Para la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena, por sus siglas en inglés) —una organización intergubernamental que brinda apoyo a los países en su transición a un futuro de energía sostenible—, la transición energética “está peligrosamente desviada”, por lo que exige un esfuerzo global “urgente y radical” para poder cumplir con las metas climáticas definidas en el Acuerdo de París. Triplicar la capacidad de energía renovable y duplicar la eficiencia energética para el año 2030, son dos de las tareas “monumentales” que tienen por delante los países, en pos de limitar el calentamiento global a 1,5°C. Para el director general de Irena, Francesco La Camera, la tarea es “muy difícil pero no imposible”, por lo que llamó a acelerar el ritmo de la transición.
En el marco de la VIII Semana de la Energía —realizada la semana pasada en Montevideo—, La Camera dialogó con El País sobre la urgencia de acelerar la transición energética, las barreras que actualmente impiden un mayor ritmo, la necesidad de mayor financiamiento y las oportunidades que tiene la región latinoamericana en el nuevo panorama energético mundial. Lo que sigue es un resumen de la entrevista.
—En los últimos meses se ha visto un fuerte debate a nivel mundial entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y la Agencia Internacional de Energía (AIE), sobre la necesidad o no de seguir invirtiendo en la industria del petróleo y del gas; y sobre qué tan cerca se está de alcanzar el pico de demanda de combustibles fósiles. ¿Cuál es la posición de Irena frente a esto?
—Para responder esto tengo que dar un contexto que es el informe que hizo el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés)que dice que para lograr el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C, necesitamos alcanzar el pico (de la demanda) del petróleo a principios de esta década, la del gas en 2025 y luego ir disminuyendo cada vez más hacia 2050, cuando debemos llegar a la neutralidad de carbono. Entonces, lo que es seguro es que para 2030 necesitamos tener una reducción del 43% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Para eso, necesitamos tener una capacidad instalada de energías renovables que pase de los 3.000 gigabytes (GB) actuales a más de 11.000 GB en 2030. Esto significa más 1.000 GB de nueva capacidad renovable al año. Y esto supone más del triple del récord de capacidad instalada de renovables que se registró el año pasado, que fue de 295GB. Ese es el escenario y fuera de este contexto, Irena simplemente no presta atención a otra cosa.
—¿Eso implica detener las inversiones en la industria del petróleo y el gas?
—No, pero lo que decimos es que sí se tiene que disminuir su uso. Si para ir reduciendo de forma gradual la demanda de petróleo y gas se deben hacer inversiones, entonces adelante porque si hoy cortamos con esas inversiones, mañana no tendríamos energía. La cuestión es cómo ir disminuyendo ese uso sin que se generen problemas de abastecimiento y que las energía renovables puedan ir reemplazando a los fósiles. Entonces creo que se necesitan algunas inversiones en la industria fósil para mantener este mundo en funcionamiento sin interrupciones, pero esa tendencia no debe ir en aumento y tiene que ser coherente con el objetivo climático trazado a nivel mundial.
—Sin embargo, a nivel mundial, los objetivos climáticos se están incumpliendo. ¿Cuáles considera que son los principales obstáculos?
—Nos falta interconectividad, flexibilidad y equilibrio. No tenemos aún la infraestructura necesaria para enfrentar la transición energética, no tenemos todavía un sistema de energía listo para que el mundo esté interconectado. Estas son barreras muy importantes que están frenando la transición energética. Son limitaciones que están profundamente arraigadas en la era de los combustibles fósiles y que tienen que ver, principalmente, con falta de infraestructura, políticas públicas y capacidades institucionales.
Para el director de Irena, la región latinoamericana “y especialmente Uruguay”, está “muy bien preparado” para enfrentar la nueva transición energética. El jerarca resaltó así la diversificación de la matriz energética y señaló que tanto la región como Uruguay, “realmente apuntan a explorar el camino de la transición”. Sobre el desarrollo del hidrógeno verde, una de las grandes apuestas del gobierno uruguayo, el jerarca dijo que “será cada vez más importante” pero remarcó que es clave invertir en infraestructura.
—¿Cómo se sortean esas limitaciones?
—El mercado todavía funciona bajo la lógica del sistema petrolero. Necesitamos cambiar el marco legal y exigirle un nuevo diseño al mercado. Precisamos un mercado que tenga contratos de más largo plazo y que sus precios no estén basados en costos marginales sino en la diferente naturaleza de las energías renovables. Necesitamos contratos que tengan esto en cuenta y un entorno legal que sostenga al nuevo sistema energético.
—¿Cuánto deberían crecer las inversiones en transición energética para alcanzar el objetivo de 1.5 ºC?
—En 2022, América Latina y el Caribe atrajeron al menos US$ 20.000 millones en inversiones en energías renovables pero eso solo representa cerca del 4% del total mundial entonces necesitamos de forma urgente acelerar el flujo de capital hacia la región. Y a nivel mundial tenemos que cuatriplicar esos niveles de inversión. No hay duda de hacia dónde vamos, el problema es que no vamos lo suficientemente rápido.
—¿Cómo se pueden acelerar esas inversiones en pos de reducir la brecha actual de financiación?
—Necesitamos políticas públicas que hagan que el dinero global comience a destinarse en esta dirección. Y también precisamos mucho más foco y atención de las instituciones multilaterales.
EL ROL DE LOS MINERALES "CRÍTICOS" EN EL NUEVO ESQUEMA ENERGÉTICO Y UNA META AMBICIOSA
Si se hace un repaso histórico de cómo han sido las anteriores transiciones energéticas, todas tardaron un siglo o más en completarse. Sin embargo, la actual transición —tal y como establecen sus metas a nivel global— implica un proyecto muy ambicioso en el que se busca configurar un nuevo sistema energético en tan solo 25 años.
—¿Realmente ve viable que se pueda alcanzar la carbono neutralidad en 2050?
—Todo es viable y posible. Sin dudas que es una tarea “monumental” porque la construcción del actual sistema energético nos llevó más de un siglo y ahora tenemos que hacerlo mucho más rápido. Pero si vamos eliminando esas barreras, si mejoramos las políticas, el marco legal, si aumentamos el flujo de inversiones, es una tarea realmente difícil pero no imposible.
—Hay una creciente demanda global por los minerales “críticos”, como por ejemplo el litio o el cobalto, dado que son claves para el desarrollo de las tecnologías “limpias”, necesarias para la transición energética. América Latina y el Caribe tienen una posición privilegiada en este nuevo contexto geopolítico por la cantidad de recursos que posee. Sin embargo, la extracción de estos minerales también puede representar un perjuicio medioambiental. ¿Cómo se aborda este desafío?¿Son compatibles?
—Hemos identificado políticas y formas de superar estos problemas asociados a la explotación. Naturalmente, la minería siempre ha sido algo “sucio”, entonces la pregunta es cómo podemos hacer esto de una manera más segura. No solo con el medio ambiente sino también en términos de derechos humanos, porque en la minería suele haber muy malas condiciones de trabajo, en la extracción usan muchas veces a los niños. Por lo tanto, tenemos que implementar políticas sociales para evitarlo y también desarrollar tecnologías que permitan la extracción de esos minerales de una forma menos perjudicial. Es una preocupación meditable, pero no es una barrera.