"Soy un milagro que habla y respira"

En estos últimos 10 meses que han pasado, Alejandra Pradón recorrió el electrizante camino que va de la muerte a la consolidación del milagro. Porque en aquella caída libre desde el balcón del séptimo piso (más de 20 metros de altura) hasta esta mujer resurgida del drama, de la postración y la angustia han pasado muchos estados de ánimos, incalculables dolores y todo el desvelo del mundo. Por eso, en este regreso a los escenarios y a la actuación, SAbado Show quiso hablar con este milagro viviente del Río de la Plata.

–¿Qué dicen los médicos de tu evolución?

–Algunos no lo pueden creer, otros aseguran que mi caso debe ser único en el mundo. No cualquiera se cae de un séptimo piso y no sólo la cuenta sino que se da el lujo de retornar a su trabajo como yo, sabiendo que ese trabajo tiene mucho que ver con la exigencia física.

–¿En algún momento dudaste de la recuperación plena?

–Yo siempre dije que no hay enfermedades, sino enfermos. Frente a un resfrío están los que no le dan importancia y salen a cumplir con sus obligaciones, y también están los que se desmoronan y se acuestan a esperar que se les pase. Yo siempre supe que si dependía de mí, me iba a recuperar y aquí estoy. Eso sí, lloré mucho e hice rehabilitación en los horarios más insólitos. Había veces que no podía cerrar los ojos y me ponía a hacer ejercicios para fortificar músculos y articulaciones. Mirame como estoy, impecable. Soy un milagro que habla y respira.

–Nos asombra la flexibilidad que muestra una cadera que sufrió una cuádruple fractura…

–El doctor Pintos Barbieri, mi cirujano de confianza, me decía que la clave fue que hubo fracturas óseas pero no desplazamientos relevantes. Eso permitió que se trabajara sobre las quebraduras sin grandes reacomodamientos ni reducciones de las lesiones.

–Muchos te acusaron de especular con tu salud al irte a sentar al living de Susana Giménez, entrando con muletas.

–A Susana yo la amo y ella estuvo desde el primer momento a disposición, preocupándose de todo lo que me pasaba. Yo quise ir y si alguien se enojó lo lamento, era mi realidad, como lo fueron mis muletas, el llanto y mi dolor. ¿Por qué esconderlo si yo lo que quería sacar de una vez por todas para afuera? No creo que haya especulado con mi salud.

–¿Y ahora qué vas a hacer?

–Paso a paso, empiezo a volver de a poco. Primero llegué a un acuerdo con Darío Arellano, el denominado Cuarto Midachi, para que me maneje mi agenda artística y mis contratos. Voy a hacer algunos shows en este verano y para invierno, ya sí, volver con un espectáculo realmente importante. Esa es mi idea y sigo trabajando para que el 15 de marzo, cuando se cumpla un año de mi caída, el milagro sea completo.

–¿Qué es Patricio Lallana para vos?

–Sólo un recuerdo, sin final feliz. No quiero hablar de él.

–Debutó hace muy poco en un espectáculo de Carlos Paz, "Córdoba fantástica"…

–No me importa, que haga su vida, yo empecé a hacer la mía.

–¿Lo irías a ver?

–No, creo que no. Todas mis fuerzas están puestas en este presente mío y en mi futuro. No puedo ni debo distraerme.

–¿Es cierto que Diego Placente, el lateral de la selección argentina te va a visitar con mucha frecuencia?

–Dieguito es un amigo de muchos años, cuando vuelve a la Argentina y él no tiene partidos o concentraciones, salimos a tomar café o a cenar. Sí, sí, nos vemos, somos buenos amigos. Nada más.

–¿Estás sola?

–Sí, ¿por qué?... No tengo una pareja estable, aunque alguna alegría tengo. Este cuerpito de carne y hueso que ves siente, palpita y necesita estar bien atendido. Soy una mujer joven todavía y estoy en una etapa en la que no quiero compromisos. Me quiero divertir para evadirme de tantas angustias.

Fotos: Carlos Ventura

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