Una mirada complaciente sobre el rock rioplatense

Comienza como un documental de tono algo panfletario sobre el compromiso social por parte de esa entelequia que se llama "rock argentino". Luego de un algo crudo racconto de imágenes históricas y un somero resumen de la relación entre público y artistas durante distintas décadas a cargo de León Gieco, la película comienza su recorrido.

Lo primero es una visita a una fábrica gestionada por los trabajadores, con los músicos de Attaque 77 como guías.

Pero lo que parecía iba a convertirse en una suerte de alegato que iba a dar cuenta de la compleja relación entre los músicos y el entramado sociopolítico argentino -deteriorado sensiblemente durante la época del menemismo- pronto deviene en una sucesión de imágenes y sonidos que abandonan toda pretensión de explicar, iluminar o revelar algo que vaya un poco más allá de lo meramente anecdótico.

MILLONARIAS. En ese tramo inicial, arrecian las críticas hacia el legado menemista. Pero jamás se explica qué fue lo que posibilitó y cobijó ese reinado ultraliberal de Menem y su corte. Tampoco se ahonda en los mecanismos o las causas que determinaron que buena parte de las bandas que hoy por hoy son las más con- vocantes del rock argentino -Los Piojos, Bersuit Vergarabat y otras-se hicieron millonarias justamente durante esa época.

Schindel abandona temprano el terreno de la política para dedicarse a una serie de convencionales viñetas sobre algunos artis- tas más o menos significativos del rock argentino actual, con guiñadas a algunas figuras de generaciones anteriores, como Charly García, Fito Páez y Gustavo Cerati.

Son principalmente estos veteranos que rompen un poco el molde de Schindel y su equipo. Este consiste, básicamente en una visita a la sala de ensayos, un recorrido por los lugares de origen de los artistas (el barrio de la infancia, el primer trabajo) y luego imágenes de una actuación del artista retratado.

Charly García, por ejemplo, no le dice casi nada a la cámara. Pero sí permite que echemos un vistazo a su proceso creativo y a su manera de trabajar en un estudio de grabación, un proceder tan caótico como preciso (en medio de los delirios, Charly espeta instrucciones como "esto cortálo luego de dos corcheas"). Páez, en tanto, deja descansar su ego un poco y dedica casi toda su intervención a elogiar a García y Spinetta. Y Cerati es el más franco respecto al dinero y su poder para unir y separar bandas.

Más allá de esas y alguna otra excepción (Catupecu Machu), lo que abunda en Que sea rock son los lugares comunes, las anéc- dotas de los días anteriores a la fama, la autocongratulación ("Uno significa tanto para tanta gente", dice Germán Daffunchio sobre sí mismo) y la mirada complaciente, cómplice y superficial. Para los fanáticos de alguna de las bandas, será un placer poder ver a sus ídolos en una pantalla grande y con un sonido logrado. El que quiera ver un sólido documento sobre la importancia del rock rioplatense en estos días, en cambio, no lo encontrará aquí.

CRITICA/FABIAN MURO

Que sea rock

Dirección. Sebastián Schindel

Guión. Sebastián Schindel, Nicolás Avruj

Edición. Nicolás Avruj

Producción. Héctor Olivera, Diego Suárez, Abel Coello

Artistas. Attaque 77, Catupecu Machu, La Vela Puerca, Fito Páez, Charly García, Las Pelotas, Bersuit Vergarabat, Almafuerte, Babasónicos, Arbol, Gustavo Santolalla, Intoxicados, Los Piojos, Gustavo Cerati

Argentina, 2006

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