Alejandro Nelson Bertocchi | Montevideo
@|Desde hace meses, por no decir años, los vecinos de Camino Carrasco esquina El Aguacero han solicitado, por medio de sendos expedientes, que la IMM se digne plantar un par de árboles en el espacio de su respectiva parada de autobuses. Sucede que durante el verano la canícula aprieta en tal grado que el sucinto y ridículo espacio de sombra que otorga la escasa chapa del refugio de dicha parada, no da para albergar a los esforzados ciudadanos que deben aguardar con gran paciencia el cansino paso del ómnibus al rayo del sol.
Amén de que se hace perentoria la necesidad, que es esencialmente hasta científica, de que se planten más y más árboles en cualquier vía pública; queda establecida la inoperancia crónica de la autoridad municipal en esta circunstancia, así como en tantas otras sufridas en el día a día ciudadano. Aunque quizás exista una mayoría de estos últimos que, en las últimas décadas, no hayan tenido objeción en seguir votando alguna “heladera”, como decía un ex vicepresidente.
Ante este menester, vuela nuestra memoria al recuerdo de Joe Rígoli, aquel gran cómico argentino de notable actuación en el decimonónico programa “La Tuerca” de la TV rioplatense, con su impagable sketch “del arbolito”; o sea, un humilde y esforzado ciudadano que debía vagar consuetudinariamente sin suerte frente a las ventanillas y oficinas del municipio, para que simplemente le permitieran plantarlo.
En definitiva, “más vale reír que llorar”, como sonaba aquel estupendo tema del gran cantante hispano Peret; y ante esto no queda otra, pues parece que algunos montevideanos se han acostumbrado en demasía a la desidia y el abandono de una gris administración en segura decadencia.