¿Todos tenemos SIBO?: Cómo tratar el desequilibrio de la microbiota.

Este padecimiento, hasta no hace mucho ignorado, trascendió como reguero de pólvora entre las féminas, siempre preocupadas por la panza y la silueta. Para la bióloga española Asun González, es trending topic en el mundo, de ahí que le haya dedicado un libro sobre su propia experiencia. El objetivo: crear consciencia de que existe, brindar herramientas para tratarlo, y lograr un camino hacia la buena salud.

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Asun González.
Editorial Planeta.

Abdomen distendido, dolor de panza, mala digestión, reflujo, estreñimiento o diarrea, problemas en la piel, palpitaciones, ansiedad, niebla mental; la carta de presentación del SIBO es larga, dispar y desconcertante. De ahí, la dificultad de reconocerlo y tratarlo. Denominado por sus siglas en inglés Small Intestinal Bacterial Overgrowth, el SIBO es un sobre crecimiento bacteriano en el intestino delgado, y como concepto está presente en la literatura médica y científica desde los años 50’, aunque se lo identificó por primera vez hace un siglo. Cabe destacar sin embargo, que aunque existe cada vez más interés y conocimiento sobre el papel de la microbiota o flora bacteriana en la salud humana, según Asun González, parecería que todo ese estudio no acaba de encontrar su lugar en la práctica clínica habitual. La bióloga española, egresada de la Universidad de Salamanca y asesora nutricional especializada en salud digestiva, explora en su libro ¿Todos tenemos SIBO? (Diana, 2024) la problemática de este desequilibrio, revelando si es moda o realidad. Lejos de aconsejar el autodiagnóstico, intenta dar respuestas y brindar pautas de información para saber qué función y relevancia tiene la microbiota intestinal, cómo reconocer los síntomas, y en definitiva, brindar un acompañamiento en la búsqueda de un camino hacia la salud integral.

–¿Su interés en el SIBO nació por su propia experiencia?

–Sí, a partir de una intoxicación alimentaria. Yo estaba estudiando nutrición, entonces tenía formación, y a raíz de esa experiencia me dio mucha más motivación para poder buscar herramientas, que las encontré en la medicina funcional de Estados Unidos, ya que allí sí sabían lo que era el SIBO. Yo me daba cuenta que aquella panza no era la mía, no era normal, y hasta lo puse en Instagram. Duele, molesta, y causa otros síntomas; incluso puede causar que empeoren síntomas de otras patologías.

–¿Qué es el SIBO?

–Pregunta obligada; significa por sus siglas en inglés, sobre crecimiento bacteriano en el intestino delgado, pero la clave de todo esto, y resumiéndolo mucho, es un desequilibrio en la microbiota, haciendo especial énfasis en la palabra desequilibrio, porque esto no es una infección. Muchas veces se trata con antibióticos pensando que es una infección, que hay que matar a los bichos a toda costa porque asociamos bacteria con enfermedad, y no siempre es así. Nuestro órgano microbiano está ahí y tiene que tener una buena función como cualquier otro órgano del cuerpo. El SIBO es un tipo de desequilibrio donde hay un exceso de microorganismos en el intestino delgado, que es un lugar donde no corresponde que haya tantos. La mayoría de la microbiota se aloja en el intestino grueso; en el intestino delgado también hay, pero en menor cantidad. ¿Qué pasa cuando hay un desajuste? Con toda la comida que le llega, se hace una fiesta: los gases fermentan y se produce el síntoma más típico que es la hinchazón, con una barriga durísima. Tampoco responde a un solo alimento como puede ser la intolerancia a la lactosa, que cuando empezamos a tener problemas, pensamos que puede ser una intolerancia. Y a grandes rasgos es eso.

–¿Qué lo causa?

–Hay un montón de causas. Realmente ese es uno de los problemas, porque buscar la causa es muy difícil. Comorbilidades, problemas neurológicos, o de tiroides, o de salud digestiva, pero también hay situaciones que solo afectan a la microbiota como la toma de antibióticos y fármacos, las infecciones alimentarias, como fue mi caso, que pueden ser causa de SIBO. A veces no se puede, pero es importante buscar la causa y tratarla para que ese desequilibrio se cure bien. A mí me llevó como dos o tres años y no era un SIBO muy agresivo. Yo me di cuenta que algo me estaba pasando y busqué resultados. Me resultó muy difícil encontrar información. De hecho, la primera prueba me la realizaron mal, y como resultado descarté el SIBO durante muchos meses. Me puse a buscar otras cosas. Entonces, hacer todos los pasos bien es muy importante, y si uno tiene sospechas hay que buscar a un profesional de la salud. Hasta que encontré a la doctora Arponen, que hace el prólogo del libro, hubo muchos pasos, hasta una celiaquía que tenía sin diagnosticar. Pero luego, haces el cambio de alimentación, comienzas a hacer ejercicio, puede llegar un par de años hasta que quedas libre de SIBO. Este libro es para concienciar y ayudar a responder todas esas preguntas que van surgiendo cuando piensas que puedes tenerlo o no logras deshacerte de él.

–¿Todos tenemos SIBO?

–Desgraciadamente, diría que sí. En esta sociedad occidental, que tiene muchas ventajas por supuesto, los problema digestivos, la contaminación, la falta de digestión, las comidas que no son alimentos, los ritmos de trabajo, la ciudad, las luces artificiales, la falta de ejercicio, y que uno ya no descansa; todo ese mundo de cosas, hace que enfermemos. Hay una encuesta que se hizo en Inglaterra en la que se encontró que el 80 por ciento de los consultados tenía problemas de salud. Si miramos alrededor, puede pasar que muchas de las personas en nuestro entorno tiene problemas digestivos, ¿pero qué pasa?, muchos no consultan, lo llevan por dentro, o piensan que siempre han sido así, con gases, con inflamación. También sucede que a buena parte de quienes consultan y le diagnostican dispepsia, intestino irritable, problemas funcionales, o llámese equis; tampoco le dan mucha solución. Le prescriben Omeprazol, o lo que sea. Te hacen un chequeo a nivel fisiológico, ecografía, resonancia, que todo eso está muy bien porque hay que descartar cosas, y no buscan nada más. Y no se piensa que puede ser la microbiota de los intestinos. Si no pensamos en ello tampoco le vamos a encontrar una solución. Cuando digo que todos tenemos SIBO, estoy siendo un poco tremendista, pero si nos estudian la microbiota, creo que todos la tenemos un poco desequilibrada.

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¿Todos tenemos SIBO?, por Asun González.
Editorial Planeta

–Hipócrates tenía razón: todas las enfermedades comienzan en el intestino…

–Así es. Siempre lo pensé y comprobé que tenía razón. En mi casa solíamos ser más sedentarios, de más joven comía cualquier cosa, desayunaba cereales azucarados, que en un momento era el símbolo de la salud, y ahora sabemos que no. Ahí hay un tema muy importante que es la guerra de la lucha entre la industria alimentaria de las grasas, y la industria alimentaria de los azucares, echándole la culpa al otro, y al final no deja de ser industria alimentaria. En los alimentos frescos del huerto, del mar, todo esto lo tenemos accesible sin que tenga que venir la industria a decirnos ‘no comas los alimentos frescos’. Pero una vez que entraron a jugar intereses económicos, le echaron un poco de culpa a las grasas de los problemas de salud, y nos hicieron creer que comer cereales con azúcar no tenía grasas, y entonces todo lo light, fitness, y demás, era sano. Y la gente pensaba que lo estaba haciendo súper bien, pero no. Entonces, retomando a Hipócrates que lo decía hace tiempo, expertos actuales como el gastroenterólogo e investigador italiano, Alessio Fasano, lo refrenda, y le añade la palabra “permeable”, que significa tener el intestino un poco dañado, y está comprobado por la ciencia.

–¿Por qué entonces la microbiota es la gran olvidada?

–Creo que es porque no se ve, pero ahora se ha demostrado que es un órgano más. Los científicos lo llaman el órgano olvidado, porque hasta que hemos tenido técnicas para ver los microorganismos, ni se sabía ni se tenía en cuenta. Como no se ve, parecía que no existía, pero ahí está.

–Ante la sospecha de tener SIBO, ¿qué es lo que no hay que hacer?

–Aconsejo evitar los antibióticos y la dieta restrictiva FODMAP, baja en carbohidratos fermentables. La dieta puede llegar a ayudar un poquito con el control de los gases, pero recorta alimentos saludables, como frutas y verduras, y el antibiótico termina por liquidar la microbiota a cañonazos, la deja desértica total. Eso se utiliza mucho, y yo no digo que no sea una herramienta puntual, pero si el médico te manda eso y vuelves a los seis meses, vas a estar peor.

–¿Cómo se soluciona?

–Amor y buenos alimentos (se ríe). Cocinar como lo harían tus abuelos: alimentos enteros, frescos, sin refinar, de bajo índice glucémico, y lo menos procesados posible. Además, hay que comer relajados, masticando bien, y hay que hacerlo durante el día, dos o tres veces, sin picoteos. Si tuviera que simplificar mucho diría pescado y verduras. Algo de fruta si te sienta bien, y las frutas y verduras cocidas. Elegir variedad de verduras para tener todos los minerales, en lugar de comer solo lechuga cruda, que se tolera muy mal. Y pescado mejor que carne y pollo, porque además de proteína de calidad tiene Omega 3, que es esencial para la salud y no lo tenemos. También es recomendable alguna suplementación. Desgraciadamente, con la alimentación actual no llegamos a los niveles mínimos recomendables. Se considera que el 80 por ciento de la población es deficitaria en magnesio, vitamina D, y Omega 3. Si al no comer bien, le sumamos que tenemos problemas digestivos y no absorbemos bien los nutrientes porque tenemos el intestino dañado…

–¿Es posible prevenirlo?

–Sí, se puede. Un estilo de vida saludable es la clave. Si tienes una microbiota sana, fuerte, resiliente y muy diversa, ayuda a que si tienes una intoxicación alimentaria, u otra agresión, la va a resistir. La mayoría de las personas se recupera con una alimentación antiinflamatoria, que sea densa nutricionalmente, que sea prebiótica (alimentos que ayudan a mejorar el equilibrio de la microbiota humana), con ayuno nocturno, y salidas a la naturaleza; todo eso que ya sabemos. Cuidarse, y ser activos. Si uno está saludable, la microbiota va a estar bien.

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