El empresario brasilero Gilberto Scarpa, de 84 años, y archiconocido en el suntuoso Punta del Este de los año ’90 ha vuelto al balneario como promotor de un proyecto audiovisual que se centra en la recreación de su vida, con foco en las fiestas que el magnate organizaba en su chalet esteño de La Pinduca, que era de su propiedad en aquellos años en el exclusivo barrio Beverly Hills de Punta del Este.
En el verano de 1996, Scarpa celebró la fiesta máxima. Con su esposa de entonces, Enriqueta, cumplieron 20 años juntos y para festejarlo, fueron anfitriones de la fiesta más recordada del balneario, con 1.000 invitados. Asistieron Gina Lollobrigida, Catherine Deneuve, Antonio Banderas y Melanie Griffith, quienes se quedaron una semana en su casa. Mariano Mores musicalizó el evento con una orquesta de 120 músicos. La carpa transparente con piso de cristal sobre la piscina la trajeron en camiones de Brasil y el montaje tardó 40 días, a un costo de medio millón de dólares. Se sirvió champagne Cristal y la vajilla grabada en oro con las iniciales de Scarpa y su esposa.
Ahora y a través de una serie biográfica que tiene el título tentativo de “Don Gilberto”, Scarpa busca apoyos locales e internacionales que hagan realidad el proyecto audiovisual y se pueda ver a través de alguna de las plataformas de contenido.
De visita en Uruguay, país que no visitaba hacía mucho tiempo, fue recibido por el intendente de Maldonado, Enrique Antía y también autoridades nacionales. Aunque ya no es más de su propiedad, se quedó en el chalet La Pinduca y recordó viejos tiempos, con antiguos amigos como Alfredo Etchegaray, Berch Rupenian y Carlos Perciavalle, entre otros.
—¿Cómo recuerda los años '90 en Punta del Este? ¿Qué le genera revivirlos en virtud del proyecto de serie sobre su vida y su familia?
—Los recuerdo con mucho cariño. Los años ’90 fueron espectaculares. Hicimos aquella fiesta con repercusión mundial; salió en la prensa de más de 100 países. Ahora que pasó el tiempo, surgió esta iniciativa de revivir aquellos veranos y en especial la fiesta que todo el mundo recuerda.
—¿Cómo surgió la idea de la mega fiesta en 1996?
—La organizamos con mucho tiempo de anticipación. Mi mujer de entonces era segunda mujer y en ese tiempo no existía el divorcio en Brasil. Ella quería casarse de blanco. Yo le prometí que cuando cumpliéramos 20 años juntos, íbamos a hacer una gran fiesta en Punta del Este y ella estaría de blanco y llena de joyas. Así fue.
—¿Con qué anécdota se queda de esa noche?
—En mi libro sobre las fiestas, de los que vendí más de 100.000 ejemplares, conté muchas anécdotas. Entre ellas conté de una señora muy conocida argentina que entró bailando y bailó toda la noche. En cierto momento bailaba cerca de una mesa donde había dos brasileños: un diplomático y otro un empresario muy importante. Al parecer, uno de los dos le tocó la cola a esta mujer en cuestión. Aunque ella no sabía quién había sido, ella se dio vuelta y le pegó una cachetada a cada uno.
—¿Cómo encontró Punta del Este en su regreso recientemente?
—Hermosísima. Las calles limpias, vi orden en las calles, algo que en aquella época no era tan así. Me encanta el modo de proceder de los uruguayos.
—¿En qué momento dejó de venir a Punta del Este y se desprendió de su casa de Beverly Hills?
—Con el divorcio en 2000 de mi mujer vendí la casa. Hoy el propietario es Daniel Helal Caruso, que me recibió con mucho cariño. En estos años he ido algunas veces a Punta del Este. Con la pandemia había dejado de ir hasta ahora.
—¿Cómo es su día a día en el presente? ¿Sigue disfrutando de las fiestas?
—En este momento estoy “calvo”, como decimos en Brasil. Vendí todas mis empresas y estoy jubilado. Para ocupar el tiempo, en estos años escribí toda la serie y estoy muy entusiasmado con la idea de realizarla. Vivo bien, tranquilo y feliz.