A los 17 años, la hija de Gustavo Escanlar y Eleonora Navatta destaca en un deporte olímpico y elegante, pero raro en Uruguay. Se trata de la esgrima, una práctica que según palabras de la propia Violeta “se lo toma en serio”. Tiene una rutina de entrenamiento en un club céntrico y ha competido a nivel nacional e internacional.
Pero su caso no es aislado en la familia. Su hermano Gaspar, su tía y la propia Navatta también han vuelto a la práctica del deporte luego de que haya destacado en su adolescencia y juventud como esgrimista, con logros y medallas en su haber tanto en Uruguay como en el exterior.
Sábado Show conversó con la madre y con la hija del periodista ex Zona Urbana, fallecido en 2010.
-¿Desde cuándo practicas esgrima? ¿Qué es lo que más te gusta de ese deporte?
-Practico desde los 10 años. Seguí los pasos de mi madre, mis tías y mi hermano mayor. Es un deporte de familia. Soy gran fanática de varios deportes, para jugar y para mirar pero en este es el que más me gusta por ahora.
-¿Qué sensaciones experimentas en las competencias?
-La esgrima es un deporte de combate, las competencias implican llevar a algo más real lo que se da en los entrenamientos. Me gusta el entorno, el ambiente, sobre todo en las internacionales.
-¿Cuáles son tus objetivos con la esgrima?
-La esgrima es un deporte amateur, yo me lo tomo bastante en serio, compito acá e internacionalmente pero la realidad es que la prioridad la tiene el liceo y la tendrá la facultad. Trataré de combinar lo mejor posible ambas cosas.
-¿Qué dicen tus amigos o compañeros de generación sobre tu deporte?
-Mis amigos, amigas del colegio me dan para adelante y además tengo amigos en el ámbito de la esgrima que están en la misma sintonía que yo, así que nos entendemos bien.
-Dado que tus padres hicieron carrera en ello, te interesa la comunicación y el periodismo?
-Me encanta el periodismo y el cine, pero tengo decidido estudiar ciencias. Tal vez pueda hacer ambas cosas.
-Tuviste una experiencia televisiva hace varios años, ¿te gustó como medio?
-Desde que tenía pocos días de nacida ya iba a los estudios de TV que trabajaban mi padre y mi madre, también a la radio. Me siento como en mi casa. Me encanta.

Familia de espadas.
Eleonora Navatta comenzó con la esgrima a los 13 años y por impulso de su hermana, que había comenzado a practicar el deporte. “Ella fue quien tuvo la inquietud y le pidió a mi madre que la llevara a hacer esgrima. Desde ese momento entrené ininterrumpidamente hasta el 2003 y de forma seria. Competía acá en Uruguay y a nivel internacional. En ese período tuve varios títulos nacionales y medallas sudamericanas. Fui a entrenar a Francia y España hasta que la situación me abrumó y decidí alejarme. Quise volver varias veces pero nunca era el momento y no lograba continuidad. Empecé a acercarme de nuevo cuando mi hijo Gaspar y mi hija Violeta decidieron hacer esgrima”, asegura la comunicadora, quien tuvo varios pasajes televisivos por los canales 10 y 12.
-Decías que hiciste una pausa en el deporte, ¿por qué? ¿Y qué te llevó a volver?
-Era un momento difícil cuando dejé de entrenar, yo estaba cansada de remar contra la corriente. Choqué y me quebré una mano y fue la excusa para abandonar y no volví. Luego lo intenté varias veces pero tampoco lograba continuidad. Cuando los chicos empezaron me fui acercando y el año pasado definitivamente tomé algunas decisiones e hice cambios en mi rutina para poder hacerme el tiempo de entrenar. Ahora estoy muy entusiasmada y pasándola bien, sin presiones, sin obligaciones autoimpuestas de resultados.
-¿Qué te genera que tus hijos también lo practiquen?
-Me encanta. Nunca los presioné para que lo hagan. Igualmente es algo común en mi familia. Mis hermanas también practican y mi madre y padre nos acompañaron siempre. Tienen todo mi apoyo.
-¿Qué posibilidad de lesión o herida existe en la esgrima? ¿Te ha tocado una mala experiencia así?
-Es un deporte seguro, en la actividad hay muy pocos accidentes dado que las protecciones y equipamiento que utilizamos se desarrolla con altos estándares de seguridad. Las lesiones son las habituales de cualquier deporte. He tenido algunas rebeldes en la muñeca derecha y rodilla pero ninguna ha sido complicada de curar.