Nicolás Etcheverry Estrázulas | Montevideo
@|A pocos días de terminar el año y a menos de uno de plantearnos qué y quién votar en el próximo período de gobierno, conviene revisar algunas opciones y desafíos:
-¿Continuar y profundizar las reformas en la educación y la seguridad social o trancarlas y volver a foja cero, sin nuevas propuestas alternativas como sistemáticamente ocurrió hasta ahora?
-¿Abrir el país cada vez más al mundo con libertad de poder comerciar sin trabas ni barreras de tipo alguno, o volver a tener la mirada cortoplacista y ombliguista de los que se conforman con el entorno que les tocó?
-¿Tomar conciencia de que la corrupción, la inseguridad ciudadana, la inestabilidad de las instituciones, la democracia y el Estado de Derecho son fenómenos que se entrelazan o estar más pendientes de los puntos de rating y de entretenimiento que adormecen las conciencias y promueven la errónea ilusión de que usar automóviles, relojes y remeras de alta gama son la meta que los jóvenes de hoy deben alcanzar a todo precio? Aquí una aclaración: celebro y aplaudo el coraje de la periodista Martín que logró la entrevista con un narcotraficante prófugo, astuto y sereno. Pero que eso no nos haga olvidar que es un frío mercader que lucra con la salud y muerte de sus víctimas y de todos los familiares que sufren el flagelo de la droga. Eso lo tiene muy claro: no quiere estupefacientes para sus seres queridos ni desea que se legalice la droga, no por motivos altruistas, sino porque no quiere quedarse sin negocio. Hay maneras y maneras de ser famoso; la frase “no le hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan” no la aplica.
-¿Apostar por mantener un Estado gigantesco, engordado, lento y caro que pone bajo sus alas a miles de haraganes, inescrupulosos y sin hábitos de trabajo que lo tornan cada vez más ineficiente e ineficaz, o tomar el toro por las guampas de una vez por todas y promover su paulatina pero persistente reducción?
-¿Estimular las brechas y divisiones entre los que piensan diferente y festejar las famosas cancelaciones entre las personas y sus ideas, (pues incluso, como bien afirma Pérez Reverte, se llega hasta criticar los silencios y las no manifestaciones de la gente por interpretarlas - estúpidamente – como muestras de cobardía o de ignorancia), o por el contrario, promover los diálogos con argumentos sólidos y sensatos, aunque puedan ser muy dispares? En otras palabras, ¿insistir con la obsoleta lucha de clases y seguir jugándole unas fichas al emotivismo-voluntarista-populista o apostar unos boletos a la discusión racional que se apoya en el sentido común, la realidad de los datos y los hechos, y procura obtener un mayor y mejor bien común? Otra aclaración: este segundo camino es menos simpático y popular; puede llevar más tiempo recorrerlo, pero la experiencia y la historia nos muestran que, en el mediano y largo plazo, conduce a destinos más justos y más teñidos de libertad.
Estas preguntas y muchas más nos tenemos que hacer en lo que resta de este año y en el próximo que ya está golpeándonos las puertas para entrar. Y hacerlas a los dirigentes, políticos y gobernantes que ya están en el ruedo y a los que quieren entrar. Una sola cosa segura podemos afirmar: en sus planteos y visiones de cuáles caminos, opciones y desafíos hay que tomar, se pueden equivocar, incluso pueden errar feo y cometer torpezas, pues al fin de cuentas, son humanos. Pero lo que no deberíamos permitir, tolerar ni perdonar cívicamente, es que nos mientan. Siempre será preferible que admitan sus equivocaciones antes que apostar por disfrazarlas con mentiras, eufemismos, o campañas de encubrimientos, amenazas y de miedos. Alcanza con mirar hacia atrás, el costado y hacia delante de vivencias internas y externas para comprobarlo.
(PD: Y sea cual sea el resultado, no dejen de festejar tomando una cerveza bien helada y comiendo un rico jamón marcas tal y cual respectivamente, cantando una canción de moda…).