Edgardo | Montevideo
@|Hemos considerado como nación desde épocas muy antiguas y recientemente con motivo de cumplirse los 40 años desde la recuperación de la democracia, el valor que tiene para los uruguayos nuestro sistema.
Incluso dicha distinción es reconocida por otros países, de ejemplo de convivencia social y política, lo cual es motivo de orgullo para la gran mayoría de la población.
Sin embargo, amparándose en esa categoría, el sistema político ha entendido que tiene un cheque en blanco y ha generado infinidad de leyes, que apuntan más a temas de coyuntura electoral que a forjar un sistema más sólido.
Me estoy refiriendo con esto al interminable ciclo electoral que tenemos, el cual ha generado voces de descontento porque la ciudadanía no está del todo conforme con lo largo del proceso que dura aproximadamente un año, con un mínimo de tres elecciones y con una cuarta elección muy probable (la del balotaje) que se ha dado en la mayoría de las ocasiones.
Lamentablemente, en un país donde no sobra el dinero, donde tenemos un déficit fiscal que es endémico y siempre fluctúa hacia arriba, donde la población joven emigra dejando un sistema de protección social al rojo vivo, el financiar cuatro procesos electorales es un lujo propio de economías florecientes que no es nuestro caso.
El sólo hecho de que el Estado financie a los partidos a través de un pago por cada voto emitido en esas cuatro ocasiones es una erogación muy importante. En la elección nacional por cada voto en 2024 los partidos recibieron $ 532, y en el resto de las elecciones percibieron/percibirán entre $ 62 y $ 80 por cada voto. Esto implica un gasto total cercano a los 42 millones de dólares sin contar los miles de días de licencia para las personas que trabajan en esos días, la capacitación, el personal de guardia, los traslados, las comidas, con lo cual estamos hablando de un equivalente en dinero adicional no muy lejano a la cifra mencionada anteriormente.
Por tanto, estos cambios legales que se han hecho en el sistema electoral y que no son tan antiguos, ¿no tomaron en cuenta estos dineros que tanto impactan en la economía?
Recientemente en la plataforma del 1° de Mayo se habló con mucha vehemencia de la pobreza infantil, de un porcentaje del veinte por ciento de niños en la pobreza, pero es como se habla para las masas de un tema y lo que salta a la vista, el gasto estatal sin financiación detrás, ¿no se ve? A mi entender se trata de un lujo hacer esta movida que dura un año, que involucra tantos recursos y que no ha sido inspirada en el manejo de los dineros públicos de una manera austera y enfocando realmente los recursos donde se necesitan.
Creo que nuestros políticos deben sentir la exigencia y la necesidad que es urgente que la política de Estado se realice desde el ahorro, la austeridad, el honrar el dinero ajeno y público y pagando el costo que tiene tomar decisiones valientes, aunque a la tribuna no le guste; acá no se trata de un Estado batllista ni un Estado de derecha o de izquierda, sino que se respete al ciudadano y contribuyente como merece, cuidando su dinero y su tiempo.