GUILLERMO ZAPIOLA
Si hay una historia que no necesita presentación es la de El fantasma de la Opera, cuya más reciente versión dirigida por Joel Schumacher, en clave de película musical, se estrena hoy en Montevideo. A lo largo del último siglo, esa anécdota conoció toda clase de variantes desde que el francés Gaston Leroux, un escritor con fama previa en asuntos policiales y de suspenso (El misterio del cuarto amarillo, El perfume de la dama de negro, La muñeca sangrienta) lo publicó por primera vez como novela por entregas en 1910. Allí estaban ya las desgracias del músico cuyo rostro queda desfigurado luego de que alguien le arroja ácido en la cara por quejarse de un robo de partituras, y que se empeña en manipular la carrera de una prometedora cantante desde su escondite en el subsuelo de la Opera de París.
La repercusión de la novela fue moderada, pero creció desde el momento en que el director Rupert Julian llevó el tema a la pantalla en el cine norteamericano en 1925, con labor protagónica de Lon Chaney. Su film se jugaba mucho al maquillaje del protagonista Chaney (un especialista en la materia), pero había también en él un criterio fotográfico derivado del expresionismo y una habilidad para administrar las tensiones, demorando la aparición de su Fantasma primero, y tomándose más tiempo para su desenmascaramiento después.
El asunto fue rehecho por Arthur Lubin en 1943 con más color, más ópera y un educadísimo Fantasma a cargo de Claude Rains que pedía disculpas cada vez que tenía que asustar a alguien. Tuvo sin embargo más atractivo gótico la variante hecha por el británico Terence Fisher para la productora Hammer en 1962, con Herbert Lom en el papel del deforme músico. Es más difícil en cambio imaginar alguna razón por la que haya que ver lo que el director Dwight Little hizo con el asunto en 1989, con Robert Englund (el actor que ha encarnado a Freddy Kruger) como el Fantasma.
REGRESO. Para justificar la vuelta del tema a la pantalla había que inventar alguna cosa, claro. Esta vez, el pretexto son la música y el canto, derivados naturales de un tema que se ambienta en el medio operístico y que ya Brian De Palma y Paul Williams habían empleado en su Fantasma en el paraíso (1974).
Para llegar a ese punto debió existir primero la versión musical sobre el escenario, creada por Andrew Lloyd Webber, quien con la frecuente colaboración del letrista Tim Rice fue también responsable de Jesucristo Superstar (1969), Evita (1976), Cats (1981) y Sunset Boulevard (1993), entre otros varios éxitos. Su adaptación de El fantasma de la ópera, en la que no intervino Rice, fue estrenada en Londres en 1986 y pasó a Broadway en 1988, obteniendo entonces siete premios Tony. Al igual que otros trabajos de Webber, su Fantasma se mantuvo años en cartel. Era casi inevitable que, tarde o temprano, alguien pensara en llevarlo al cine y Lloyd Webber asumió parte de la responsabilidad.
DIRECTOR. El proyecto cayó en manos del ecléctico Joel Schumacher, un director en cuya carrera carrera ha habido comedia (Un toque de infidelidad), drama con puntas testimoniales (Un día de furia, Tiempo de matar, Veronica Guerin), policiales moralistas (8 milímetros) y hasta el asesinato de un superhéroe que en manos de Tim Burton había rendido mejores dividendos cinematográficos (Batman eternamente, Batman y Robin).
Ya se sabe antes de verla que este nuevo Fantasma de la Opera implica un enorme despliegue de producción dedicado a recrear con minucias de escenografía y vestuario el París de 1870. El esfuerzo implica también una multiplicación del número de extras y acciones que llegan la trama desde las alturas del teatro hasta sus siniestras catacumbas y un lago subterráneo. El elenco está encabezado por varios nombres con escasa fama previa en cine pero para cuya elección hubo que tener en cuenta sus aptitudes musicales: el listado comienza con el propio Fantasma encarnado por Gerald Butler y sigue con Emmy Rossum y Patrick Wilson. El film llega acompañado de candidaturas al Osar a mejor fotografía, dirección artística y canción.
Romántico y oscuro
La combinación de horror y romanticismo que caracteriza a El fantasma de la Opera en sus sucesivas versiones no es, por cierto, una originalidad de Gaston Leroux y sus numerosos adaptadores. Básicamente el asunto es una variante del clásico tema de la Bella y la Bestia, la historia del hombre aquejado por una horrible fealdad que se enamora sin remedio (y sin reciprocidad) de la heroína. A fuer de sinceros, la Bestia tenía un final feliz (un beso de amor le devolvía su apariencia humana), pero no ha ocurrido lo mismo en otros casos. Atrás de este Fantasma están el Quasimodo (Nuestra Señora de París) y el Gwymplaine (El hombre que ríe) de Victor Hugo, y está por supuesto el buenazo de King Kong.
Todos los fantasmas
EL FANTASMA DE LA OPERA (The Phantom of the Opera). Estados Unidos 1925. Director, Rupert Julian. Con Lon Chaney, Mary Philbin, Norman Kerry.
EL FANTASMA DE LA OPERA (Phantom of the Opera). Estados Unidos 1943. D. Arthur Lubin. Con Nelson Eddy, Susanna Foster, Claude Rains.
EL FANTASMA DE LA OPERA (The Phantom of the Opera). Inglaterra 1962. Director, Terence Fisher. Con Herbert Lom, Edward de Souza, Heather Sears.
FANTASMA EN EL PARAISO (Phantom of the Paradise). Estados Unidos 1974. Director, Brian De Palma. Con Paul Williams, William Finley, Jessica Harper.
EL FANTASMA DE LA OPERA (The Phantom of the Opera). Estados Unidos 1983. Director, Robert Markowitz. Con Maximillian Schell, Jane Seymour. Televisión.
EL FANTASMA DE LA OPERA (The Phantom of the Opera). Estados Unidos 1989. Director, Dwight H. Little. Con Robert Englund, Jill Schoelen, Alex Hyde-White.
EL FANTASMA DE LA OPERA (The Phantom of the Opera). Estados Unidos 1990. Director, Tony Richardson. Con Burt Lancaster, Adam Storke, Teri Polo. Televisión.
EL FANTASMA DE LA OPERA (The Phantom of the Opera). Estados Unidos 1990. Director, Darwin Knight. Con David Staller, Elizabeth Walsh. Televisión.
EL FANTASMA DE LA OPERA (Il fantasma dell’Opera). Italia 1998. Director, Dario Argento. Con Julian Sands, Asia Argento.