El efecto perverso del "puédamos"

ANTONIO MERCADER

Como el tema elegido para el próximo Día del Patrimonio es "El lenguaje de los uruguayos" convendría aprovechar la ocasión para resaltar lo mal que hablamos y lo bueno que sería corregir nuestros errores idiomáticos. Una forma de empezar sería hacerlo por el gobierno, en particular por su cabeza, el presidente José Mujica, quien tiene una vocación especial por llenarse la boca con ese clásico "puédamos" que tanto daña a la lengua de Cervantes.

El Ministerio de Educación y Cultura, que eligió ese tema para honrar el patrimonio, acorde con su propuesta debería comenzar la depuración desde arriba indicándole al presidente que cambie el "puédamos" por el podamos. De paso, se agradecería que le explicaran que por su posición y acceso a los medios de comunicación, su manera de hablar influye en la gente, particularmente en los menores que pueden tomarlo de modelo.

Completada esta tarea y hechas las adicionales correcciones a otros desmanes verbales del presidente, habría que apuntar al gabinete ministerial, también obligado a dar ejemplo y a no socavar el lenguaje como hacen algunos de sus miembros. Porque si bien, como dice el Ministerio de Educación en su convocatoria al Día del Patrimonio, "una lengua no es algo estático ni inmóvil", hay que ponerle coto a la creatividad nacional y evitar que cundan las palabras inexistentes.

Por ejemplo, "relacionamiento". ¿Por qué la citan tanto nuestros gobernantes cuando el diccionario contiene la magnífica palabra relación? Otro ejemplo es "carenciados", que tampoco existe aunque la gente del área social encabezada por el ministro Daniel Olesker la emplea a destajo en lugar del correcto vocablo carentes. Lo mismo ocurre con "rispideces", errada expresión que alude a los dilemas del canciller Almagro ante la "confrontativa" (?) diplomacia argentina. Todas son pura invención.

Ni que hablar de las innovaciones lingüísticas propiciadas por el equipo económico liderado por Fernando Lorenzo. "Bancarizar" y "tarjetizar" son consignas del momento aunque hay horrores constantes como el "emprendedurismo", el "empoderamiento" o el "reperfilamiento". También se las trae el ministerio del Interior que llegó a perpetrar un engendro como "la tasa de prisionización".

Asimismo, el elenco oficial debería bajar la línea idiomática correcta al pueblo oriental y desterrar los archisílabos, esas largas palabrejas utilizadas, como decía Chesterton, para ocultar la falta de buenas ideas o disimular errores. "Conectividad", digamos por caso, el último archisílabo de cuño gubernamental, usado para lapidar a Pluna. Y otros de similar catadura como "recepcionar" o "condicionalidad ", tanto más largos, pomposos e inútiles que recibir o condición.

El Día del Patrimonio (que entre nosotros, para mayor desconcierto, son dos días, el 6 y 7 de octubre) debería consagrarse a revivir al subjuntivo, ese tiempo verbal olvidado por estas latitudes al igual que el correcto manejo de los verbos reflexivos, aquellos que venían precedidos por la preposición "se" (se entrenó, se clasificó).

Hay más a corregir, pero lo importante es que quienes deben dar el ejemplo sepan darlo. Así, José Mujica debería sepultar el "puédamos" para evitar que su error se imite y la Comisión de Patrimonio, que organizará los actos de octubre próximo, tendría que renunciar al uso que suele hacer de un verbo inexistente: "patrimonializar".

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