Desgarradores testimonios de los sobrevivientes

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AFP

JAKARTA y COLOMBO - "Dios mío, ¿por qué nos hiciste esto? ¿Qué hicimos para hacerte enojar así? Todo esto es peor que la muerte", dijo Faizal, habitante de Banda Aceh, Sumatra, en Indonesia, uno de los diez países -ente el este asiático y parte de Africa- afectados el domingo por un terremoto devastador.

Los testimonios en la región son desgarradores. Entre ellos hay personas que buscan a sus familiares desaparecidos bajo las olas gigantes provocadas por el terremoto, comerciantes que perdieron todo, socorristas que enfrentan la peor catástrofe en décadas.

"Nunca sepulté a tantas personas en un solo día en toda mi vida. Es inconmensurable el costo para estas pobres sociedades de pescadores", comentó Jan England, jefe de la oficina de Naciones Unidas para la coordinación de ayudas humanitarias.

La francesa Christiane Laurent, proveniente de Bordeaux y que veraneaba en las playas tailandesas de Khao Lac, norte de la isla Phuket, se encontraba en un óminbus cuando llegaron las olas.

"Estábamos en un ómnibus, al frente de una columna de otros ómnibus. En un momento sentí a la gente gritar: me di vuelta y vi una gran ola a cientos de metros de nosotros. En la cresta de la ola había un automóvil. El chofer dio marcha atrás y nos llevó a la cima de una colina. Todos los otros ómnibus fueron arrollados", relató Laurent.

"No hay agua, no hay electricidad, no tenemos nada de comer", contó Manish Shah, indio, administrador del hotel de cinco estrellas Sinclair en las islas Andamane y Nicobare.

Patrick Campbell, de la oficina de UNICEF de Batticaloa, en Sri Lanka, declaró: "desde los hospitales piden bolsas de plástico para meter los cadáveres. Debemos pedir a la gente que se dirijan a los religiosos locales para organizar las sepulturas".

"No hice nada en particular, mi teléfono era el único que funcionaba", dijo, por su parte, la publicitaria de Milán Barbara Avossa, quien mediante una llamada a la unidad de crisis de la Cancillería de su país ayudó a salvar a decenas de compatriotas.

"Vinimos por nuestro primer aniversario de casados. Estábamos en la playa cuando el agua comenzó a levantarse. Comenzamos a correr. Nunca corrimos tanto en la vida. Estamos a salvo, pero queremos salir lo antes posible de este infierno", relató Lucy Anderson, una británica que se encontraba en las islas Ansamane y Nicobare.

ANSA

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