"Érase una vez un genio" es una historia de amor como solo los grandes directores pueden contar

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Erase una vez un genio

CRÍTICA

Se estrenó en Uruguay la nueva película de George Miller, protagonizada por Tilda Swinton e Idris Elba como una mujer y un genio de la lámpara.

George Miller es uno de los grandes directores contemporáneos desde que estrenó Mad Max en 1979. Desde ahí, además, forjó una saga que con su cuarta entrega, Mad Max: Furia en el camino de 2015, consiguió una de las grandes películas de acción de la historia del cine y una de las grandes películas del cine reciente.

El eclecticismo de su carrera y su apego a géneros tradicionales (de los que son mirados con recelo) ha camuflado, quizás, su capacidad narrativa, su militancia por un cine que aproveche todos sus recursos y la calidad autoral de su obra apoyada en una gran puesta en escena.

Su filmografía —además de las cuatro Mad Max y una quinta en posproducción— incluye dos franquicias infantiles: la de Babe, el chanchito valiente y la animada Happy Feet, aquella de pingüino que movía los pies como un bailarín de tap y ponía a toda su colonia a corear Queen.

Algunos más veteranos recordarán la lacrimógena Un milagro para Lorenzo y otros la divertida Las brujas de Eastwick, la única película de toda esa trayectoria que se acerca a Érase una vez un genio.

En aquella, un Jack Nicholson demoníaco seducía y corrompía a tres solteronas interpretadas por Cher, Susan Sarandon y Michelle Pfeiffer. Estaba muy buena.

Acá también hay un elemento mágico que se mete en la vida de una mujer que parecería insatisfecha. La historia encuentra a Alithea Binnie (Tilda Swinton, siempre bien), una narratóloga (la disciplina que rastrea la universalidad de las historias y las leyendas) que aún parece estar procesando que su marido la abandonó. Un día, de paseo en Estambul, se compra una discreta botellita de vidrio en la que, se entera cuando consigue abrirla, vive un genio (Idris Elba) que hace 3.000 años que anda como alma en pena. Tiene que concederle tres deseos a Alithea para liberarse de una maldición pero ella, conocedora de esa clase de trucos, no se toma la oportunidad a la ligera.

Érase una vez un genio (traducción espantosa de una película cuyo título original es el más poético “3.000 años de añoranza”) se divide, así, en dos. Por un lado el duelo dialéctico (casi teatral) entre Alithea y el genio que, como en Las mil y una noches, le cuenta historias de sus otros clientes, la reina de Saba, una esclava de la corte de Solimán el Magnífico y en 1850, Zefir, la esposa de un sultán que quiere conocer todos los secretos del universo y de la que el genio —cuya distancia profesional es bastante laxa— se enamora perdidamente.

Alithea se siente bastante satisfecha en la vida y aunque el genio hace todo para convencerla, es difícil disuadirla: ha escuchado y leído historias de genios que conceden deseos y todas terminan mal, así que asume toda la situación con un resquemor justificado.

Todo transcurre en tres milenios diferentes, dos continentes y está contado en un montón de lenguas, algunas de ellas ya muertas. Es imaginativa y con una ambición a la altura de pocos directores. Miller es de esos pocos. Usa todo para contar, en definitiva, una tradicional historia de amor. Pero, otra vez, para el director australiano incluso lo tradicional tiene toda otra dimensión.

Está basado en un cuento corto (“El genio en el ojo del ruiseñor”) de la inglesa A.S. Byatt, adaptado por el propio Miller y la debutante Augusta Gore. El plantel técnico incluye a compinches habituales del director: está la fotografía de John Seale, la música de Junkie XL y la edición de Margaret Sixel (Oscar por Furia en el camino).

Es una película de alta gama que se hace notar.

Miller, y esa es una de sus genialidades, es un director de cine, y aunque las historias que cuenta el genio son mostradas con despliegue de efectos por computadora (lo que aporta ese indispensable tono fantástico, pero son medio cutres, la verdad), el resto tiene algo orgánico que se echa de menos en el cine actual. Miller aún confía en todo lo revelador que pueden ser un movimiento de cámara o un primer plano. El uso de los fondos, por ejemplo, está muy lejos de los recursos pirotécnicos que se llevan ahora.

Como Todo, en todas partes al mismo tiempo, Érase una vez un genio habla de salidas crisis femeninas de mediana edad.

El multiverso o el mundo mágico de las leyendas pueden ser una buena salida para esas tribulaciones contemporáneas, pero nada se compara con una buena historia de amor. Como esta.

ficha

Érase una vez un genio ****

Australia, Estados Unidos, 2021. Título original: Three Thousand Years of Longing. Director: George Miller. Guion: George Miller, Augusta Gore basado en el cuento “El genio en el ojo del ruiseñor” de A.S. Byatt. Fotografía: John Seale. Editora: Margaret Sixel. Música: Tom Holkenborg. Con: Idris Elba, Tilda Swinton, Nicolas Mouawad. Duración: 108 minutos. Estreno: 1° de septiembre, en cines.

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