Premiada con el Cámara de Oro en el festival de Cannes, "Las acacias" es un film muy simple: un camionero, una mujer y un bebé, todos en la ruta. Su director, Pablo Giorgelli, habló sobre lo que implica el estreno de hoy en Uruguay.
Sencilla y con pocas palabras. Es la forma en que se puede describir esta ópera prima del realizador argentino de cuarenta y cuatro años, que cuenta la historia de una paraguaya con su bebita, que le pide a un camionero un viaje hasta Buenos Aires. Con producción y asesoría del director Ariel Rotter (El otro), la película impactó en festivales de todo el mundo y cosechó premios importantes, entre ellos el codiciado galardón de Cannes. Con todo, este es el tercer país de América Latina en darle un estreno en salas comerciales, después de Argentina y Paraguay. "Para mí estrenar la película en salas es algo que siempre deseé", explica Giorgelli, quien visitó Montevideo esta semana. "Los festivales están muy bien, y estoy muy agradecido, pero no me da lo mismo si no podemos estrenar".
En Argentina vivió algunas dificultades de distribución antes de llegar a tener exhibición comercial, cosa que despertó reacciones irritadas de parte de público y crítica. Esto, que ocurrió el año pasado, desató allí el debate sobre el duro camino que enfrentan las producciones argentinas de menor porte (dejando fuera las masivas) para llegar a mostrarse al público fuera de los festivales.
"Si lo comparo con lo que fue en Francia es para llorar, porque ahí se estrenó en setenta salas y lleva más de ciento veinte mil espectadores. Para una película pequeña como esta, que no tiene una gran campaña atrás, es todo un logro. Por supuesto que ahí el premio de Cannes ayudó mucho. En Argentina no resultó como nos hubiera gustado, aunque no fue malísimo, estuvo bien".
La diferencia entre la realidad cinematográfica de uno y otro país, dice Giorgelli, radica en que en Francia hay cinco o seis veces más salas de cine que en Argentina. Y también hay cuestiones culturales que tienen que ver, ya que en el país europeo el público está habituado a ver películas de todo tipo, como pudo comprobar mientras recorría pueblo tras pueblo con su film bajo el brazo. "Francia es otro planeta. Para películas independientes o de autor, es el lugar ideal. Ningún otro país del mundo tiene un panorama así".
Aparte de Francia, donde el premio de Cannes le dio un gran impulso, el film se ha estrenado comercialmente en Estados Unidos, Noruega, Italia, Suecia y España. Este continente es todavía una cuenta pendiente en lo que tiene que ver con los circuitos comerciales, ya que los festivales latinoamericanos le han abierto las puertas. También es para él una asignatura pendiente la cuestión de las nuevas formas de exhibición. Durante un viaje, encontró su película pirateada en Ecuador, cosa que le causó una doble impresión, por un lado estuvo contento de ver hasta dónde había llegado, pero por otro no le gustó que lo hubieran pirateado. "De todos modos para mí como director es bueno. Yo prefiero que la película se vea. Y es algo que va a pasar más, ya que hay otras formas de ver películas".
De todas maneras, el suceso que vivió en el mundo de los festivales, le permitió viajar durante todo el último año, desde Cannes hasta ahora. "Y me di el permiso de disfrutar esto que no sabés si te volverá a tocar".
Giorgelli, quien entre otras cosas había trabajado como montajista, comenzó a pensar en Las acacias cuando tenía treinta y nueve años. En los años previos había escrito dos guiones que nunca llegó a filmar. El estallido de la crisis de 2001 lo afectó seriamente y luego de eso atravesó lo que describe como una crisis familiar y personal que lo obligó a concentrarse en buscar soluciones. Pero a su viejo sueño de dirigir le llegó la hora años después. "Pero un día apareció esta y fue indetenible", cuenta. "Yo digo que la película viene de esa época de crisis, tiene mucho que ver con esos años malos que pasé, en los que viví de todo. La película habla de eso, un hombre que está solo, aislado y que tiene un agujero con la paternidad. Pero no me di cuenta de que tenía que ver conmigo hasta que tuve la película terminada".
Uno de los procesos más complejos que vivió Las acacias fue el que llevó a dar con sus protagonistas. Tuvo que hacer casting con 250 bebés hasta que dio con Nayra Calle Mamani, a la que describe como "un milagro de la película". Su idea inicial era apelar a personas que no fueran actores, pero esto chocó con su intención de no improvisar y de aferrarse al guión así que tuvo que hacer casting para dar con los rostros indicados. "La película la tenía muy clara en mi cabeza. Con eso y con los actores no te diría que fue fácil, pero salió de forma fluida".
Su amistad con Rotter, quien en los créditos figura como asesor de guión y dirección, afectó mucho al proceso. "Como confío mucho en él, fue un aporte invaluable. En la dirección él fue como un bastón para mí, ya que me dio otra perspectiva con el trabajo. Y si pudiera repetir la experiencia, lo haría sin dudar, si él quiere". El viaje de los personajes del film se extiende 1.500 kilómetros. El de Giorgelli también es muy largo y, detrás de la sencillez de su historia como director, esconde mucho más.