Buda, fantasmas y a las patadas por los aires

CRITICA | GUILLERMO ZAPIOLA

En Zatoichi, Takeshi Kitano se había permitido alguna extravagancia al contar una aventura samurai, incorporando elementos musicales y de comedia infrecuentes en el género. Comparado con este film del chino Stephen Chow, ese antecedente japonés resulta empero tímido y ortodoxo. Para definirla de alguna manera, Kung Fusion sería una comedia de artes marciales, aunque en el caso prácticamente cualquier definición se queda corta.

Los aficionados al género (los críticos no suelen serlo) saben que el cine comercial de Hong Kong es a menudo más desaforado, arriesgado y loco que el de otras industrias del sudeste de Asia, atreviéndose con frecuencia al disparate, la burla abierta y la mezcla de recursos provenientes de fuentes diversas. Humor, sentimentalismo, violencia y elementos sobrenaturales pueden darse de la mano con una desenvoltura que un cine más "serio" generalmente no se permite, y esta película de Chow, al que ya están vendiendo como el nuevo Jackie Chan, a quien se parece por su tendencia al humor de golpe y porrazo pero se diferencia por un mayor despliegue de imaginación, resulta un ejemplo casi insuperable.

El dislate, que es mayúsculo, se ubica en el Beijing de los años treinta, y tiene que ver con una pandilla que extorsiona a los habitantes de un barrio más bien pobre. Allí hay gente muy singular, sin embargo: una casera de ruleros y su marido mujeriego (a quien ella vapulea a cada rato) que en determinado momento se revelan como temibles combatientes, un aparentemente inofensivo homosexual que tiene también sus secretos, otra gente pacífica que en realidad no lo es tanto. A cierta altura, el jefe de la peligrosa Banda del Hacha protesta: "Aquí hay algo que no funciona. Nosotros somos los malos. Se supone que los malos humillamos a los buenos, no que ellos nos humillen a nosotros. Pero en realidad nos están dando una paliza". El héroe (o antihéroe, vaya uno a saber) es el propio director, libretista, protagonista y coproductor Chow, quien se empeña en ser malo pero no le sale, y al final opta por el camino debido aunque la vida le ha enseñado que los buenos nunca ganan. O sí, vaya uno a saber.

Chow destila cinefilia en cada una de sus tomas: grandes planos y complicados movimientos de gente antes de un enfrentamiento que derivan del "spaghetti western" (en este caso sería "spaghetti eastern"), corridas en acelerado y personajes caricaturales que conectan con la comedia muda, deformaciones físicas y rápida recuperación de los vapuleados que son todo un homenaje al cine de animación (Tex Avery, el Coyote y el Correcaminos), golpes y patadas voladoras que son por supuesto el arsenal básico de las películas de artes marciales, apariciones terroríficas que remiten a las historias chinas de fantasmas, y hasta una cuota, que hace pensar en el cine de John Woo, de melodrama sentimental, con esa inocente vendedora de helados, muda para más datos, que puede convertirse en el "amor verdadero" que redima al por momentos despistado protagonista. Algunas escenas de acción parecen incluso sacadas de Matrix, pero Chow es inteligente y tiene sentido del humor, cosa que no ocurre por cierto con los hermanos Wachowski, responsable de esa trilogía cazabobos. Todo es una gran broma, claro, narrada con brío y gusto, pero Chow añade algún mérito adicional: cuando tiene que ponerse serio (dos o tres momentos, a lo sumo) es capaz de lograr también chispazos de legítima emoción.

Para disfrutar del asunto hay ciertamente que entrar en el juego, invocar debidamente a nuestra vieja amiga la suspensión de la incredulidad, y dejarse llevar por un mecanismo sobre el que penden las sombras de Bruce Lee y los Tres Chiflados, de Sergio Leone y Chaplin. Hay que aceptar, por ejemplo, que un solo hombre puede derrotar a cientos de enemigos, o volar más allá de las nubes y tener un encuentro con Buda, o que un extraño instrumento musical puede ser un objeto mágico que despide fantasmales (y mortíferas) espadas. Pero una vez realizado el esfuerzo, y hechos a un lado los prejuicios intelectuales (es no es cine "importante", claro), el resultado puede ser extremadamente divertido. Comparada con esta película, Rescate en el Barrio Chino de John Carpenter (que en algunos aspectos, sin embargo, se le parece) era muy racional y sensata.

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KUNG FUSION

Gong fu

Director. Stephen Chow.

Libreto. Trang Kan Cheong, Stephen Chow,

Xin Huo, Chan Man Keung.

Fotografía. Hang-San Poon.

Música. Stephen Chow, Raymond Wong,

Hang Yi, Xian Luo Zong.

Montaje. Angie Lam.

Diseño de producción. Oliver Wong.

Dirección artística. Second Chan.

Productores. Stephen Chow, Po Chu Chui,

Jeffrey Lau.

Elenco. Stephen Chow, Wah Yuen,

Qiu Yuen, Kwon Kuen Chan, Hsiao Liang,

Zhi Hua Don, Yu Xing, Chi Chung Lam.

l China 2004.

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