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Se puede ver en Star+, esta historia sobre un chef prestigioso trabajando en la cocina de una tienda de sandwiches, en una comedia dramática que es tendencia global
El arte con mayor difusión hoy es, por lejos, el culinario. Es, de hecho, el único con un despliegue así de sustancial en los medios. Hay programas que juzgan a a cocineros, otros que hacen crítica gastronómica, otros que hacen viajes de sibarita, mostrando lo rico que se come en el mundo (el mejor de esos, sin dudas, es Somebody Feed Phil, en Netflix, que es gastronómicamente pornográfico).
Están, además, los canales dedicados a dar recetas y el formato MasterChef es uno de los grandes fenómenos globales con su versión uruguaya liderando el rating en su franja. Hay cocineros en horario central, programas infantiles de cocina y entrevistas a gente comiendo en la que se hace especial énfasis en el menú y su elaboración.
La ficción ha sido un poco más renuente a incluir al mundo gastronómico en su carta. Se suele mencionar Chef con Jon Favreau que no estaba nada mal, y probablemente haya que incluir a Ratatouille, la animación gourmet de Pixar. También está Pig, la de Nicolas Cage como un chef con particular apego al cerdo que le encuentra las mejores trufas del condado. Y hay una con Bradley Cooper, es verdad, Una buena receta, que no era tan buena película.
The Bear —o sea “El oso”, la serie que ya se puede ver en Star+, y que tiene la certificación de haberse convertido en tendencia— transcurre en la cocina de una tienda de refuerzos de Chicago, filmada con ambiciones de documental.
La serie, de hecho, fue grabada en una propia cocina —por si va a Chicago, se llama Mr. Beef— con el fin de dar un mayor realismo. Toda la serie está bañada por un aire urbano mientras sus movimientos abruptos y sus encuadres raros dan una idea de reality.
The Bear es, visto así, un “documental” sobre el detrás de bambalinas de los que hacen la comida, combinado, eso sí, con el formato de una sitcom seria.
Es una creación de Christoher Storer (que es además uno de los showrunners), quien ha realizado especiales de comedia (trabajó con Bo Burnham, por ejemplo) y produjo un éxito menor del cine independiente reciente, Eighth Grade.
Muchos de los capítulos, además son dirigidos por Joanna Calo, quien acá también es showrunner y es responsable de algunas de las mejores series recientes como BoJack Horseman y Hacks. Son dos de los creadores más interesantes de televisión hoy.
La historia de The Bear —contada en ocho episodios de media hora, todos disponibles en Star+— se centra en el renombrado chef Carmen “Carmy” Berzatto (Jeremy Allen White), quien supo ser una de las grandes estrellas de la cocina mundial pero ahora, sin embargo, está de nuevo en Chicago atendiendo el restaurant familiar que, de antemano, vendría a ser como, traspolando, una pizzería de barrio. Se llama Original Beef of Chicagoland y hace unos sandwiches que se ven muy bien en la esquina un barrio (de italianos) que se está gentrificando.
El negocio y una deuda de 300.000 dólares con el mafioso local que interpreta Oliver Platt y parece medio pariente de Carmy, se los dejó su hermano que se suicidó. Hay un drama existencial que se revelará en un monólogo en el último episodio de la temporada.
Algo había que hacer y lo ayuda de Sydney (Ayo Edebiri), la pasante recién llegada de la escuela de cocina que aporta un montón de entusiasmo, ideas y algo de impaciencia. Les empieza a ir bien y se ven desbordados como era de esperar. Es más, los protagonistas están desbordados todo el tiempo.
El principal obstáculo parece ser Ritchie (Ebon Moss-Bachrach), el mejor amigo de Carmy que da todo el perfil del mafioso, con amigos peligrosos, narcomenudeo y una ira que debería controlar. Es como un personaje de Guy Ritchie atendiendo la caja del boliche.
La historia se completa con los dramas y las alegrías del personal de cocina: la dedicación de un repostero o la resistencia de una chef con más años en el negocio. Hay una hermana y un cuñado que tienen sus propios asuntos. Nada es demasiado tremendo aunque los personajes son bastante cínicos y puede ser difícil empatizar con ellos.
Se hablan, eso sí, con un respetuoso “chef” y repiten las órdenes en un sincronizado coro. Parece un poco exagerado pero las historias están contadas con honestidad y hay bastante humanidad en los personajes. Los primeros capítulos son particularmente vertiginosos, pero consiguen retener un aire cinematográfico que distancia a la serie de la medianía general. El séptimo episodio es una locura.
Ese aire independiente (no lo es: la produjo FX y en el mundo se ve en Hulu o Disney+) está acentuado por una playlist de rock cuarentón que incluye créditos locales como Wilco y Sufjan Stevens, además de Genesis, Radiohead o John Cougar Mellencamp.
Ágil, divertida, medianamente profunda y con esa banda sonora, The Bear es la serie que hay que ver ahora. Por lo menos para no quedar afuera de ciertos círculos de enterados. Y encima no está nada mal.