Nunca atiendas el teléfono

| CRITICA/GUILLERMO ZAPIOLA ENLACE MORTAL Phone Booth Director. Joel Schumacher. Libreto. Larry Cohen. Fotografía. Matthew Libatique. Música. Harry Gregson-Williams. Productores. David Zucker, Gil Netter. Elenco. Colin Farrell, Forest Whitaker, Katie Holmes, Radha Mitchell, Kiefer Sutherland.

Estados Unidos 2001.

Dos películas de Batman, la tontería "políticamente correcta" de Nadie es perfecto (los travestis son seres humanos, ¿vio?) y la amarillista mezcla de moralismo, exploración del universo de la pornografía y reinvindicación del ejercicio de la justicia por mano propia de 8 milímetros parecían haber arruinado para siempre el prestigio del director Joel Schumacher, haciendo olvidar antecedentes más interesantes (Un día de furia es mejor de lo que mucha gente cree) y hasta presentándolo como el comerciante insensible y el criptofascista que probablemente no es. Sin embargo, y sin alcanzar un nivel eminente, esta película de suspenso devuelve al cineasta a un moderado nivel de interés.

Las virtudes de Enlace mortal son las un libreto económico, que monta su mecanismo de tensiones con pocos elementos: un nervioso registro de la acción, una nítida unidad de tiempo, cierta agudeza para observar comportamientos y reacciones frente a una situación de crisis. Hay alguna inconvicción final que disminuye el impacto global del asunto, pero hasta allí la película se las ha arreglado para enganchar a su espectador con la historia de este publicista irresponsable (Colin Farrell) que miente a sus clientes, a los medios de prensa, a su asistente, a su esposa y a su amante, y que comete el error capital de alzar el auricular cuando suena el teléfono en la cabina callejera a la que se ha acercado. De inmediato hay un inesperado acto de violencia, y la voz en el teléfono le advertirá a Farrell que si cuelga es hombre muerto. Oculto en los alrededores, un francotirador con un rifle de alto poder lo tiene cubierto, y comienza a dar órdenes.

tensiones. Se amontonan policías (que desconfían de Farrell), transeúntes, esposa, amante. El francotirador juega a Dios, y exige que el protagonista haga pública confesión de sus pecados, o de lo contrario desencadenará un baño de sangre. El personaje deberá efectuar algunos ajustes éticos, un viaje al interior de sí mismo, para estar en condiciones de manejar la situación.

Si hay un "autor" en el film es probablemente el guionista Larry Cohen, un veterano con oficio y una vocación por la inquietud y el sobresalto (La serpiente alada, El monstruo está vivo y continuaciones). Aquí se las arregla para contar sin perder tiempo, como si se tratara de una buena, vieja película de clase B: hasta el propio rodaje del film, que se llevó a cabo en unos breves diez días, tiene algo de la modestia y la eficacia de algunos modelos característicos de ese formato.

Para especulaciones de sobremesa queda la pregunta de qué habría hecho en el papel protagónico Jim Carrey, que fue la primera opción del director Schumacher, quien ya había trabajado con ese rey de la morisqueta en Batman eternamente. El joven Colin Farrell sale dignamente del paso, y los secundarios lo acompañan adecuadamente, aunque es casi innecesario decir que el personaje más interesante está en el otro extremo del teléfono: desde El Paraíso perdido de Milton para acá, y por aquello de las oscuras razones de la condición humana, ya se sabe que los villanos suelen ser mas atrayentes que los héroes.

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