien mil personal.

Interpretada por el Ballet Argentino, la obra parte de la pieza teatral de John Ford Lástima que sea una puta, adaptada por el guionista Elio Marchi. En ella se cuenta la historia de Marco y Lucía, quienes están unidos por una pasión incestuosa que desemboca en una dura tragedia.

Con este gran montaje, Bocca cierra un largo vínculo con el público uruguayo, del que señala que "siempre me ha recibido de brazos abiertos, más allá de que a veces les ha gustado más el repertorio y otras menos, como es natural".

"Recuerdo especialmente la primera vez que fui a Punta del Este, al teatro que había junto a la playa, donde ahora está el Conrad. Y ver cómo se llenaba la sala, con algo que era ballet, no siendo ese el lugar adecuado, y ver la respuesta y la ansiedad de la gente, en pleno verano, es algo que recuerdo siempre".

Adiós hermano cruel irá del miércoles 5 al sábado 8 a las 21 hs., y domingo 9 a las 18 hs., con entradas desde $ 500 a $ 1500.

- ¿Qué expectativas tiene sobre esta última actuación en Uruguay?

- Muchas, para mí es un privilegio poder retirarme de Uruguay y sobre todo con Adiós, hermano cruel, que es una obra maravillosa, que nos ha dado muchas gratificaciones. Esta es una obra que es un poco dura, pero que permite, a través de la historia del enamoramiento de dos hermanos, plantear una serie de conflictos de familia, religión, amistad. Y bueno, aunque tiene un final un poquito dramático permite, además, trabajar mucho la actuación junto con las exigencias técnicas que toda obra requiere.

- El montaje trabaja con escenografía digital. ¿Qué posibilidades permite esa técnica?

- Nos solucionó muchos problemas, porque ahora podemos viajar sólo con una pantalla y se pueden hacer -como verán en este espectáculo-, diferentes escenas de palacios, parques, que parecen tridimensionales, como si fuera real. Y eso con una escenografía corpórea sería imposible. Además, el escenario queda más amplio, para los bailarines y para el espectáculo.

Desde el miércoles 5 al domingo 9 de diciembre Julio Bocca se presenta en el Teatro Solís, en lo que será su última actuación como bailarín en Uruguay, antes de su retiro definitivo a fin de este año.

-Hay gran expectativa sobre la función de cierre, en el Obelisco porteño...

-Si, el objetivo es cerrar esta etapa de mi vida de bailarín con una función abierta a la mayor cantidad de público posible, y a la vez agradecer a toda la gente que me ha seguido a lo largo de 27 años de esta hermosa carrera. La idea es que sea un espectáculo variado, por lo que también van a estar Diego Torres, Sandra Mihanovich, Mercedes Sosa, La Mona Giménez y Lito Vitale, además de bailarines de la Ópera de París y del Royal de Londres. Va a haber de todo un poco.

-¿Es muy complicado en cuanto a logística?

-Si bien no estoy muy al tanto de esos aspectos, porque es el gobierno de la ciudad el que se encarga de eso, no va a ser la primera vez que arme un gran escenario al aire libre y gratuito. O sea que no tiene por qué ser distinto. Y para mí personalmente, es igual estar en un escenario a la italiana o al aire libre. Lo importante es cómo plantarse sobre el escenario.

-Este año apareció una biografía de usted escrita por Angeline Montoya y editada por Planeta. ¿Qué opinión le merece?

-Hay algunas cosas con las cuales discrepo, que me parecieron un poco amarillas, y que me parece que no aportan nada. Pero siempre, cualquier libro, uno lo lee desde una manera y otro lo hace de otra forma. Yo le hubiera sacado para que sea más corto, porque para mi se hizo un poquito largo, pero creo que ella hizo un trabajo digno, con mucho empeño. Y en definitiva, la verdad de todas esas cosas sólo las sé yo.

-Su carrera le habrá permitido tratar con personalidades de primera magnitud...

-Si, he tenido la oportunidad de tratar con gente que admiro, como Liza Minelli, o con Julia Roberts, y además trabar amistad con artistas como Norma Aleandro, y tanto actores maravillosos que aquí tenemos, o con uruguayos, como China Zorrilla. Esa es otra de las grandes cosas que me dio mi carrera: cenar con la reina de Dinamarca, conocer a Lady Di. De alguna manera eso también es parte de los frutos de mi trabajo, de lo que he conseguido.

-Usted posó para la revista Playboy, en 1993. ¿Qué se proponía con eso?

-Fue simplemente hacer algo totalmente diferente. Sabíamos que era una cosa estéticamente cuidada, y efectivamente, nos divertimos mucho haciéndolo y salió un número especial, con fotos muy buenas, muy artísticas. También quería cambiar un poco la imagen de los bailarines, que siempre aparecían como en una caja de cristal. Siempre me interesó acercar a la gente la imagen del bailarín: antes era difícil que temas vinculados al ballet salieran en las revistas. Eso creo que fue uno de los logros de mi carrera, al menos en Argentina.

-Uno de los momentos clave de su trayectoria fue su encuentro con Mijail Baryshnikov. ¿Cómo fue eso?

-Muy lindo. Yo viajé 10 horas de avión hasta allá. Me fue a buscar una limusina, me llevaron a un departamento para que me diera un baño, luego me llevaron a un estudio: se abre la puerta y entra Baryshnikov. Me saluda y comienza la clase. Él, su maestro y yo: nadie más. Terminó la clase y al día siguiente me dio a firmar el contrato como primera figura del American Ballet Theatre. Para mi fue como una fantasía: yo tenía 24 años.

-¿Fue la mayor sorpresa de su vida profesional?

-No, tuve muchas, como haber trabajado con Nureyev, con Alicia Alonso, con el propio Baryshnikov. Pude vivir todo el mundo de esa época de los grandes divos: llegué a la cola de este cometa maravilloso de la era del ballet.

-¿Todos los públicos son distintos?

-El público siempre va a responder a lo que uno ofrece desde el escenario. Pero con el tiempo se aprende que en cada país, en cada ciudad, hay una cultura diferente, o sea, una forma distinta de expresar lo que gusta y lo que no gusta.

-¿Qué hace cuando quiere divertirse?

-Desde hace tiempo mi vida pasa por mis clases de mañana, los ensayos, viajes, funciones. Me gusta mucho el cine, pero últimamente no tengo tiempo para nada, y cuando tengo tiempo libre prefiero quedarme en casa y ver una película. Incluso leo poco, porque estoy tan cansado que cuando agarro un libro no me da la cabeza para concentrarme.

-¿Quizá leer sea uno de sus placeres futuros?

-Calculo que sí. Quiero hacer cosas cotidianas, levantarme a la mañana y ver qué tengo ganas de hacer. Me gusta mucho el mar, la playa, tomar sol, el agua. Me gustan mucho las playas del Caribe, y el paisaje argentino. Cuando tenga tiempo me gustaría recorrer Argentina, para mirarla. Porque yo siempre estoy del aeropuerto al hotel, de la conferencia de prensa al teatro.

-¿Cree que con los años va a sentir nostalgia cuando recuerde su carrera como bailarín?

-No soy nostálgico, pero no tengo seguridad de que no vaya a sentir nostalgia. Creo que eso lo veré a partir del año que viene, y luego, a medida que vaya pasando el tiempo.

La energía vale tanto como una gran técnica

"Creo que ahora el ballet es más popular que cuando empecé mi carrera, aunque igual siempre es algo que se ha dejado un poco de lado. También es que ahora hay mucho más material que antes: en dos segundos tenés toda la información del bailarín que quieras", afirma Bocca, reconociendo que él ocupó un lugar clave en ese proceso, "principalmente con las grandes giras por las provincias y los espectáculos multitudinarios".

Otro punto que rescata de su trayectoria es la promoción que hizo de las nuevas generaciones de bailarines, incorporando métodos nuevos y apostando a jóvenes talentos. En ese sentido, él no solamente realizó una notable carrera, sino que vitalizó a más de una generación de bailarines y coreógrafos.

El trato hacia sus partenaires y el lugar destacado de ellas en sus espectáculos es otro de los méritos que siempre le ha reconocido la crítica.

Al margen de los aspectos técnicos, otro punto que siempre dio brillo a sus presentaciones es el trabajo sobre la parte actoral, sumando a la técnica, interpretación. El amplio repertorio por él recorrido, y su gusto por la experimentación, agregan méritos a su carrera.

Consultado sobre cuál es el parámetro de belleza de un bailarín, el artista afirmó: "Tiene que ver con todo lo que se pone sobre un escenario. Es algo que va más allá de la técnica: yo no soy demasiado alto, ni tengo un cuerpo muy estilizado, y sin embargo trato de que con la magia del escenario, y con el trabajo que uno le pone, mi imagen sea mucho más amplia de lo que realmente es. Por eso, cuando la gente me comenta que parezco más bajo, y a mi eso me gusta, porque en el escenario uno tiene que crecer, ir más allá. Y claro que eso tiene que ver con tener el físico adecuado, pero más y sobre todo, con el carisma, con la energía."

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