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Las razones que convierten a la nueva miniserie de HBO en la mejor valorada de la televisión

Nicolás Lauber

Habían pasado poco menos de una hora y media del 26 de abril de 1986, cuando el cuarto reactor de la Central Nuclear Vladimir Ilich Lenin, ubicada a escasos kilómetros de la ciudad de Chernobyl, explotó. Las causas que llevaron a ese desastre nuclear no son el centro de la miniserie de HBO, sino las consecuencias que dejó, las vidas que destruyó y al grupo de hombres y mujeres que sacrificaron hasta sus vidas intentando salvar a los pobladores.

Chernobyl -que el viernes estrena su último episodio a las 21.00 y está disponible en los servicios de streaming HBOGo, Cablevisión Flow y NSNow de Nuevo Siglo, se ha convertido en una de las producciones mejor valoradas de la televisión actual. Según el sitio IMDB, Chernobyl supera con su calificación de 9,6 (sobre 10), a producciones bastante conocidas y comentadas como Breaking Bad, Band of Brothers, Game of Thrones y Los Soprano.

Si bien en los créditos de la serie no aparece mención alguna a la Premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich, esta miniserie comparte con la novela Voces de Chernobyl, eso de mostrar la historia desde las miradas de los bomberos, científicos y pobladores que vieron y sufrieron las consecuencias, de la destrucción de esa central nuclear consumida por las llamas, y que liberó una enorme nube negra que además de ocultar el sol, fue destruyendo toda criatura viviente en los alrededores.

Chernobyl fue creada y escrita por Craig Mazin (cuyos logros previos incluyen la segunda y la tercera de ¿Qué pasó ayer? y El cazador y la reina de hielo) y está dirigida por Johan Renck quien realizó videoclips para Madonna, Robbie Williams y David Bowie, además de episodios de Breaking Bad.

Jared Harris es Valery Legasov, el protagonista de la historia y quien se encargará de difundir, a través de una serie de cassettes qué ocurrió en realidad. El físico nuclear soviético fue de los primeros en entender la magnitud de la catástrofe. Aunque antes tendrá que lograr que el camarada y vice-primer ministro soviético Boris Shcherbina (Stellan Skarsgard) logre entender qué ocurrió. Porque nadie, ni los científicos de la planta, ni los políticos de turno quieren ver la magnitud del problema, ni hacerse cargo de las consecuencias.

La explosión sucede mientras Anatoly Dyatlov (Paul Ritter), se encuentra como jefe de la planta, quien no puede creer, y demora más de lo debido en alertar, que el núcleo haya explotado, liberando radiación por todas partes, y dejando el granito que protegía el plutonio, desperdigado por toda la zona.

Y por más que se intenten ocultar, las consecuencias llegan, y más rápido de lo que piensan los responsables. Es Ulana Khomyuk (Emily Watson), la física nuclear que trabaja en Minsk, a 400 kilómetros de Chernobyl, la primera en descubrir que la radiación ya comenzó a expandirse por distintas partes de la madre patria. Y ella será la encargada de intentar descubrir qué fue lo que sucedió realmente.

Entre los logros de esta miniserie, firme candidata para los Emmy en el apartado serie limitada, está el diseño de producción que reconstruye tanto la destruida central nuclear, como la ciudad. Renck contó en el podcast oficial de la serie (recomendado aunque hablado en inglés), que se filmó en ciudades que compartían el mismo diseño de Chernobyl. Además, cuenta que fue una decisión suya (y acertada) el que los actores no finjan el acento soviético.

Aunque lo importante en esta serie es cómo se muestra ese diseño planificado de ocultar y silenciar, todo lo que se pueda, la información relacionada con el accidente, cuya intención no era otra que demostrar que no eran inferiores a Estados Unidos en materia nuclear; al tiempo que se muestra ese accionar de la burocracia estalinista, que necesitaba permisos, autorizaciones y reuniones para tomar cualquier decisión. Eso queda demostrado en la escena donde Gorbachov es informado sobre los acontecimientos. Es un momento donde se refleja la sumisión incuestionable al líder del partido.

Además de la producción y la cuidada estética, está muy bien logrado el haber presentado la historia con el ritmo (y la magnífica música de Hildur Gudnadóttir) como si se tratase de un thriller. Eso se debe a que la mirada siempre está puesta en los empleados, científicos, enfermeros y pobladores de la zona, que no pueden entender cómo fue posible que esa central nuclear, llegar a explotar.

Además de presentar una de las historias más trágicas de la era moderna, la serie de Mazin muestra que las víctimas de esta tragedia fueron mucho más que las oficiales, y como sucede con cualquier producción, eso también genera debate y tendencia en las redes sociales.