En un país donde la estabilidad económica es un pilar fundamental para el bienestar de su gente, el contraste entre las propuestas y equipos económicos de los principales partidos políticos de cara a las próximas elecciones es evidente. La Coalición Republicana ha demostrado un compromiso inquebrantable con el orden, la certeza y la previsibilidad, valores esenciales para la construcción de un futuro próspero. En este sentido, la figura de Diego Labat, quien ha sido propuesto para liderar el equipo económico en un posible próximo gobierno de la Coalición, representa la continuidad de una política seria y responsable que ha logrado creación de empleo, del salario, del ingreso de los hogares y del consumo de los uruguayos.
Bajo la administración de la Coalición Republicana, el país ha experimentado un período de estabilidad macroeconómica que ha permitido a las familias planificar su futuro con confianza, a los empresarios invertir con seguridad, y a los inversores internacionales ver en Uruguay un destino confiable. La gestión responsable de las finanzas públicas, el control de la inflación y el fomento de un clima propicio para los negocios son solo algunos de los logros que han caracterizado a este gobierno. La previsibilidad y el orden que han marcado la gestión del equipo económico actual son, sin lugar a dudas, una garantía de que el país seguirá por un rumbo firme y seguro.
En contraposición, el Frente Amplio se presenta con un panorama incierto y preocupante. La falta de un equipo económico definido, como ha sido admitido públicamente por su candidato a la presidencia, Yamandú Orsi, no solo refleja una improvisación peligrosa, sino que también expone la profunda crisis interna que atraviesa la coalición de izquierda. Las diferencias entre figuras claves como el economista Gabriel Oddone y el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, son una muestra clara de las divisiones que afectan al partido, y que podrían tener consecuencias desastrosas para el país en caso de llegar al gobierno.
La ausencia de un plan económico coherente por parte del Frente Amplio no solo genera incertidumbre en la población, sino que además envía una señal alarmante a los mercados y a los inversores, que ven en la posible victoria de esta fuerza política un salto al vacío. Un gobierno sin rumbo económico definido es una receta para el caos, y Uruguay no puede permitirse regresar a una etapa de experimentos e improvisaciones que pongan en riesgo todo lo que se ha construido hasta ahora. Ya sufrimos un gobierno con dos equipos económicos que fue el que propició negocios ruinosos para el país, que terminaron incluso fundiendo a nuestra principal empresa pública.
El electorado uruguayo debe tener claro que las elecciones de este año no solo definirán al próximo presidente, sino que también decidirán el rumbo económico del país. Un voto por la Coalición Republicana es un voto por la continuidad de políticas que han demostrado ser efectivas, en definitiva un voto por el orden. Por el contrario, un voto por el Frente Amplio es un salto hacia la incertidumbre y hacia un futuro muy complejo, donde las divisiones internas y un posible ministro de economía que ya fue desautorizado antes siquiera de ser nominado, presagian lo peor.
Oddone dijo que Azucena Arbeleche no es ministra de economía porque las decisiones económica están en manos del presidente. Ahora resulta que Orsi declaró que la conducción económica estarán en sus manos, por lo que cabe preguntarse, ¿Oddone aceptará ser simplemente ministro de hacienda? ¿Es tanta su desesperación por un cargo que aceptará incluso mancillando su honor antes de empezar?
Es esencial recordar que la economía no es un juego, y que las decisiones que se tomen en este ámbito tienen un impacto directo en la vida de los uruguayos. La Coalición Republicana ha demostrado que es capaz de gestionar el país con responsabilidad y seriedad, mientras que el FA no ha sido capaz de presentar un plan económico claro y convincente. Ante esta realidad, la elección es clara: Uruguay necesita seguir por un camino de estabilidad y crecimiento, un camino que solo la Coalición Republicana puede garantizar.
Gobernar es un asunto serio, no un juego de vanidades y politiquería menor. Como ha quedado claro en estas últimas semanas, la conducción económica puede ser ordenada y responder a las necesidades de los uruguayos con Labat al frente o ser una olla de grillos peleados entre sí, lo que asegura caos y malos resultados. Este es el principal tema de la campaña electoral en curso.