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El talento de un nieto que entusiasmaría a su famoso abuelo

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Acrobacias, contorsiones, danza, mímica, música, teatro y "humor físico" dan forma a Bright Abyss, un espectáculo mágico y fantástico dirigido por James Thiérrée, nieto del genial cineasta y comediante Charles Chaplin. Su presentación en la Brooklyn Academy of Music marca el debut en Estados Unidos de Thiérée y su compañía, La Compagnie du Hanneton, integrada por el bailarín sueco Niklas Ek, el acróbata brasileño Thiago Martins, la vocalista y pianista española Uma Ysamat y la contorsionista Raphaelle Boitel.

Un espectáculo que escapa catalogaciones, Bright Abyss comienza y termina con la escena lírica de un naufragio, a la que Thiérrée hace frente empuñando rastrillos que hacen las veces de espadas y montado en unas escaleras plegables convertidas en zancos. El viento sopla ferozmente y los personajes comienzan un viaje de supervivencia de 90 minutos de duración, en el que no faltarán situaciones cómicas pero a la vez sombrías y "gags" de la vena "chaplinesca".

El escenario está construido con muebles antiguos y objetos cotidianos que poco a poco cobrarán vida al transformarse en animales y criaturas de un cuento infantil, o al utilizarse en "juegos" y acrobacias que desafían la gravedad.

Con una asombrosa versatilidad, los artistas de Bright Abyss presentan el tradicional vodevil pero sutil y hábilmente disfrazado, o al estilo del "nouveau cirque", del que Thiérrée y sus padres, Victoria Chaplin y Jean Baptiste Thiérrée, son pioneros.

Así, la rutina de contorsión se desarrolla en un enorme portal de metal estilo barroco, mientras las acrobacias son desplegadas tanto en el piso como en el aire, en ejercicios de "capoeira" o en un trapecio que oscila de un lado a otro en medio de una catástrofe.

La mímica y el humor se manifiestan en un intento de suicidio que puede literalmente retroceder en el tiempo, en un sofá que traga personas, en el conductor de una orquesta de rumores y estornudos y, como Chaplin, en la aparatosa lectura de un periódico.

El magnetismo, la destreza para entretener y la apariencia física de Thiérrée —la forma de su cabeza, su mirada romántica e inocente, su contextura compacta y su cabello ensortijado— evocan a su abuelo. Con todo, el artista, de 30 años de edad, ha evitado —sabiamente— explotar lo del vínculo familiar. Thiérrée llegó a conocer a Chaplin sólo por medio de sus películas, y dice que las influencias de éstas en su obra han sido más bien "inconscientes".

Debutó como artista a los cuatro años y, tras afinar habilidades como acróbata, bailarín, trapecista y violinista, se involucró de lleno en los espectáculos creados por sus padres para su compañía Le Cirque Imaginaire, que luego pasaría a llamarse Le Cirque Invisible.

A Thiérrée también hay que darle crédito por su humildad y dejar que el protagonista sea el espectáculo, esto es, por poner el virtuosismo y el talento de los artistas al servicio de la experiencia multisensorial.

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