Está contento. Su último disco "Viveza", a pesar de haber salido al mercado tardíamente por problemas "administrativos", tuvo una muy buena respuesta en el público y la crítica. Para que todo salga bien, Fernando Cabrera se tomó su tiempo: más de tres años. El resultado es un puzzle donde cada pieza encaja en su lugar, inclusive las nuevas, como una cumbia ("La batalla del siglo"). Sí, una cumbia. El disco también incluye la participación de destacados músicos como Mariana Ingold, Edú Lombardo, Eduardo Darnauchans, Jorge Drexler, entre otros.
"Este es el disco que más pre-produje; otro que también trabajé mucho fue ‘Fines’". La afirmación de Cabrera parece una paradoja, ya que los dos trabajos discográficos que menciona son casi opuestos en cuanto al contenido y la tonalidad de las emociones y los sentimientos que allí se transmiten. "Tienen diez años de diferencia y una estética muy distinta y con canciones muy diferentes. Hay mucha gente que dice que "Fines" es mi mejor disco, no sé si estoy de acuerdo pero mucha gente lo piensa. Aquel disco le dediqué seis meses solamente a hacer los arreglos de las canciones. Para este disco todo el proceso, desde la composición del primer tema hasta que terminó la grabación, duró casi tres años o un poco más. Fue muy meditado, paré la marcha y me propuse que hasta que no estuviera completamente convencido de que el material podía ser editado no lo iba a sacar. Cuando empezamos a grabar todos teníamos un alto nivel de convicción y eso en el disco se nota".
— Es un disco más alegre, con más humor, hasta incluye una cumbia ¿sufriste una metamorfósis artística durante estos tres años?
— Puede ser, tres años es mucho tiempo y uno cambia siempre. Tal vez lo hice tratando de contrarrestar la ola de mal humor y de situación desgraciada que todos nosotros estamos viviendo desde hace un tiempo largo. No sé si me lo propuse de forma consciente o quizás fue algo inconsciente que me acompañó todo este tiempo, traté de no subrayar y no meter el dedo en la llaga sobre lo mal que estamos. "Sobrevivirás" habla evidentemente de crisis, de cualquier ser humano en cualquier país, puede ser Uruguay o cualquier otro. No esquive el tema pero de ningún modo quise hacer incapié en eso y también mostrar otras barajas. La canción con la cual comienza el disco ("Querido amigo"), la letra que es muy simple, lo que está queriendo decir es juntémonos, o sea, "tenemos una canción por hacer", hay cosas por hacer.
— ¿Cómo surge esa cumbia, "La batalla del siglo"?
— Fue fortuito, no es que yo quiera coquetear con ese género ni encontrar un público allí porque, por un lado, me parece bastante imposible ya que la letra no contempla para nada los códigos del género. Nadie que le guste la cumbia si escucha "La batalla del siglo" le va a gustar. Es una cumbia experimental, la canción comenzó siendo una especie de chamarrita pero al llevarla a los ensayos cuando se la mostré a los músicos surgió la posibilidad de transformarla en cumbia. La letra también es extraña para el género, es una típica letra mía, no como las letras de las cumbias que suelen ser de un contenido erótico y muy simple.
— Tocaste con Eduardo Mateo, ahora compartís escenario con Eduardo Daurnachans ¿te sentís dentro de ese círculo de elite de la música uruguaya?
— Me siento afortunado, alguien que pasó por un hecho propio de la fortuna, de la casualidad, de la suerte. No sólo por esos hechos sino por muchos otros de mi vida que de algún modo determinaron mi carrera musical, me siento una persona muy afortunada. También soy muy agradecido a esta sociedad ya que entiendo que se me ha favorecido en muchas cosas, no es fácil dedicarse a la música, grabar todos los discos que se te antojan, tocar con los mejores músicos de tu país, muchos de los cuáles admirabas de antes de conocerlos, tocar en los mejores escenarios, tener buenos instrumentos. En mi vida eso ha sucedido con creces, por tanto, yo me siento sobrado de felicidad. Esto lo atribuyo a la suerte. Me pasó con Daurnauchans en mis comienzos que él fue una especie de mentor para mí, me aconsejó, me enseñó una enorme cantidad de cosas. Un montón de gente que yo admiraba cuando ni siquiera soñaba que iba a ser músico y hoy puedo disfrutar de su amistad, me cruzo por la calle con Braulio López o Pepe Guerra y nos damos un abrazo, eso es increíble, cuando yo era un niño ellos eran unos héroes. No sé si estaré en ese círculo de elite. Reconozco que lo que voy a decir puede sonar a falso pero yo lo siento así: siento que siempre estoy como empezando. Siento que todo lo que hice hasta ahora fue lo preliminar y que recién ahora voy a empezar a mostrar todo mi potencial.
— ¿Todavía te falta lo mejor?
— Pienso que sí, siempre lo creí y ahora que tengo unos cuantos años lo puedo comprobar, la vida es un proceso evolutivo. Si uno es concentrado, serio y respeta su profesión puede mantener una actitud de crecimiento y de evolución siempre. Tengo la esperanza de que mi carrera pueda seguir evolucionando.
CRUZANDO EL CHARCO. Hasta el momento, Cabrera presentó dos veces "Viveza" en la Sala Zitarrosa, ambas ocasiones con localidades agotadas. Su relación con el público parece ser de un amor eterno, de un enamoramiento constante, él lo define como algo increíble: "Las demostraciones de afecto que me dan todo el tiempo han pasado a convertirse en una especie de alimento espiritual".
Sin embargo, y casi de forma increíble e inexplicable, el público argentino es casi un total desconocido para Cabrera. Apenas dos canciones en un recital de Jorge Drexler en el teatro Gran Rex y una reciente presentación junto a Bersuit Vergarabat en el Luna Park, le valieron al cantante su debut en Argentina, hace muy pocos días en La Trastienda. Por si fuera poco, la revista Rolling Stone, en su edición argentina, lo eligió junto a Joaquín Sabina y Manu Chao como mejor solista internacional de 2002.
La anécdota cuenta que una tarde en el balneario La Paloma el cantante de Bersuit, Gustavo Cordera, lloró cuando Cabrera interpretó "El tiempo está después" en un improvisado boliche costero y luego le rogó para que la interpretara en dos ocasiones más.
— Más de 25 años de carrera y nunca "cruzaste el charco", ahora surge la posibilidad ¿cómo se explica?
— Es raro, hace más de 25 años que hago música y nunca actué en Argentina, y de hecho infinidad de colegas míos lo han hecho. Ahora, de golpe y porrazo aparecen una serie de situaciones sumamente favorables. No es que el disco se haya editado en Argentina, simplemente fui en diciembre un día, le lleve a algunas personas que Drexler me indicó y punto; también me vieron en la Fiesta X. Ellos han hecho una especie de descubrimiento, no conocen nada de mí y han escuchado "Viveza" y les encantó. Esto me pasó con críticos, con músicos, despertó una sorpresa en varias personas de cómo no se habían enterado de mi existencia.
— Además de lanzar tus discos también te has desempeñado como productor artístico ("Sopita de ganzos", La Tabaré; "Entre el micrófono y la penumbra", Eduardo Daurnauchans), y como compositor de música para películas y para más de 20 obras de teatro. ¿Es un rol paralelo?
— Siempre entendí la música, desde antes de hacerlo una actividad profesional, como una cosa macro donde uno si tiene una mínima formación puede interactuar y meterse en distintos ambientes. Siempre estuve muy cercano a la parte de la orquestación, los arreglos, a la composición, todo eso me interesó antes que la canción. La ilusión mía era ser compositor y arreglador, no pensaba que iba a ser cantante, quiere decir que en mí ya existía un interés por ver la parte de atrás del cantante. Estudié con Federico García Vigil, hace 30 años, escuela universitaria. No es raro que luego cuando yo me dediqué a la canción, hubo gente como (Jorge) Lazzarof que me impulsaron a tomar ese rumbo. Me permite sacarme el vicio de la música instrumental.
Gerardo Minutti