Recientemente promulgada, la Ley de Protección de Datos Personales y Acción de Habeas Data (18.331), intentará poner orden en el complejo panorama de las bases de datos. Manejadas sin escrúpulos, éstas pueden vulnerar la intimidad de las personas. La actual ley sustituye a la 17.838, vigente desde 2004. A pesar del nombre, no siempre se protegen a los datos personales. En opinión de Gabriel Barandiarán, director de la ONG Causa Común, especializada en la defensa del consumidor y los derechos ciudadanos, se mejoran varios aspectos de la ley anterior. Sin embargo, Barandiarán critica que la nueva ley sigue distinguiendo entre información personal y comercial. "Comprar es un acto civil y personal, que responde a mi intimidad. Tener un registro con información `comercial`, pasible de ser vendida, hace que el ciudadano pierda soberanía". Señala, además, que la nueva ley permite que se recopile una serie de datos como número de cédula, nacionalidad, domicilio y fecha de nacimiento sin consentimiento previo de la persona. Desde la Liga de Defensa Comercial, la visión es diferente. "Tiene que haber un equilibrio entre el derecho a la intimidad y el acceso a la información, porque ésta también es un vehículo para el crédito. Sin información, no hay crédito. O lo hay, pero será más caro", afirma el doctor Nicolás Antúnez, de la sección jurídica de la gremial empresarial.