JERUSALÉN | AP Y AFP
Israel espera impacientemente el retorno, en dos semanas, de su soldado Gilad Shalit, en manos de Hamas desde junio de 2006, tras llegar con el movimiento islamista a un acuerdo catalogado de histórico.
Según informaron fuentes israelíes ayer, el tanquista de 25 años será liberado en dos semanas, a cambio de 1.027 prisioneros palestinos. El canje debe desarrollarse en dos fases: 450 detenidos serán liberados "en una semana" y el resto "dentro de dos meses", indicó, en tanto, el jefe del Hamas en el exilio, Jaled Mechaal.
El jefe del servicio de seguridad interior israelí, Shin Beth, precisó que de los 450 primeros, 163 detenidos de Cisjordania serían expulsados hacia la franja de Gaza y 40 hacia países extranjeros. El resto no fue especificado.
Objeciones. La mayoría de los israelíes apoya el acuerdo, pero la celebración espontánea por ver el regreso del sargento también despertó preocupaciones de que la liberación de palestinos condenados por asesinatos pueda despertar una nueva ola de violencia.
El ministro de infraestructura israelí, que votó contra el acuerdo, denunció el canje como "una amplia victoria para el terrorismo``. Uzi Landau, uno de los tres ministros que lo rechazaron, dijo que el cambio suministra "incentivos para matar israelíes y llevar a cabo más secuestros``.
Además, algunos comentaristas expresaron sus reservas sobre "el precio que hay que pagar" por el retorno de Shalit, liberado a cambio de "centenares de asesinos". "Una buena noticia para la familia, una mala noticia para el Estado", tituló el diario nacional-religioso Makor Roshon.
"Los riesgos son grandes y es un precedente enojoso, pero un Estado que durante cinco años es incapaz de rescatar a uno de sus soldados del cautiverio no tiene más opción que pagar el precio", estimaba Nahum Barnea, uno de los editorialistas más influyentes en el tabloide.
En tanto, el premier Benjamin Netanyahu, a quien se le criticaba por su carácter irresoluto, sale engrandecido de este caso, aplaudido por "haber tomado la buena decisión".
Incluso el Haaretz (izquierda, oposición), destaca "la decisión más difícil de su vida". "Desde hace 30 meses que está en el poder, no ha lanzado guerras, no ha hecho la paz, no ha encontrado soluciones para apaciguar el movimiento de protestas sociales, pero quedará en la historia como el primer ministro que trajo a Shalit a casa", escribe Yossi Verter, uno de sus más virulentos críticos.
Pero otros comentaristas se muestran más reservados. "El Hamas ha mostrado a los palestinos que la vía del terrorismo es la mejor. Cada joven palestino sabrá que puede matar judíos y quedar en libertad en virtud de un regateo", lamenta el diario Maariv.
En tanto, la Casa Blanca se manifestó ayer "complacida" de que la "largamente demorada" liberación del soldado israelí tenga lugar en breve.
Reconocimiento. Del otro lado, el movimiento Hamas espera que el acuerdo con Israel le confiera cierta legitimidad internacional, en momentos en que el líder palestino -enfrentado con Hamas por años-, Mahmoud Abbas, impulsa la candidatura de un Estado palestino en la ONU.
"El Hamas quiere quitarle el protagonismo aceptando este acuerdo, a pesar de no haber logrado las condiciones que exigía, en primer lugar la ausencia de toda deportación de palestinos", explicó Mujaimer Abú Saada, profesor de Ciencias políticas, quien señala la existencia de "un interés común de Hamas e Israel en la conclusión del acuerdo".
"Está claro que Israel trata de debilitar y marginar al presidente Abbas, sobre todo después de su discurso histórico en la Asamblea General de las Naciones Unidas y el gran apoyo popular que adquirió con este discurso y con sus posiciones políticas", de resistencia a las presiones, afirmó.
El Hamas y Fatah, el partido de Abbas, llegaron a un acuerdo de "reconciliación" este año pero es inoperante debido a las diferencias sobre la formación del nuevo gobierno palestino.
"Al mismo tiempo, el Hamas ha perdido mucha popularidad comparado con al Fatah y al presidente Abbas", recibido triunfalmente a su regreso de las Naciones Unidas después de haber presentado la demanda.
Detenido en junio de 2006 por grupos armados palestinos, Shalit se ha convertido en un símbolo y un test de la actitud de Israel en defensa de sus soldados hechos prisioneros.