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De la épica y el crimen

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omar lópez mato (*)
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La historia se reescribe todos los días a la luz de los nuevos acontecimientos que nos permiten analizarla desde otra perspectiva.

Desde muy jóvenes nos cuentan la historia épica de los grandes conquistadores, Alejandro Magno contra los persas, Julio César sometiendo a los galos, Gengis Khan y sus hordas, Carlomagno y el sacro imperio, España y el nuevo mundo, Inglaterra dominando los mares, Napoleón y las espetas rusas… y es acá donde nos detenemos porque si hay un autor que pinta ese periodo bajo la perspectiva de los que debieron soportar la invasión de los franceses fue Tolstói en su monumental Guerra y Paz.

Cuando leí esta obra, hace ya varias décadas, aun estaba deslumbrado por la figura de Bonaparte, personaje idolatrado por los franceses, quien los llevó a vivir momentos de esplendor económico gracias al avasallamiento de los pueblos dominados y el rapiñaje de sus riquezas. Sus conquistas depredatorias hicieron enormemente rica a Francia, a los Bonaparte y todos sus generales... Ningún conquistador hizo sus campañas sin ver el beneficio económico del emprendimiento. Ni antes ni ahora.

Tolstói relata la perspectiva de los rusos que ven a Napoleón como un demonio que llevó destrucción y hambre a su país. Es muy bueno ver la historia del lado de los agredidos y no de los conquistadores quienes suelen escribir la historia o al menos tuvieron excelentes escribas que los ensalzaron y relataron sus “glorias” para la posteridad (olvidando, a veces, sus debilidades, sus excesos y traiciones).

¿Por qué no vemos la perspectiva de los súbditos de Darío y sus persas y sí las ambiciones de Alejandro? ¿Cómo no vemos el sometimiento a la esclavitud de los galos y las intrigas palaciegas de Julio César? Y por otro lado, ¿cuál es la diferencia entres estos conquistadores “occidentales” y el oriental Gengis Khan? Quizás, éste no tuvo escritores que cantaran sus conquistas, pero sí víctimas que relataron el horror.

Alejandro, Julio César, Carlomagno y el Khan, en su momento también argumentaron que si ellos no agredían, probablemente hubiesen sido sometidos por sus adversarios. Siempre hay una buena excusa para comenzar una guerra (aunque después nadie sepa cómo concluye)

El siglo XIX fue de conquistas imperiales (incluidas las norteamericanas, los mejores discípulos de Gran Bretaña y sus ansias de dominio). Bajo la excusa de civilizar al mundo primitivo, las naciones europeas se lanzaron al África y al Sudeste asiático (la conquista de las Américas fue anterior). Las potencias se repartieron el África subsahariana y después se despedazaron unos a otros en la Primera Guerra Mundial.

El siglo XX fue de matanzas, mentes perturbadas siguieron el sueño de grandeza de los conquistadores de la antigüedad, buscando imponer su particular perspectiva de las cosas.

El factor común de estas conquistas tuvo un trasfondo racial, aunque las diferencias fuesen sutiles. Los vecinos siempre tienen la culpa ...por ser blancos o negros u orientales, católicos, protestantes, ortodoxos, judíos o musulmanes... Lo importante es buscar la diferencia para justificar las ansias de lucro que alimentan cada guerra, codicia que disfrazan con palabras abstractas. Libertad, soberanía, espacio vital, reivindicación histórica ,etc., etc.

Si la Primera Guerra fue un conflicto imperial entre primos (el Kaiser, el zar y el rey de Inglaterra lo eran), la Segunda fue la continuación de la Primera potenciada por el odio racial. El siniestro exterminio de judíos, gitanos y otras minorías étnicas, se extendió a los rusos que fueron exterminados por millones en los campos de concentración y como víctimas civiles durante la invasión a la URSS.

Ahora le toca a una persona que creció en las calles de Leningrado escuchando las historias de la épica soviética que se sobrepuso a la barbarie nazi para ejercer una despiadada realización , repetir los sueños imperiales y las ambiciones de conquista que la construcción histórica de una nación trata de meterle en la cabeza a sus ciudadanos a fin de motivarlos para convertirlos en carne de cañón ...

Ha llegado el tiempo de abandonar esta historia almibarada de los conquistadores de la antigüedad. Vae victis, hay de los vencidos. ¿Que torcidos vericuetos emocionales los empujaron a este límite de destrucción? Alejandro y su compleja relación con Filipo, Cesar y sus ambiciones, Hitler y su psicopatía, la histriónica ambición racista, la oscura beligerancia de Stalin, la guerra cultura de Mao...

Hoy lo vemos en las calles de Ucrania, una mente psicopática replica la destrucción de los conquistadores. Es tiempo de ver a la historia desde otras perspectiva y dejar de ensalzar a los conquistadores y sus barbaridades disfrazadas de obras civilizadores.

Cuando se mata a una persona se es un asesino, cuando se mata millones se convierte en conquistador, estadista y estratega … ¿eso es lo que deseamos enseñarle a nuestros hijos? Porque eso fue lo que nos enseñaron y así nos fue.

(*) Médico argentino, Investigador de la Historia y el Arte

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