En el reino vegetal existen acerca de 400 carotenoides, que son unos pigmentos que varían del amarillo al rojo. Entre esta cantidad, el betacaroteno es el más abundante de todos. Químicamente, el betacaroteno está compuesto por dos moléculas de vitamina A y en virtud de esto también recibe el nombre de provitamina A. A pesar de esto, el cuerpo humano sólo convierte una parte de ese betacaroteno en vitamina A y el resto lo almacena como tal. Puede encontrarse en las frutas y verduras de color amarillo y anaranjado y, al mismo tiempo, en las verduras de color verde. Por ejemplo, zanahorias, batatas, zapallos, calabazas, damascos, melones, duraznos, mandarinas, naranjas, espinacas, brócoli, lechuga, escarola, berros, mostaza, las partes verdes de los nabos, tomate, espárragos, arvejas, repollos, maíz, ciruelas, guindas. En cuanto a la cantidad de betacaroteno que cada uno de estos elementos contiene, las cifras varían en relación a la madurez del alimento, la estación del año y también dependen de la manera en que se lo prepare para comerlos. El efecto del betacaroteno en el cuerpo humano se ve notablemente disminuido como consecuencia del consumo de tabaco y alcohol. Se cree que el betacaroteno, además de su poder antioxidante, puede prevenir ciertos tipos de cáncer como el de pulmón, la boca, el cuello, el estómago, el esófago, la próstata y la piel. Por su capacidad para atrapar los radicales libres, el betacaroteno también aumenta notablemente la respuesta inmunológica de nuestro cuerpo.