Hoy a las 22:30 horas por Canal 10 comenzará una aventura televisiva que seguramente despierte mil comentarios de su trama, especulaciones sobre la evolución de su argumento, que no escatimará crueldades, injusticias y situaciones desiguales, tocando las fibras más íntimas del telespectador. Se trata de la telenovela turca Las mil y una noches, que acompañará a la audiencia todos los días de lunes a viernes en ese mismo horario.
Fiel a las convenciones de género, la historia cruza el drama, el amor y la lucha de poder, mezcla explosiva que ha cautivado ya a millones de espectadores en todo el mundo. La serie (que en turco se llama Binbir Gece) fue producida por TMC Film y transmitida originalmente entre 2006 y 2009, con los roles protagónicos a cargo de los actores Halit Ergen, Bergüzar Korel, Tardu Flordun y Ceyda Düvenci.
En marzo de 2014 comenzó a ser emitida por primera vez en nuestro idioma en Chile (donde, además, se realizó el doblaje) por el canal Mega. En septiembre pasado inició sus transmisiones en Colombia por la cadena Caracol Televisión y a partir del 5 de enero es emitida en Argentina por la cadena Canal 13 en horario estelar, logrando picos de 19 puntos de rating, audiencia que hace tiempo no se veía en la televisión argentina, desde 2013, y que sólo la pudo lograr la telenovela brasileña Avenida Brasil y Bailando por un sueño.
La geografía de su éxito recorre América Latina, Medio Oriente y Europa del Este, al punto que hay quienes han hablado de hasta una revolución que está causando en el comportamiento del público televisivo, dada la gran adhesión que despierta. Por ejemplo, el 4 de enero, fue emitido en Chile el desenlace de la historia, marcando una cota de 33,1 puntos de rating ese día, mientras que hizo 28,6 puntos a lo largo de toda la emisión. Su éxito arrollador en Argentina hace suponer que en Uruguay va a andar también muy bien, como ya ocurrió, por ejemplo, con Avenida Brasil, que replicó el éxito de la vecina orilla.
Al rojo vivo.
El argumento tiene mucho que ver en el éxito mundial de este producto, puesto que tiene como punto de apoyo un supuesto que, al menos en la ficción, muchas veces está fuera de discusión: un hijo es el tesoro más preciado para toda mujer. Si él enferma, la madre estará allí, cuidándolo y velando por su pronta recuperación. Pero si el niño tiene un diagnóstico terminal y su única salvación depende de un costoso trasplante, ¿hasta dónde sería capaz de llegar para conseguir el dinero?
A esa encrucijada a la que se enfrenta la hermosa Sherezade, una joven viuda, que como toda heroína del género ha sido víctima de una cascada de desgracias. Su marido murió en un accidente automovilístico años atrás, y ahora recibe la peor de las noticias posibles: su pequeño hijo de cinco años padece leucemia. Su única esperanza de salvar su vida es ese trasplante de médula. Como todo buen guión, éste va alternando malas y buenas: hay un donante compatible, el problema es que la intervención y el tratamiento tienen costos muy altos, que esa madre viuda no puede solventar. La necesidad de contar con esa importante suma de dinero a corto plazo se transforma en una horrible pesadilla para la joven. Si bien tiene un buen empleo —ella es una exitosa arquitecta— no puede acceder a un préstamo de la empresa o de alguna entidad bancaria debido a que no cuenta con la antigüedad laboral suficiente. A esto se suma que el abuelo paterno del niño (obviamente, un millonario conservador y autoritario) le da la espalda a su ruego desesperado, responsabilizándola por la muerte de su hijo, quien se casó con ella sin su consentimiento.
Sumida en la más absoluta angustia ante esta compleja problemática, Sherezade recibe una singular propuesta de su jefe Onur: le dará el dinero que necesita a cambio de que pase una noche con él. Por supuesto, dicha oferta es recibida como una afrenta por parte de la joven. Sin embargo, decide reconsiderar la situación, asunto que aumenta la tensión del drama y lo eleva a su cota más alta de dramatismo.
Lógicamente otros atractivos enmarcan el conflicto, entre ellos los visuales: la telenovela fue filmada en escenarios naturales, con una excelente realización y factura, ideal para ser vista desde una buena pantalla y con buen sonido.
Y el éxito que está teniendo en América Latina la ha convertido en un fenómeno incluso fuera de la pantalla chica. Por ejemplo, la pasión que despertó entre los televidentes chilenos (principalmente las televidentes) hizo que la cadena de supermercados Santa Isabel lanzara un concurso denominado Las mil y una promos, en el que los concursantes tendrían la posibilidad de conocer al actor Halit Ergenç, viajando a Turquía y teniendo de paso una cena con él en persona. A partir de hoy, se podrá comenzar a medir el comportamiento del público televisivo uruguayo ante esta nueva experiencia, ya que Las mil y una noches es la primera novela de origen turco que llega a Uruguay y Argentina.
Claves de un fenómeno que excede este caso concreto
"Las mil y una noches" está siendo éxito en más de 50 países, causando furor también en Ecuador, México, Puerto Rico, Paraguay y Brasil. En Argentina lidera con el rating del horario central, pero también para los propios actores la telenovela ha sido una revolución. En la vida real Halit Ergenç (Onur Aksal) y Bergüzar Korel (Sherezade Eviliyaoglu) se enamoraron durante el rodaje, a tal grado de que Halit Ergenç se divorció de su anterior esposa para conquistar a la actriz Bergüzar Korel. Y ella también rompió la relación amorosa que tenía en ese entonces, ya que también se enamoró de Halit: como consecuencia, en la actualidad ambos se encuentran legalmente casados desde agosto de 2009, y tienen un hijo en común, llamado Ali, que nació en febrero de 2010.
Pero más allá de las historias de amor (de la ficción y de la realidad), hay detrás de esta fuerte presencia de Las mil y una noches en América Latina un fenómeno de mercado digno de estudio.
En una nota de Constanza Hola Chamy, en BBC Mundo, se analiza esa relación entre el mercado latinoamericano y la producción televisiva turca, aportando elementos de interés. Una televidente chilena que fue consultada afirma que Las mil y una noches "es lenta, pero muy buena. Las telenovelas nocturnas en Chile son muy agresivas. La gente se aburrió de ver eso y quería ver algo más light, más romántico, no llegar a prender el televisor a las 22:30 horas para estresarse".
Y Patricio Hernández, directivo de la televisión chilena (y en buena medida responsable del hallazgo de esta telenovela para el público hispanohablante), señaló que este éxito tiene que ver con volver a lo clásico sin perder de vista la calidad. "Es una historia universal que convoca principalmente a público femenino, recupera el romanticismo de manera clásica, pero lo actualiza con una muy buena puesta escena". Quizá Turquía llegó a la tele local para quedarse.

Hoy arranca Las mil y una noches, que marcó picos de rating en región y mundo