Los celulares de Mónica Farro suenan sin parar. Podría afirmarse que la rubia tiene el Top 5 de ringtones con los que discrimina llamadas de mensajes de texto que los contesta con la misma velocidad que un corredor de bolsa de Wall Street.
La imagen dista de ser la de alguien que perdió su trabajo. Sus teléfonos siguen on-fire durante todo el día. "Ahora decidí que cuando voy al gimnasio de mañana, apago todo para hacer mi rutina tranquila. Necesito tiempo para mí", reflexiona la vedette, mientras se prepara para la charla con Sábado Show.
Farro está desempleada tras la malograda experiencia de La fiesta está en el Tabarís. Si bien le angustia no tener un ingreso fijo, lo disimula bastante bien. Todavía vive en el famoso apartamento en la exclusiva zona de Cañitas que Gerardo Sofovich le alquiló pese a no estar más bajo su ala.
En ese mismo apartamento, Farro abrió las puertas a Sábado Show al que ya ingresaron cuatro programas de televisión y donde se encuentra en una etapa nueva de su corta, pero meteórica carrera mediática en Buenos Aires. Basta hacer un zapping por los 10 programas con invitados de espectáculo en piso que en uno seguramente aparecerá la Farro o temas vinculados a ella. Y si fuera por los productores de estos ciclos, estaría al mismo tiempo en todos. "Ahora les digo que no porque quiero tener más tiempo", repite. Tranquilos, esa frase no es lo único que tiene para decir, aunque reconoce que le hizo bien bajar un cambio.
De todos modos, la conversación permitió confirmar que, pese a su corto tiempo en el complicado ambiente del espectáculo argentino, Mónica sabe manejarse como pez en el agua, sin depender de personas que manejen la prensa con un correcto manejo de los códigos y una habilidad especial para decir frases que, por estos días, se cotizan en alza en los programas de espectáculos de Argentina. Mientras, atiende el teléfono, escucha ofertas para hacer teatro de revista (al cierre de esta edición estaba casi concretada su incorporación a la compañía de Carmen Barbieri). Cuando corta, cuenta la posta.
-¿Se puede decir que esta es una de las últimas veces que te van a entrevistar en este departamento?
-No sé. Depende de la cantidad de notas que acepte dar hasta noviembre, que era la fecha en que terminaba el contrato de La fiesta está en el Lago (terminó el 27 de junio) y después veré…
-¿Por qué crees que este departamento se volvió tan conocido como vos?
-Porque los móviles y las notas que hicimos en TV rindieron, como el de Animales sueltos (ciclo que conduce Alejandro Fantino, en América TV)… Tampoco salí todos los días desde este apartamento. Sólo dejé entrar cuatro cámaras (se ríe).
-Hoy no integrás ningún elenco, tampoco estás en ningún reality y, sin embargo, tenés más prensa que cualquier vedette argentina. ¿Antes de llegar a Buenos Aires tenías planeado tener tanta exposición como finalmente tuviste?
-Me costó mucho llegar a Buenos Aires y al principio se me hizo difícil porque no sabía manejar a la prensa. Hoy ya sé qué decir y qué no, aunque desde el primer día estuve propensa a generar repercusiones con lo que decía desde una postura ingenua y no era por tener prensa. Prefiero que me hagan dos notas por mi laburo y no 25 mil por los líos que se puedan armar. Si revisan el archivo de cada uno de los escándalos que protagonicé, ninguno fue generado por mí. Tuve dos problemas reales: con la uruguaya (por Claudia Fernández) y la argentina (por Adabel Guerrero) y en ambas ocasiones no los inicié yo. Ahora cambié un poco esa postura de contestar. Prefiero cerrar los temas que no me interesan y evitar recontestar. Ya no doy opciones.
Riiing. Suena el teléfono de Farro nuevamente. Es su mamá, que la felicita por lo bien que había hablado en el piso de Intrusos, sobre su desvinculación con Sofovich y, una vez que corta, se instala el tema en el ambiente.
-¿Cómo viviste la repercusión que dejó la decisión de Sofovich de dejarte en libertad de acción?
-Tremendo. Tenía que cancelar tres programas por día, porque en ese momento decidí tomarme una semana antes de salir a hablar en los medios para pensar bien lo que tenía que decir porque estaba muy dolida. Una vez que asumí lo que pasó, fui a varios lados pero no a todos, porque en un solo día podía tener seis programas en vivo.
-¿Qué discurso elaboraste sobre Sofovich?
-Lo que dije en Intrusos: para mí es un caballero que me dio la oportunidad de llegar a Buenos Aires y que me dolió mucho la decisión que tomó de dejarme afuera de la obra de Carlos Paz.
-¿Finalmente pudiste conocer el motivo que lo llevó a dejarte en libertad de acción?
-Se dijeron muchas cosas y a esta altura no sé bien qué fue lo que pasó. Me han dicho que hay gente que le gustaría que vuelva a Uruguay porque molesto demasiado y que me quieren separar de mi novio (Jorge Luengo). De hecho, hace unos días me inventaron una pelea que fue desmentida al instante en Los Profesionales. Dicen que mi noviazgo tuvo que ver para que Gerardo me sacara de su compañía. Se dijeron tantas cosas…
-¿Y cuál es el verdadero motivo?
-Gerardo me sacó porque no me veía contenta y fue una decisión de él. Todos tenemos derecho con quién trabajar y con quién no. Punto.
-¿Sentís un trato diferente de los medios después de la ruptura con Sofovich?
-Para nada. Creo que si yo no hubiese ido a Intrusos mientras estaba con Gerardo me estarían matando. Con Los profesionales también está todo bien. La clave está en que tenés que ser lo suficientemente hábil como para cumplirle a los dos. Con (Jorge) Rial quizás cambió su actitud conmigo fuera de cámaras. Nunca había hablado con él y, después de esa charla, me di cuenta de que sabe muchas cosas que no dice, y ahí me dio para pensar si es tan malo como a veces se muestra en la televisión. Yo no sé de dónde sacó la información de que a mí me dejaban en libertad de acción porque en la reunión había personas que le siguen respondiendo a Gerardo. No sé… todo es muy loco.
Negrito mío. Farro y su novio diez años menor que ella, Jorge Luengo, dejaron a un lado el bajo perfil que tenían como pareja cuando se conocieron en los pasillos de Ideas del Sur, donde él es productor de ShowMatch. Pasado el tiempo y concretado el divorcio de la vedette con Enrique Ferraro tras 15 años de matrimonio, la pareja no esquiva los flashes en los eventos a los que son invitados y la relación parece marchar viento en popa, aunque la posibilidad de formalizar aparece lejana en el tiempo.
-Un vez que abandones este departamento, ¿se viene la convivencia con tu novio?
-Todavía no definimos nada. Él, por suerte, alquila su departamento y yo el mío. Por más que él pase bastante tiempo conmigo todavía no me animo a pensar ni en convivencia ni en casamiento, ni nada que se le parezca.
-¿Los diez años que le llevás crees que pueden ir en contra de la relación?
-Nos llevamos muy bien. Es una persona madura, que se hizo muy de abajo como su padre (el fotógrafo de Ideas del Sur) y él, en esta etapa, decidió dedicarse a trabajo para ganarse la vida y tener su propio departamento.
-Dijiste varias veces que querés tener un tiempo para vos misma. ¿Tiene que ver con eso de no tener ganas de no convivir con alguien?
-También pasa por el trabajo. Si bien no me gusta estar desempleada y, además, necesito trabajar porque tengo un hijo que mantener, siento que este tiempo sin hacer teatro servirá para cargar pilas de nuevo. Por eso aprovecho para hacer todo lo que antes no me daba el tiempo como ir al gimnasio, al spa, hacerme masajes, cama solar… De hecho tuve una oferta para hacer teatro en este tiempo y rechacé porque necesitaba un descanso.Trato de hacer una vida más a lo que hacía antes.
-¿Te cambió el físico desde que estás en Buenos Aires? ¿Te ves más linda?
-Cuando llegué acá todo el mundo me veía muy robusta. Con Bailando, después de casi un año de competencia, el cuerpo se me modeló así como le ocurrió a la mayoría de las chicas. A mí todo el mundo me dice ahora que estoy más flaca y más linda, pero me gustar estar más corpulenta. Uno acá también tiene más trabajo y más acceso a tratamientos de belleza que llegan antes a Uruguay. Mi cambio lo noté en el pelo y en los tratamientos que exiten para mantener el físico.
-Pensaste la posibilidad de tener un representante que empiece a gestionar tus proyectos laborales.
-Ya tengo: mi novio (se ríe). Hace tres meses que todo lo que son negociaciones, números y contrataciones para que yo me sume a obras de teatro, revistas y participaciones en boliches, hay que hablar con él. Decidí no pelearme más por plata y, además, mi novio no me cobra comisiones.
-¿Y te arregló el contrato con la compañía de Carmen Barbieri para Fantástica en 2010?
-Según lo que me comunicó Mariano Bal (productor) ya soy una Fantástica, aunque (al cierre de esta edición) falta firmar. Carmen siempre me quiso. Incluso dijo en un Bailando que yo soy la vedette del futuro.
-¿Cómo imaginás la convivencia con Andrea Ghidone?
-Nunca tuvimos problemas en la época de Boom, pese a que ella vino a Buenos Aires a matarme. Después, creo que se dio cuenta de que no tenía sentido pegarme gratuitamente y ella misma revirtió la situación lo que me pareció un buen gesto de su parte. Creo que vamos a tener buena onda.
Último riiing. Suena el celular por tercera vez, pero a esta altura Farro ya no le quedaba nada más que hablar y se había hecho merecedora de tener más tiempo para ella misma.