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Ana Matyszczyk defiende a La Letra Chica: "Las críticas venían desde un lugar muy radical"

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Ana Matyszczyk. Foto: Leo Mainé

ENTREVISTA

La periodista habla de su salida del polémico ciclo de TV Ciudad, el desafío de enfrentar la maternidad en soltería y de su ácido cruce con Ignacio Álvarez en redes. "Fue ordinario y bizarro", acusa.

Ana Matyszczyk. Foto: Leo Mainé
Matyszczyk tuvo su primera experiencia ante cámaras en Santo y Seña (2017). Foto: Leo Mainé Producción: Ni un Pelo de tonta.

La periodista Ana Matyszczyk no ha estado en proyectos televisivos que pasen desapercibidos. Se dio a conocer en el polémico Santo y Seña (Canal 4) en 2017, y este año volvió a la pantalla al frente de La Letra Chica (TV Ciudad), que fue señalado por dirigentes del Partido Nacional como un espacio de propaganda del Frente Amplio. A su entender, las críticas venían de “grupos predispuestos a desacreditar la propuesta con animosidad y sin haberla conocido”. La conductora explica por qué abandonó el ciclo un mes antes de su finalización y también recuerda sin medias tintas cómo fue su desvinculación del programa de Ignacio Álvarez: “Era insostenible”, afirma. Además, habla a corazón abierto sobre las dificultades que enfrentó a la hora de transitar un embarazo en medio de la separación de su pareja.

-¿Qué sentís que te dejó tu paso por La Letra Chica (TV Ciudad)?

-Un montón de cosas. La llamada de Pablo Arriola para invitarme a conducir el programa fue una hermosa sorpresa. Tenía muchas ganas de reencontrarme con la pantalla, y tuve la posibilidad de hacerlo con algo bien distinto a lo que había hecho anteriormente. Hicimos televisión de una manera distinta, con un abordaje diferente y una sensibilidad que no se encuentra en horario central. Tuvimos la posibilidad de acercarle el micrófono a gente a la que no siempre le llega. Además conocí un grupo de trabajo sensacional, del que aprendí mucho. Fue una experiencia lindísima.

-¿Por qué renunciaste?

-Cuando me ofrecieron el programa me plantearon que iba a durar tres meses: de julio a setiembre, una hora por día de lunes a viernes. Yo vivo sola con mi nene en casa, así que se me hizo difícil aceptar. Pero como lo vi como algo transitorio, intenté buscar algunos parches que me ayuden a hacer malabares que me permitan sostener mi esquema de vida. Fue un sacrificio porque me implicó dejar de estar en casa desde la tardecita hasta las 11 de la noche. Lo que pasó fue que después de las elecciones nos propusieron seguir un mes más, y a fines de octubre surgió la segunda invitación para seguir hasta diciembre. Fue ahí que decidí no continuar. Me servía como una propuesta transitoria, pero se fue alargando, e internamente sentí que tenía que detenerme. Yo tengo otro trabajo, y tenía ganas de estar más presente en casa de lo que estaba.

-El programa tiene una línea editorial muy marcada por la que ha sido blanco de críticas, ¿las sufriste?

-Las sufrí. Si bien nos decían muchas cosas positivas, cualquiera que se ponía a monitorear lo que se hablaba sobre nosotros en Twitter podía ver que nos daban mucho palo. Las críticas también fueron un aprendizaje, no soy de las que creen que hay que hacer oídos sordos. Las tenía en cuenta, pero la gran mayoría no las compartía. La gran parte venía de un lugar muy radical, de grupos predispuestos a desacreditar la propuesta con animosidad y sin haberla conocido profundamente. Ponían en tela de juicio que un programa así estuviera financiado con fondos públicos. Desde el otro ángulo, recibía críticas similares a las que tenía cuando estaba en Santo y Seña. Yo estoy tranquila porque me considero una periodista que trabaja de manera independiente. Puede existir esa suspicacia de “fondos públicos, entonces estás con el Frente Amplio”, pero yo me preparaba el programa por mi cuenta, iba con mis preguntas y siempre trabajé con mucha libertad.

Ana Matyszczyk. Foto: Leo Mainé
Tras su experiencia en Canal 4, trabajó en El Observador, El Espectador, Verificado y en comunicación de Unesco. Este año formó parte de La Letra Chica. Foto: Leo Mainé

-¿Siempre coincidiste con la línea editorial del programa de fuerte crítica al gobierno nacional?

-Los periodistas no somos amigos de los gobernantes. El periodismo es el contrapoder.

-Contra los gobernantes de Montevideo no hubo informes.

-Bueno, pero justamente fue en medio de un cambio de administración. Y cuando salió el tema de (Álvaro) Villar (acusado de encubrir un caso de acoso sexual en el Hospital Maciel), le dedicamos unos minutos. El programa analizaba en profundidad temas que eran incómodos para el oficialismo, pero ese es el rol del periodismo. Y esa es mi forma de pensar sin importar el color del gobierno de turno. Es un tema conceptual. Yo entiendo que haya gente que lo lea de una manera estrictamente partidaria, pero lo hacen equivocadamente.

-En algunos informes también denunciaban la “intolerancia” de la derecha, como si no existiera la misma intolerancia en la izquierda...

-Eso es meterse en el plano más anecdótico. No sé si es comparable. El tema de la intolerancia nos toca a nosotros como comunicadores, y mostramos fragmentos de entrevistas en las que se insultaba y se faltaba el respeto. Muchos periodistas somos víctimas de esa intolerancia y el programa invita a reflexionar de puertas para adentro sobre lo que hace cada uno.

-Cecilia Olivera se quejó de La letra chica porque emitieron un fragmento de la entrevista que dio el presidente Lacalle Pou a Periodistas (TNU) en el que él le dice a los conductores “esperamos mucho de ustedes”, pero cortaron la respuesta de ella.

-Tal vez no fue la mejor edición, pero no se puede obviar que no fue en La Letra Chica sino en el “Modo Viernes” de La Letra Chica, que es en un tono de broma y de buscar picardía. Y también hay que aclarar que eso fue apenas un fragmento breve de un tape que duraba como ocho minutos con otras cosas de varios temas. La intención no fue categórica de decir que había un compromiso oficialista con el programa...

-Ustedes lo emitieron bajo el título “Orden presidencial”.

-Capaz que no fue la manera más acertada de presentarlo, pero era un guiño porque justo teníamos al presidente diciendo eso, que podía ser gracioso o preocupante. Nosotros lo tomamos desde el lado humorístico.

-¿El hecho de que el programa fuera pensado específicamente hasta las elecciones no alimenta la suspicacia de que era un espacio para hacer campaña electoral?

-Lo pensaron hasta las elecciones porque después no se sabía qué iba a pasar con las autoridades del canal. Por más que ganara el Frente Amplio, las administraciones cambian.

-Tuviste un fuerte cruce con Ignacio Álvarez en Twitter en el que lo criticaste por el chiste que le hizo a su compañera el día que apareció con un vestido de limones estampados y él le preguntó si “eran naturales”, ¿por qué te pronunciaste en las redes?

-Yo vi ese diálogo en vivo en Santo y Seña. Era como una violencia que iba escalando y pasándose de tono. Me pareció muy inapropiado, hasta me produjo asco. Fue impresentable, bizarro y muy desagradable. Después vi un tuit de él reafirmando lo que había hecho y con un tono despectivo, ordinario e irrespetuoso insultó a la audiencia que lo criticaba diciendo que eran “frígidos”. Era un diálogo que no tenía dos lecturas: un jefe hablando de las tetas de su empleada, buscando complicidad con la gente que lo rodeaba, y cuando la mujer le decía “sigamos con el informe”, él hacía risitas y le pasaba las manos cerca del cuerpo. ¡Pará! Fue una evidente situación de burla, acoso, atropello y humillación. Hizo todo eso y encima con connotaciones sexuales. ¡Un impresentable! Las críticas no se hacen porque una sea frígida o no. Está totalmente equivocado, y lo quise aclarar en Twitter. Es una cuestión elemental y moral. Yo soy muy impulsiva y quise frenarlo en seco.

-¿Hablaste con él de forma privada?

-Me escribió para decirme que mi interpretación estaba equivocada y le respondí que no tenía nada que hablar con él.

-Ustedes trabajaron juntos durante una temporada de Santo y Seña, ¿cómo quedó la relación?

-No hablamos nunca más.

-¿Por qué te fuiste?

-Porque tenía diferencias personales y profesionales con Ignacio. Recalco que él y Canal 4 me abrieron las puertas para iniciar una carrera en televisión, y estoy agradecida con esa oportunidad, pero tenía características como líder de equipo que no eran las acertadas y muchas veces me incomodaban. Igualmente él ahora dice que está en una transformación Zen desde que arrancó este programa de night show.

-Lo acusaste de acosar a su compañera, ¿vos sufriste acoso por parte de él?

-No sé si lo definiría como acoso. Yo sufrí muchas situaciones con él de faltas de respeto que no me hacían sentir cómoda. Una a veces puede naturalizar cosas que le parecen inaceptables o dar un paso al costado e irse.

-El año pasado te convertiste en mamá de Simón, ¿cómo es enfrentar la maternidad soltera?

-La maternidad es lo mejor que me pasó. Me cambió la vida y me transformó en mi mejor versión. Me ayudó a ser una mujer más fuerte, con las cosas claras, y a no perder el tiempo con personas que no aportan al camino que quiero recorrer. Espero poder ser lo mejor para él. Lo más difícil fue transitar el embarazo porque coincidió con la separación. Yo tenía una pareja consolidada: vivíamos en España, nos mudamos juntos a Uruguay y llevábamos cuatro años de relación. Yo siempre fui muy “Susanita” y me imaginaba tener un hijo estando casada.

-¿Y qué pasó?

-Teníamos planes de vida distintos: yo quería continuar con el embarazo y él no. Entonces resolvimos separarnos. Fue muy doloroso, movilizante y muy duro a nivel de decepción, porque estaba enamorada de la otra persona. Pasé por todos los estados: odio, resentimiento. Y para afuera nadie lo sabía. Además tuve que volver a lo de mis padres, tenía cambios en el cuerpo y en la mente. El embarazo avanzó y Simón nació de manera prematura. El padre estuvo presente en el nacimiento y después se amigó con la paternidad. Ahora lo visita, tiene un vínculo con él y eso me hace feliz.

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