Retrato partido.
Dividido.
El rostro en partes, en las mismas partes de sí mismo.
De uno mismo.
Una cara como solo una referencia para identificarse.
Solo eso.
Verse en partes, para conocerse más y mejor.
Enzo Vogrincic escribe siete líneas al lado de un primer plano de su rostro, la mirada perdida, la boca apenas abierta y fundida en el reflejo de un espejo rugoso, como si el texto fuera, también, una forma de retratarse. Es 15 de junio de 2024 y la profundidad que vuelca en las redes sociales se ha vuelto una de sus marcas registradas. Hay algo en su aura que parece evocar a un poeta maldito, una oscuridad que no termina de entenderse, y que contrapone absolutamente con la blancura de la nieve de la película que lo llevó, durante un tiempo, a ser uno de los hombres más mirados del mundo.
Criado en la Gruta de Lourdes, hijo de una familia trabajadora en la que se ha sentido más invitado que parte, actor por vocación, por convicción, porque no tiene ninguna otra alternativa aunque también sea otras cosas —“actor, entre otras cosas”, esa es su biografía de Instagram—, y ahora el Hombre del Año Internacional para la revista Esquire española y uno de los rostros favoritos de Loewe, con lugar en el front row de las pasarelas europeas: ese es el “verse en partes” de Enzo Vogrincic, que durante algún tiempo de este 2024 se sintió, mirado desde la penillanura levemente ondulada del Cono Sur, como una de las personas más famosas del mundo. Y todo por La sociedad de la nieve, la película que volvió a poner al accidente de los Andes en la conversación internacional, un mérito español que se coló en los Oscar y llegó a la cima de Netflix.
Vogrincic le da abrazos a las fanáticas que se lo piden, y abraza en serio, con los dos brazos, ambas manos en la espalda, como sujetando algo valioso. Le ha abierto la puerta de su apartamento en Ciudad Vieja a algunas de esas personas a las que La sociedad de la nieve, y en particular el personaje de Numa Turcatti, les caló hondo en el corazón. Es accesible, y a la vez es un misterio: ha confesado que ensayó cómo dar entrevistas para llegar preparado a esa instancia en que, por la película, tuvo que enfrentarse a los medios del mundo. ¿Cuánto de lo que conocimos fue real, y cuánto un personaje más allá del personaje?
París, moda, hoteles, champán, lujo pasajero, todo siempre pasajero, check in, check out. Extraños movimientos de la vida.
Una semana después de la profundidad de aquel “retrato partido”, el 23 de junio, Vogrincic comparte un video con fragmentos de la interna de un desfile. Ahí están la Torre Eiffel, la emblemática Anna Wintour a un par de metros de distancia, el Arco del Triunfo, la gente amontonada esperando para sacarle fotos a quién sabe quién, zapatos carísimos, el protagonista de Bebé Reno, una estrella de Hollywood. Algo en su enumeración parece decir que nada de eso tiene importancia, o más bien, que nada de eso le importa.
Yo no tengo objetivos, nunca los tuve. Mi objetivo es actuar
Vogrincic había hecho esencialmente obras de teatro cuando le llegó la oportunidad de presentarse al casting de un proyecto cinematográfico del que, para el momento, no conocía ningún detalle. Nunca había viajado a Europa. Lo hizo por primera vez para los ensayos y se instaló para el rodaje, que tuvo su epicentro en el frío de Sierra Nevada. Desde que la bomba La sociedad de la nieve explotó, subirse a un avión y cruzar el océano de alguna forma se metió en su rutina.
En una de las escasas entrevistas que dio este año, a Leila Guerriero y para El País de Madrid, dijo que esperaba que pasase la locura que se había generado en escala. Primero, LSDLN se vio en el Festival de Venecia y hay quienes apuntan 10 minutos de ovación. Luego llegó a algunos cines del mundo. El 4 de enero de 2024 finalmente se lanzó en Netflix, y todos los procesos se aceleraron: la película generó tatuajes, fue temática de fiestas de cumpleaños y repercutió en todo el material de la tragedia de los Andes, el accidente aéreo de 1972 en el que 45 personas se estrellaron en la cordillera chilena y 16 sobrevivieron tras aguantar 72 días en condiciones extremas. El libro en el que se basa el film, escrito por Pablo Vierci y publicado en 2008, acabó este año certificado como el Libro de Oro en no ficción: esto quiere decir que fue de lo más vendido en Uruguay, una referencia que hay que ir escalando en intensidad y delirio a medida que se piensa en otros países, otros mercados.
Su propia internacionalización fue transversal: Enzo protagonizó tapas de revista de todo el mundo, participó de eventos, se convirtió en un ícono de moda, acaparó la atención en redes sociales donde se lo ensalzó como uno de los hombres más bellos del mundo. Y aunque eso, el interés en su belleza, fue un reflector que encandiló a sus otras partes, lo que aún sigue despertando un interés hambriento sobre Enzo Vogrincic es otra cosa: su andar en bicicleta por 18 de Julio, su presencia fundida en la multitud en los festejos del Frente Amplio, la ausencia de proyectos fastuosos en su futuro, la forma en la que no aprovechó esta fiebre para saltar a Hollywood sino que aceptó alguna película uruguaya, alguna obra teatral, alguna motivación.
"No busco algo con la actuación", le dijo este año a Leila Guerriero, como si eso explicara todos sus misterios. "Hay algo de nobleza en la profesión, una entrega a algo que es absurdo y es solamente un regalo para otro. No tiene un propósito en sí. Yo no tengo objetivos, nunca los tuve. Mi objetivo es actuar".
Los personajes de 2024
El País eligió 13 personajes de 2024 y publica un perfil por día. El insumo principal para la selección fue la votación de 36 periodistas de la redacción. El orden de publicación a partir del miércoles 11 de diciembre no implica mayor o menor relevancia de los elegidos.
Mirá todos los personajes elegidos acá.