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El feminismo y el mundo laboral

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AMICA| Montevideo
@|Se habla mucho de los derechos de las mujeres, de lo que se ha ganado a través de los años y de que la mujer ya ha definitivamente salido del ámbito del hogar para plantarse en el terreno laboral, casi con los mismos derechos - aun faltan igualar los sueldos a iguales tareas- que los hombres.

Ello ya es indiscutible, pero las mujeres debemos ir por más.

E ir por más no significa atacar al hombre, disminuirlo ni salir a la calle en grandes manifestaciones que a veces son utilizadas por movimientos de izquierda para llevar agua para su molino, sin estar verdaderamente interesados en el bienestar de la mujer.

Y cuando digo bienestar me refiero a facilitarle la vida a la mujer que es madre y trabaja. Porque si bien se pregona la igualdad entre hombres y mujeres, lo cierto y concreto es que a la hora de contratar a una persona no se le pregunta si tiene niños. Pero si los niños están, éste será fundamentalmente un problema de la madre trabajadora, no del padre, que sin duda colabora en estos tiempos muchísimo más que antaño, pero resulta necesario visibilizar esa problemática que tiene a las jóvenes madres corriendo como locas del trabajo al cole de sus peques, o al médico o a vacunar o comprando disfraces para carnaval a la hora de su almuerzo. Ni hablar si el cole o la guardería cierra por festivo y el trabajo sigue normal, porque allí viene el drama de hallar qué familiar puede ocuparse del niño ya que los ingresos no alcanzan para tener una persona en la casa todo el día que se ocupe de cuidar a los niños mientras los padres trabajan.

Qué curioso que nunca se escucha al movimiento feminista plantear estas reivindicaciones. Creo que el feminismo debe definitivamente poner el acento en esta situación que afecta a un enorme colectivo de mujeres.

Las empresas, los empleadores demandan horarios y tareas extras que para nada consideran que la mayoría de las mujeres son madres. Es urgente que se aborde este tema ya que está llevando a las jóvenes parejas a tener un solo hijo, si lo tienen, y la baja en el índice de natalidad es indiscutible y preocupante.

Creemos pues, que es el Estado el que debe entrar en este juego, que lleva a las mujeres a terminar el día agotadas y al borde de un colapso nervioso. No se puede correr de esa forma, no es justo ni saludable y atenta contra el bienestar no sólo de la mujer a la que tanto se quiere defender y proteger, sino también contra las familias, pilar básico de una sociedad.

Así propongo una sociedad más justa e igualitaria - ya que está claro que el mundo del trabajo está organizado para los hombres-, donde el Estado utilizando los ingentes recursos que utiliza en el Ministerio de Igualdad o de la Mujer, aplique esos fondos a crear guarderías infantiles provistas de personal altamente calificado para cuidar niños, separados por edades y con un amplio currículum que los prepare para la vida al mismo tiempo que psicológicamente los contenga. Esos parvularios deberían estar en cada barrio y estar subvencionados por el gobierno para que a los padres no les resulte oneroso enviar a sus hijos allí.

Eso no es de difícil realización. Solo debe primar el sentido común y la honestidad para dirigir esos fondos hacia un verdadero beneficio para la mujer. Como siempre digo, se debe pensar primero en la gente, en el ciudadano de a pie, no en los cargos, ni el manejo de grandes sumas de dinero para fines erróneos y a veces ilícitos.

De esa forma, desaparecerá la disyuntiva que hoy tienen esas jóvenes familias de escoger entre la maternidad y la realización personal y profesional. De esta forma, viviremos en una sociedad más justa y deseo fervientemente que esto que hoy es una simple utopía, se convierta en realidad.

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