Pablo Pera Pirotto
Una imponente muralla de 25 metros de alto en forma de "U" invertida se levanta desde hace unos días en la rambla de Pocitos. Allí permanecerá hasta fines de marzo, para promover un deporte que actualmente reúne cerca de 200 personas en el Uruguay: la escalada deportiva. Pablo Turielle es uno de los pioneros de la disciplina, y quien lleva adelante este proyecto, que se realiza con mucho esfuerzo personal y con el apoyo de todos los que integran el movimiento.
"Todos los alumnos del gimnasio y compañeros trabajaron intensamente durante dos semanas en el armado de esta pared. Es la muralla para escalada más grande de Sudamérica", dice con orgullo Turielle, quien relata que, aunque cueste creerlo, el emprendimiento no persigue fines de lucro, sino que el objetivo es promover la disciplina deportiva en nuestro país. "Esto es algo que no tiene precedentes en ninguna otra parte del mundo", dice el entrenador de escalada.
De allí que la "entrada" para pasar por la experiencia de intentar subir "La Muralla" sea aportar un kilo de alimento no perecedero.
Todo lo que se logre reunir antes de fin de mes será donado al ministerio de Desarrollo Social, como ha sucedido en años anteriores, en donde la cifra llegó a varios miles.
Actualmente, el único lugar en el que se puede aprender escalada deportiva en nuestro medio es en el gimnasio que, coincidentemente se llama "la Muralla", que funciona dentro de la Asociación Cristiana de Jóvenes desde 1998.
Allí se dan clases a niños desde los cuatro años de edad, a adolescentes y jóvenes, aunque también concurren personas de más de cincuenta años para practicar la disciplina, y muchos chicos con capacidades diferentes que van a aprender escalada gracias a un convenio con la Asociación Down del Uruguay.
"Es muy lindo ver cómo disfrutan y se integran con el resto del grupo", destaca Turielle. "Además, es una actividad que los ayuda mucho a mejorar desde el punto de vista físico y psicológico, como ocurre con todo el que practica escalada deportiva".
Según el entrenador, más allá de los beneficios en el desarrollo armónico del cuerpo, lo fundamental son los valores y la disciplina que se transmiten a través del deporte.
Es que, en contra de lo que muchos puedan pensar, la escalada no es una actividad solitaria, ya que es imprescindible trabajar en equipo para lograr los objetivos. Por cada uno que realiza el ascenso debe haber otro que se encargue de su seguridad.
"Esto desarrolla el sentido de la responsabilidad en los niños y adolescentes, ya que los obliga a generar un compromiso con el otro", destaca Turielle, quien asegura que de esa forma también se aprende a confiar y a delegar en los demás. De allí que esté impulsando un proyecto para que los chicos internados en el INAU puedan comenzar a practicar escalada deportiva.
SEGURIDAD. Uno de los puntos más importantes en la práctica de esta disciplina es la seguridad. Si bien sólo se utilizan las manos y los pies para el ascenso, los escaladores están siempre asegurados con cuerdas y arneses que los ayudan a evitar los accidentes.
"Desde 1998 que estamos enseñando escalada y nunca hubo un accidente", asegura Turielle, que contó que todo el equipo que utilizan ha sido certificado por la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo, además de haber sido examinado por la Facultad de Ingeniería. "En esto es fundamental confiar en uno mismo, en los compañeros y en el equipamiento", resumió.
Perfil
Nombre: Pablo Turielle
Nació: Montevideo
Edad: 32 años
Profesión:Entrenador de Escalada
Otros datos: Estudió fisiología y biomecánica deportiva.
"Desarrolla el sentido de responsabilidad en los niños y adolescentes"
Trepar hasta lo imposible
Únicamente se pueden utilizar las manos y las piernas para ascender, sin la ayuda de ningún elemento externo. Esta modalidad de escalada deportiva, llamada libre, exige un gran entrenamiento físico así como mucha experiencia y concentración para lograr trepar a sitios que pueden parecer imposibles. Sin descuidar ningún detalle de la seguridad, Turielle junto a sus alumnos y colegas escaladores no sólo trepan paredes artificiales como la muralla de la rambla, sino que también buscan desafíos en escenarios naturales como grandes rocas en el departamento de Lavalleja o las canteras del Parque Rodó, llegando a trepar también edificios o altísimas antenas como la del Canal 10.