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Papa Francisco: la democracia madura debe evitar el culto a la persona

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Papa Francisco. Foto: Reuters.
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CIUDAD DEL VATICANO

“El desarrollo de una conciencia democrática exige que se supere el énfasis en las personalidades individuales y que prevalezca el respeto al Estado de Derecho”, dijo.

"Las democracias maduras deben evitar la tentación de glorificar a una personalidad política y tienen que asegurar que el estado de derecho prevalezca sobre los intereses partidistas, dijo ayer lunes el papa Francisco.

Sin nombrar ningún país específico en su discurso ante diplomáticos acreditados en el Vaticano, Francisco habló de los acontecimientos del año pasado “en países con una larga tradición democrática” que habían mostrado la necesidad de un “diálogo inclusivo, pacífico, constructivo y respetuoso”.

“El desarrollo de una conciencia democrática exige que se supere el énfasis en las personalidades individuales y que prevalezca el respeto al Estado de Derecho”, dijo.

Francisco describió un mundo enfermo, no sólo por el virus, sino también por los procesos económicos y políticos, y que la pandemia ha agravado.

En su mensaje a los embajadores el pontífice se concentró en las crisis sanitaria, económica, política y social que han derivado de la pandemia.

Con respecto a la crisis sanitaria, el Papa afirmó que la pandemia ha recordado “el valor de la vida, de cada vida humana y de su dignidad”. Y entonces explicó que le duele “constatar que, con el pretexto de garantizar supuestos derechos subjetivos, un número cada vez mayor de legislaciones de todo el mundo parecen distanciarse del deber esencial de proteger la vida humana en todas sus etapas”, en clara referencia al aborto.

Francisco realizó un llamamiento para que “se ofrezca a cada persona el cuidado y la asistencia que necesita” y que se favorezca “el acceso universal a la atención sanitaria básica”. Y llamó a los Estados a que “contribuyan activamente a las iniciativas internacionales destinadas a asegurar la distribución equitativa de las vacunas, no según criterios puramente económicos, sino teniendo en cuenta las necesidades de todos, en particular, las de las poblaciones menos favorecidas”.

Sobre la crisis económica, destacó que “ha puesto de relieve otra enfermedad que nos afecta actualmente: la de una economía basada en la explotación y el descarte tanto de las personas como de los recursos naturales” y criticó que a menudo “nos hemos olvidado de la solidaridad y los otros valores que permiten que la economía esté al servicio del desarrollo humano integral”.

Pidió entonces realizar una “nueva revolución copernicana” que ponga la economía al servicio del hombre y no al revés.

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