THE NEW YORK TIMES
TERRENCE RAFFERTY
"Cuando empecé a pensar en `El lago de los cisnes` una bailarina, creo que Julie Kent, me explicó que era la historia de una chica a quien un mago convierte en cisne durante el día, y en medio humana, medio cisne de noche", dice Darren Aronofsky.
"En ese momento me di cuenta", agrega el director, "que estaba haciendo una película del Hombre Lobo". En realidad, su film El cisne negro trata acerca de una joven bailarina que pelea por el papel principal en ese ballet.
Entonces no se le ocurrió que las buenas películas de hombres lobos son casi tan raras como las buenas películas sobre ballet, pero eso tampoco lo habría detenido. "Una de las cosas que me atrajo en la historia", asegura, "fue someter a Natalie Portman a esa transformación física. De eso se trata en este cuento de hadas".
En definitiva, el ballet es un asunto de transformación física: cómo estirar y doblar y moldear un cuerpo hasta hacer posibles los movimientos imposibles, y permitir a una criatura de carne y hueso trascender las limitaciones de lo meramente humano y volar (al menos metafóricamente) hacia las regiones de lo sublime. Bueno, ésa es la idea.
La realidad, tal como Portman lo descubrió mientras se preparaba para su papel en El cisne negro, puede ser empero tan inquietante como una película de terror.
"He estudiado ballet", contó ella recientemente por teléfono, "entre los cuatro y los trece años en el American Dance Theater Workshop de Long Island, que está asociado con el Ballet Eglevsky, y desde que me convertí en actriz siempre quise hacer una película de ballet".
Aronofsky, cuya hermana fue también una seria estudiante de ballet en su juventud, se acercó a Portman con la idea para la película estando ella todavía en el colegio, pero cuando, años más tarde, llegó finalmente el momento de hacer la película, dice la actriz que advirtió "rápidamente que no había mejorado lo suficiente".
Antes de comenzar el rodaje, Portman se entrenó durante varios meses con Mary Helen Bowers, ex-bailarina del New York City Ballet. También se dedicó durante un año a leer autobiografías de bailarinas (sobre todo del New York City Ballet) y descubrió en ellas "una cualidad casi religiosa, no solamente en su divinización de Balanchine, sino también en esa especie de comportamiento ritualista y devoto que implica la práctica de la danza: el repetitivo trabajo diario en la barra, amanecer con las zapatillas de baile y todo eso".
RECLUSIÓN. Nina, la joven bailarina que Portman interpreta, vive una vida prácticamente monástica, compartiendo un pequeño apartamento neoyorkino con su dominante madre (interpretada por Barbara Hershey) y arriesgándose a salir únicamente para asistir a clases y ensayos. Así fue su existencia, agrega Portman, mientras filmaba El cisne negro.
"Básicamente", dice, "no pude hacer otra cosa que trabajar. No había tiempo para cenar con amigos o ir al cine. Trabajaba 16 horas por día y me iba a casa, porque tenía que estar preparada para las escenas del día siguiente, y podía dormir solamente cinco horas. Fue realmente muy extremo".
Su personaje, luchando por controlar la dinámica del "buen cisne" y el "mal cisne" del ballet, y al mismo tiempo lidiar con las manipulaciones del director de la compañía (Vincent Cassel) enloquece gradualmente, lo cual en el extraño, hermético universo de film de horror de El cisne negro no perjudica necesariamente su actuación.
"Siempre me interesó la interpretación", dice Aronofsky, "y esta historia es sobre eso, lo que establece, creo, una clara conexión con El luchador", su película de 2008 con Mickey Rourke. "Al terminar mis estudios en el American Film Institute, con poco más de veinte años, hice una lista de las películas que quería hacer algún día. El luchador era la primera. La del ballet era la segunda".
Lo que lo atrajo del ballet como tema cinematográfico es "esa intensidad tan `por encima de todo`, tan excedida, tan melodramática", añade. "Y las historias de ballet como El lago de los cisnes están a menudo basadas en cuentos de hadas, y eso puede ser realmente gótico y realmente trágico".
Tal vez porque el ballet es un medio narrativo profundamente ineficiente, las historias tienen que ser muy simples, como los cuentos de hadas. Y, por supuesto, la transformación en algo no del todo humano (como la Mujer Cisne aquí) o incluso totalmente inhumano (como la muñeca de Coppelia) resulta al mismo tiempo aterradora y emocionante. La habilidad para interpretar una seductora muñeca mecánica o un enorme y bello pájaro da la medida del virtuosismo de una bailarina.
La locura de la pobre y ambiciosa Nina es, en definitiva, un riesgo del oficio: los bailarines de ballet se entrenan durante años, y transforman sus cuerpos sobre el escenario para convencernos de que son alguien o algo que no son. Se necesita para ello cierta vocación por el exceso.
"Siempre quise hacer algo con El doble de Dostoievskii", dice Aronofsky, "y cuando vi El lago de los cisnes por primera vez me deslumbró el hecho de que una misma bailarina pudiera hacer los dos papeles".
En cierto momento, la historia de El lago de los cisnes se combinó con un libreto llamado The understudy, de Andres Heinz, que transcurría en el mundo del teatro "off-Broadway" y que era una mezcla de El doble con La malvada, y algo de Repulsión de Roman Polanski.
Tras el aporte de otros dos escritores (John McLaughlin, Mark Heyman) y 20 o 30 cambios, Aronofsky se convenció de que tenía una película que podía hacer.
"Se me ocurre", dice también, "que no ha habido muchas películas interesantes sobre el ballet, excepto tal vez Las zapatillas rojas de Michael Powell. El mundo del ballet es único, muy sexy y muy específico, y creo que una de las principales razones por las cuales la gente va al cine es para conocer lugares donde nunca ha estado antes".
En realidad, llevar El cisne negro a la pantalla fue algo mucho más duro de lo previsto, "una película superdifícil de hacer", en parte porque ese mundo tan específico del ballet resultó ser, por lo menos al principio, sorprendentemente poco hospitalario.
"Normalmente, cuando uno dice que quiere hacer una película sobre un mundo particular, las puertas se abren y el acceso se vuelve muy sencillo", dice también Aronofsky. "Pero el mundo del ballet no es así. Es muy insular. Y los bailarines nunca quieren hacer nada que altere su calendario".
Sin embargo logró comprometer a Benjamin Millepied, director del New York City Ballet, para coreografiar El lago de los cisnes para la pantalla, También se vio agradablemente sorprendido por todo lo que Portman podía hacer. Hay trescientos efectos visuales en la película, pero él creyó que tendría que utilizar muchos más.
"Natalie dio tanto que yo estaba increíblemente excitado e impresionado", dice. "El 90 por ciento de lo que se ve es Natalie, sin retoques".
Hay ciertamente muy pocas películas de horror sobre el miedo y la violencia de hacer arte, pero El cisne negro se encuentra entre ellas (también Las zapatillas rojas). El ballet resulta ser un vehículo ideal para una historia sobre la sangre, el sudor y la locura de la creación, y tiene en sí mismo algo de ordalía.
MIEDOS. "Es un asunto serio", dice Portman, "no algo divertido y tonto". Hace una pausa que dura algunos segundos antes de agregar con calma: "Fue terrorífico, disciplinado y riguroso, y creo que de alguna manera encaja con la mentalidad de los personajes".
Incluso ahora suena asustada. La película de Aronofsky es sobre algo familiar a todos los artistas, el sentido del miedo, cuando uno está en pleno vuelo y se ha internado en el oscuro territorio del sueño o el cuento de hadas, un lugar donde nunca había estado. Es la emoción de perderse uno mismo, y el temor de perderse para siempre.
Del ballet a una historia de sexo sin compromiso y romance
Natalie Portman entró claramente con el pie derecho en el 2011. Al mismo tiempo que está cosechando premios con El cisne negro estrenó en los Estados Unidos No Strings Attached, una comedia romántica dirigida por el canadiense Ivan Reitman (Los cazafantasmas, Gemelos) en la que comparte protagonismo con Ashton Kutcher. En su primer fin de semana de exhibiciones, el film se colocó a la cabeza de la taquilla (es cierto que con la cifra no particularmente excepcional aunque respetable de veinte millones de dólares de recaudación).
El film cuenta la historia de una pareja que desea llevar adelante una relación sexual que no implique otro tipo de compromisos emocionales, pero ya se sabe que los sentimientos siempre terminan jugándole a la gente una mala pasada en el cine industrial.
Qué va a hacer en el futuro
Natalie Portman ganó el Globo de Oro a mejor actriz dramática por su labor en El cisne negro, y compite por el Oscar (allí tendrá la rivalidad temible de Annette Bening). Pero tiene tiempo para otras cosas. Está en pareja con (y espera un hijo de) Benjamin Millepied, el bailarín y coreógrafo de El cisne negro, y tiene en producción dos películas a través de su reciente empresa Handsomecharlie Films, una de las cuales (Best buds) además protagoniza.
Productora y actriz con films en la mira
"Creo que como están pasando tantas cosas que estoy un poco mareada", dijo Portman, con su menuda figura enroscada en un sofá y la mano intuitivamente descansando sobre su vientre. "No sé si lo estoy procesando todo. Sólo pienso, `Ay, el sol está brillando. Estoy con mi mamá. Estoy con mi perro. La vida es buena". También está trabajando en nuevas películas a través de su compañía productora, handsomecharlie films. Su primer largometraje, Hesher, protagonizado por Joseph Gordon-Levitt, debutó en Sundance y se estrena este año. Asimismo, produce Best Buds, sobre una futura novia que evita un ataque de nervios saliendo con sus amigas y fumando marihuana y de la que será protagonista. "Nos gustan todo tipo de películas: drama, suspenso, ciencia ficción, comedia", dice de sí y de su socia, Annette Savitch. "Pero creo que algo que definitivamente nos atrae, sólo por el hecho de que no abundan, son las comedias de mujeres fuertes, y también las de amistad entre mujeres, a diferencia de cisne negro donde se tiran del cabello unas a otras``. basado en agencias